Merkel negocia con Cameron para que Juncker presida la Comisión Europea
Pese al triunfo electoral del Partido Popular Europeo, el luxemburgués se enfrenta al rechazo del Gobierno británico, que quiere renegociar su relación con la UE
ENRIQUE SERBETO
Como resumía un cualificado observador europeo, la designación del nuevo presidente de la Comisión Europea se ha convertido en «un dilema entre Democracia o Gran Bretaña». La candidatura del luxemburgués Jean-Claude Juncker parecía abrirse paso tras la victoria del Partido Popular Europeo en las recientes ... elecciones, pero la intransigencia del primer ministro británico, David Cameron , representa en estos momentos un obstáculo formidable, con el horizonte del referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la UE.
La canciller alemana, Angela Merkel , sigue apoyando al luxemburgués, pero favorece a la vez una fórmula que permita a Cameron poder atribuirse «una pequeña victoria» ante la opinión pública, para retomar la iniciativa en Londres ante los euroescépticos del Partido por la Independencia del Reino Unido ( UKIP ), ganadores claros de las elecciones europeas. La perspectiva de una nueva crisis de la «silla vacía» en las instituciones europeas —esta vez la británica— aparece en estos momentos como la peor opción.
Los partidarios de Juncker cuentan que la prensa británica ha enviado reporteros para espiarle en su domicilio luxemburgués, un estilo poco habitual en el periodismo político continental, buscando aspectos escabrosos que puedan desacreditarlo. Y en este ambiente, las negociaciones que tienen lugar en Bruselas (ayer en la cumbre del G-7 hablaron de ello en diferentes fórmulas Cameron, Merkel, el francés François Hollande o el italiano Mateo Renzi) varios países están promoviendo la redacción de un documento, una especie de «contrato programático» con el nuevo presidente de la Comisión, que pueda contentar al británico y que permita al resto tomar una decisión.
Fuentes diplomáticas europeas reconocen que en estos momentos «el primer problema de Juncker es encontrar una respuesta a la cuestión británica», pero su equipo contempla más bien una ampliación de las excepciones británicas a las reglas comunes, antes que en una reforma de los tratados, que sería extraordinariamente compleja por no decir imposible.
Cameron es el único de los «grandes» que no acepta a Juncker y aunque tiene en su órbita a Hungría y a Suecia, no tiene capacidad de bloqueo. De hecho, en el Tratado de Lisboa se eliminó la regla de la unanimidad en el Consejo precisamente para evitar vetos.
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