Carla Bruni, muy activa en el regreso de Sarkozy

Fue la última «postal» de Sarkozy a sus fieles y admiradores. «Sexy glamour para ocupar el campo de batalla político». Con el fin de las vacaciones, la vuelta anunciada de Sarkozy a la escena política activa ha coincidido con la reaparición de su esposa con incontables pretextos.

A la salida de un teatro «chic» -donde la pareja asistió al estreno de una pieza de Bernard Henri-Levy, ensayista no menos «chic», claro está-, Carla Bruni se «eclipsó» de manera muy bella y atractiva, para poner el «toro» de su esposo en la suerte de los fotógrafos prudentemente prevenidos.

Cuando comenzó a funcionar el reloj de la cuenta atrás de la vuelta de Sarkozy -el domingo, quizá-, se publicó una «falsa» entrevista. Carla Bruni «confesaba» que estaba encantada con el «regreso» de su hombre a la política, que nunca abandonó.

Puesta en circulación la «falsa» noticia, la señora Sarkozy se apresuró a matizar que ella, en verdad, no había concedido ninguna entrevista.

Casi al mismo tiempo, sin embargo, varios amigos y amigas «íntimas» decían y dejaban decir a través de las redes sociales que « Carla está encantada: también ella quiere su revancha política. Le encantaría volver al Elíseo».

Sin que nadie ponga en duda tal aspiración, la secretaria de la señora se apresuró a filtrar al semanario «L'Express» las cifras de los contratos millonarios que Carla Bruni está ganando «desde que Sarkozy salió del Elíseo». Los joyeros se disputan su cuerpo, utilizado como percha de joyas de lujo. Las compañías de discos venden no sé cuantos millones de las canciones que la esposa de Sarkozy canta durante los «encuentros» de su esposo con los simpatizantes que tanto lo quieren.

Antes siquiera que Sarkozy haya entrado en campaña, Carla Bruni funciona como un arma estratégica de ocupación del terreno. Para bien, calculan sus amigos. «Carla vende mucho», dicen. Para mal, susurran sus adversarios: «La Bruni da una imagen de señora de mundo que choca e irrita a la Francia profunda y sufriente».