Los «coyotes», los grandes beneficiados del creciente flujo de inmigrantes centroamericanos

Pero la migración en los últimos meses ha crecido, sobre todo de menores que viajan solos, mientras los «coyotes» siembran la falsa promesa de que los niños que logren llegar a territorio estadounidense podrán quedarse.

«El coyote es un hombre de negocios y quiere ganar su dinero», afirma Mono, como se hace llamar un traficante en Guatemala. «Si uno llega y le pregunta al coyote '¿pero voy a poder legalizarme?' el coyote va a decir que sí, aunque sea mentira», añade.

Los «polleros» pueden cobrar hasta 30.000 dólares (casi 22.000 euros) para llevar a un niño a Estados Unidos , pero normalmente piden unos miles. En el caso de Mono, cobra 200 dólares por persona por llevar inmigrantes en una parte del camino, desde Ciudad de Guatemala a la frontera guatemalteca con México, en un negocio que mueve cientos de millones de dólares por año y en el que cárteles de la droga mexicanos como los Zetas tienen una tajada.

Desde octubre de 2013 hasta el 15 de junio, Estados Unidos detuvo a 52.000 menores de edad que entraron desde México, el doble que en el mismo periodo del año anterior. Se cree que decenas de miles lograron quedarse. Esto provocó reacciones en Estados Unidos acerca del destino de los niños y reavivó el debate sobre la inmigración ilegal.

«El coyote que vive en nuestro pueblo me dijo que si llevaba el niño y cruzaba la frontera, una vez allá me dejarían seguramente a mí y a mi hijo, porque hay una ley en Estados Unidos en la que se apoya a los niños», ha relatado Ana Ramos, una madre hondureña que pagó 450 dólares de adelanto a los coyotes para que la llevaran a ella y su hijo a Estados Unidos y que fue detenida en México. «Voy a intentar nuevamente irme a Estados Unidos, sólo que ahora no voy a llevar a mi hijo», asegura.

Cuando el joven hondureño Eduardo Medina trató de llegar a Estados Unidos en 2008 a sus 16 años, fue derribado por la rama de un árbol de mango de la parte superior del tren de carga mexicano llamado 'La Bestia' por los que emigran. Cayó sobre los raíles y su brazo derecho fue cortado por las ruedas.

Pero esa tragedia no lo hizo desistir. Después de cuatro nuevos intentos, finalmente llegó a Estados Unidos en 2010. «Fui con varios mexicanos y guatemaltecos y llegué hasta San Francisco. Ahí trabajé, busqué trabajo en la construcción y no me dieron, y me dediqué en las calles a vender piedras de crack», cuenta Medina sobre su experiencia para enviar dinero a su casa. Un par de años después, regresó a su pequeña comunidad rural hondureña de Siria para abrir una pequeña tienda.

Las mujeres y las niñas también sufren para llegar al norte. Toman anticonceptivos de forma preventiva ante el riesgo de violación. Cerca de la ciudad mexicana de Mexicali, fronteriza con Estados Unidos, violadores toman las bragas de las niñas como trofeos y las cuelgan en lo que se conoce como el «árbol de los calzones».

El sexo también es una moneda. «Yo una vez lleve tres hondureñas, bien pero bien lindas las mujeres, mujerones de la calidad más alta», cuenta Mono. «Una de ellas me dijo 'porfis llévame a los Estados Unidos y yo seré tu mujer todo el camino papi'. Pero yo no entro a México, entonces se la entregué a mi contacto y de allí no sé que pasó», añade.