El padre de Manuel Valls, un pintor catalán que reinventó el silencio
Xavier Valls, natural de Barcelona, es uno de los grandes artistas de la cultura catalana
l.riestra
«Defino a mi hermano como un gran político, con una capacidad tremenda para ocupar puestos de responsabilidad, además de poseer unos valores muy sólidos». Son las palabras con las que Giovanna Valls se refiere a Manuel Valls , recién elegido primer ministro de Francia.
Esos valores a los que alude, Valls se los debe a sus padres, según Giovanna, quien no ha escatimado en halagos hacia su hermano en una entrevista a la agencia Efe, así como hacia sus progenitores: «Mi padre fue un gran pintor y un gran hombre, y estoy segura de que se sentiría orgulloso de su hijo. Trabajaba en casa y en la familia había un gran ambiente de armonía entre nosotros».
«Mi padre no era un exiliado, se fue a Francia con una beca»Es a Xavier Valls (1923-2006 ) a quien el nuevo primer ministro francés debe los orígenes catalanes de los que tan orgulloso se siente. Manuel, como su hermana, nació en Barcelona, es culé, y es capaz de hablar en catalán, castellano, francés e italiano. A él le debe también sus vínculos con Francia -con sólo 17 años estando en París se afilió al Partido Socialista Francés-, país al que viajó a finales de los 40 y que centró buena parte de su obra.
«Mi padre no era un exiliado, sino que se fue a Francia con una beca y luego se quedó, pero sí que estuvo en contacto con muchos exiliados políticos y nuestros padres nos enseñaron valores positivos muy sólidos, así como varios idiomas», explica Giovanna Valls.
El París de Valls
En 1949, Valls llegó a París y allí se instaló, dos años después, en una casa del Quai de l´Hotel de Ville, que fue su hogar el resto de su vida. Allí, la maravillosa Notre Dame y el Sena eran sus vistas y, por lo tanto, fuentes de inspiración así como protagonistas de muchos de sus cuadros. La ciudad de la luz no fue la única temática que plasmó en sus pinturas; también los paisajes suizos, italianos o de Mallorca coparon algunas de sus obras, fue un excelente bodegonista y en todos ellos había un denominador común: la calma, el orden.
Valls no fue solo pintor, también fue dibujante y acuarelista. Entre sus influencias está el escultor suizo Charles Collet, de quien aprendió a mirar y pintar al natural. Joaquim Sunyer, Daniel Vázquez-Días o el cubismo de Cezanne fueron también determinantes en su obra , evolucionando sus rasgos hasta la geometría rigurosa y la sensualidad de los objetos envueltos por la luz. Así, su composición era detallada y minuciosa, evocando realidades cotidianas dentro de una una figuración íntima. La cromática que empleaba era suave y sutil, para lograr un grado de pureza y delicadeza casi mística.
Todos estos son los ingredientes con los que formó un estilo propio, que a su vez dio lugar a que se le conociera como el «pintor del silencio», con la calma y tranquilidad que da la luz de su obra, no solo la de los exteriores, sino también la del interior de los objetos.
Tal y como recuerda Juan Manuel Bonet, Valls fue amigo de Ricardo Viñes, Mompou, Montsalvatge, Bergamín o Gabriel Ferrater. También trató a Rafael Lasso de la Vega, a Jaume Agelet Garriga, al que ilustró, o a Alejo Carpentier, que escribió sobre su obra.
Pese a que su vida transcurrió en París, Valls no perdió su conexión con Barcelona y la cultura catalana. Pasaba sus vacaciones allí y en 1982, el Ministerio de Cultura español organizó la primera gran muestra de su obra en España en las salas de la Biblioteca Nacional.
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