Papa Francisco: «Hoy hay más mártires que en los primeros tiempos»

No son necesarias declaraciones institucionales. No hay nada más oficial que las palabras del Papa. Francisco recuerda, incesantemente, el calvario que padecen cientos de miles de cristianos perseguidos en todo el mundo. «Lloré cuando vi en los medios la noticia de cristianos crucificados». Sencillas pero elocuentes. Son las palabras del Pontífice de la homilía del pasado viernes 2 de mayo en Casa Santa Marta. Lloró por los crucificados de Siria. El Papa sufre cuando sabe que «en algunos países, solo por llevar el Evangelio, vas a la cárcel. No puedes llevar una cruz porque te harán pagar una multa».

Desde Santa Marta sigue alertando sobre la barbarie de discriminar, acosar, humillar, maltratar o incluso asesinar cristianos por el simple hecho de serlo. Así lo hizo en marzo cuando apuntó a que «hoy hay más mártires que en los primeros tiempos». Porque las persecuciones no terminaron en los primeros siglos del cristianismo.

La semana pasada, en un encuentro con el patriarca de la Iglesia armenia, Karekin II, incidió en este punto. Y recordó, sin nombrarlo, el genocidio armenio del siglo XX asegurando que esa masacre no debe olvidarse.

Para no meter en el cajón de la indiferencia y del olvido esta persecución, el Papa ha recordado, con nombres y apellidos, la desgracia de muchos creyentes. Ha llamado por su nombre el acoso y derribo contra los cristianos de Nigeria. En su primera bendición Urbi et Orbi de Navidad pidió a Dios «por Nigeria, lacerada por continuas violencias que no respetan ni a los inocentes e indefensos».

En la última, hace menos de un mes, imploró el fin de «los atroces ataques terroristas en algunas partes de Nigeria». Y mientras, la Iglesia local sigue sin entender cómo su país se ha convertido en el campo de batalla de los terroristas y quién lo ha permitido; no entiende, pero denuncia la situación. Lo ha hecho con el secuestro de las más de 200 estudiantes señalando tanto a secuestradores como a autoridades. Los obispos dicen estar perplejos ante la inoperancia del Gobierno nigeriano para liberar a las pequeñas secuestradas y vilipendiadas por los terroristas de Boko Haram. Se sienten «avergonzados» por la gestión del Estado y les desconcierta el hecho de que los terroristas hayan sido capaces de llevarse a más de 200 niñas sin dejar rastro.

El Vaticano ha denunciado esta caza al cristiano ante varios organismos internacionales. Dominique Mamberti, el secretario para las Relaciones con los Estados, una suerte de ministro de exteriores, ha llegado a exponer la situación ante la ONU y ante la OSCE. «Con el aumento de la intolerancia religiosa en todo el mundo, está ampliamente documentado que los cristianos son los más discriminados también en la zona OSCE. De hecho, en algunos países de esta zona sigue habiendo leyes, decisiones y comportamientos intolerantes y discriminatorios contra la Iglesia católica y otras confesiones cristianas», declaró ante los 56 miembros de la Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa. Leyes como las recopiladas recientemente por el Observatorio sobre la intolerancia y la discriminación contra los cristianos en Europa. En su último informe anual registraron 41 ejemplos de normas nacionales discriminatorias en 15 países europeos y 169 casos de intolerancia contra cristianos en la Unión Europea.

Y mientras parece que los poderes de este mundo hacen oídos sordos, el Papa confía en los que no tienen nada que ver con los manejos terrenales. Por eso no se cansa de invocar los celestiales; por eso no se cansa de invitar «a rezar de modo particular por los cristianos que sufren persecución».