«Muchos creen que esto va de banderas, pero lo que quiero es un gobierno justo»

«El rey Robert the Bruce [Roberto I] fue una figura apasionante en la historia de Escocia, pero muy poca gente tomará su decisión basándose en hechos de hace 700 años; esto es una discusión sobre la justicia y la prosperidad en la Escocia moderna, la verdadera cuestión aquí es cómo nos gobiernan desde Westminster», explica Bruce Crawford, diputado del Partido Nacional Escocés (SNP) y ministro de relaciones con el Parlamento de Salmond. Crawford es nieto, hijo y padre de militares británicos, e ilustra bien los matices identitarios presentes en Escocia.

Su abuelo combatió «por su Rey y su país» en la Primera Guerra Mundial, y su padre sirvió en la Caballería Real Escocesa. «Fue un hombre orgulloso de servir a su Reina y, cuando mi hijo completó su formación en la Fuerza Aérea, no había un padre más orgulloso que yo en todas las Fuerzas Armadas británicas», explica. «En Escocia todos tenemos nuestra propia mezcla de identidades, aunque quienes apoyan el «sí» probablemente se sientan más orgullosos de su identidad escocesa».

Escocés de pata negra, por su aspecto corpulento y pelirrojo y por sus ancestros, es Iain McGill, coordinador de la campaña por el «no» en Edimburgo y candidato del Partido Conservador escocés en las últimas elecciones europeas. «Claro que hay diferencias, y hay que celebrarlas y respetarlas, pero tenemos una silla en el G8 y en el Consejo de Seguridad solo porque estamos juntos y, si tiramos todo eso, estaremos renunciando a nuestras responsabilidades y dejando las cosas en manos de países como Rusia o China, que tienen valores diferentes a los nuestros», defiende con pasión. McGill ha sido cartero y conductor de ambulancias y, como Crawford, lleva días respondiendo puerta a puerta a las dudas de sus vecinos.

Pero no es fácil ser «tory» en la Escocia de Salmond. «La campaña nacionalista insiste en que quieren una Escocia “libre de tories”, cuando en las últimas elecciones 412.000 personas votaron conservador y más de cien mil a UKIP», recuerda. «Todos son para Salmond escoceses de segunda clase, hay algo de racismo político », denuncia.

Los voluntarios de la campaña «Sí Escocia» muestran una mayor cohesión en torno a una ideología de izquierdas más que por el patriotismo. «Mucha gente cree que esto va de agitar banderas, pero en realidad lo que queremos es un país y un gobierno más humanizado y comprometido con unas políticas más igualitarias», nos dice Fraser Dick, un estudiante de 22 años que se sumó «muy escéptico» al club del SNP en la Universidad de Edimburgo.

Roy Kilpatrick, voluntario de la campaña «Mejor Juntos» y militante «poco activo» del Partido Laborista, proviene también de la izquierda escocesa. Es hijo y nieto de mineros de West Loathian, y piensa en ese 35% de laboristas que se inclinan por el «sí». «Siento la misma ira que ellos contra los recortes de la Inglaterra «tory», pero la respuesta no es separarse, la respuesta debe ser luchar por la justicia social en Reino Unido», opina este afable padre de familia y abuelo de 63 años.