divorcio entre londres y bruselas (III)
La Administración británica reconoce de tapadillo que pertenecer a la UE es beneficioso
Londres publica con sigilo y en medio de fuertes lluvias un puntilloso análisis del reparto de poderes entre Bruselas y Gran Bretaña que concluye que, en general, el statu quo atacado por los «tories» es positivo
borja bergareche
La postura europea del gobierno liderado por los conservadores en el Reino Unido comienza a manifestar llamativos síntomas de esquizofrenia. A mediados de enero, el ministro de Finanzas, George Osborne, planteó un alarmista ultimátum a sus socios en la Unión Europea: «la reforma o el ... declive». «Es el status quo el que condena a los ciudadanos europeos a la actual crisis económica y al declive permanente», dijo el canciller en un discurso en Londres . Un mes después, un puntilloso análisis del reparto de poderes entre Bruselas y Londres realizado por la Administración británica concluye que, a rasgos generales, ese mismo statu quo es beneficioso para Gran Bretaña.
El gobierno presenta ocho nuevos informes sobre el reparto de competencias con la UEEl gobierno que preside David Cameron publicó a finales de la semana pasada ocho nuevos informes elaborados por funcionarios de distintos ministerios que describen minuciosamente el reparto de competencias entre el Reino Unido y la UE. En general, su valoración es más que satisfactoria con cómo funcionan las cosas en la vilipendiada Unión Europea. Todo un contratiempo para un gobierno hiper-crítico con Bruselas, con un fuerte predominio de posturas euroescépticas entre sus ministros, diputados y militantes, y que quiere convocar un referéndum en 2017 para ofrecer a los británicos la posibilidad de salirse del club europeo.
Por eso, la oposición ha acusado al primer ministro de publicar estos informes de tapadillo y con sigilo, aprovechando que el país está concentrado en luchar contra las fuertes inundaciones que asolan el occidente del país. Los laboristas acusan a Cameron de intentar «ahogar estas noticias tan embarazosas». Desde el euroescéptico Partido por la Independencia (UKIP), califican la revisión de competencias ordenada en julio de 2012 por el ministro de Exteriores, William Hague, como una «tapadera para [justificar] la pertenencia británica a la UE».
Algunas quejas en materia de Transporte
Su líder, Nigel Farage , defendía este lunes que «si consultas al statu quo, lo más probable es que respondan defendiéndolo». Y eso eso, con escasas excepciones, lo que ha hecho la Administración británica en materia de comercio, inversión, cultura, transporte o medio ambiente tras recibir cientos de aportaciones de empresas e individuos. Es verdad que el análisis en materia de transporte, por ejemplo, critica la excesiva o deficiente regulación en transporte de mercancías por carretera o en transporte marítimo. Pero la compañía Easy Jet deja claro en su aportación que «somos un producto de la desregulación desde la UE del mercado de la aviación europeo, sin esa desregulación no existiríamos».
Los funcionarios del departamento de Transporte responsables de la evaluación concluyen que «el mensaje principal recibido de las partes afectadas es un apoyo general a la liberalización de los intercambios dentro de la UE y un deseo de ir más allá, por ejemplo en materia de transporte aéreo, a la vez que [transmiten] una frustración cuando esta aspiración ha sido dificultada por una aplicación ineficaz o una falta de cumplimiento de la legislación», según se puede leer en el informe [puedes consultar lo aquí ].
El tono es deliberadamente burocrático y descriptivo. Los ocho informes publicados este mes, al igual que los seis anteriores desvelados en julio pasado [puedes consultarlos aquí ] y los 18 que serán anunciados a lo largo de 2014, no están llamados a dar un veredicto claro sobre la pertenencia a la UE, eso lo harán los políticos.
Pero lo que incomoda al gobierno de Cameron es que, como resalta Christopher Howarth, analista del «think-tank» conservador Open Europe (defensor de una UE reformada), «de los 14 informes publicados hasta ahora todos concluyen que el equilibrio de poderes entre Westminster y Bruselas es en general correcto, lo cual es, cuanto menos, una sorpresa para un gobierno de mayoría "tory"».
¿Revolución euroescéptica en marcha?
Otros informes concluyen que la UE es necesaria para el éxito de la Premier League de fútbol, por citar un ejemplo en materia de Cultura y Medios, o que «el equilibrio de poderes para la libre circulación de mercancías y de propiedad intelectual es beneficioso para el interés del Reino Unido». En el ámbito comercial, el único apartado quizás que no molesta a los euroescépticos británicos, el estudio [puedes leerlo aquí ] concluye que, aunque el comercio con destino a la UE ha bajado del 54% al 47% en la última década, pertenecer a un área comercial europea y firmar acuerdos de libre cambio en bloque aporta más beneficios que la «flexibilidad» que Gran Bretaña tendría en solitario.
El problema para Cameron no es tanto lo que dicen estos informes sino lo que no dicen. Cuando este ejercicio de revisión burocrática del equilibrio de poderes con la UE fue lanzado en julio de 2012, se interpretó como un primer paso para elaborar la lista de la compra con la que Londres acudiría a Bruselas para exigir la repatriación de ciertas competencias. Los conservadores se han comprometido a convocar un referéndum en 2017 si ganan las elecciones en mayo de 2015. Y, si quieren evitar la «salida» de la UE que predicen los sondeos, deben llegar a la consulta con dos logros: una UE menos burocrática y más liberal, y un nuevo reparto de poderes en detrimento de las competencias cedidas a Bruselas.
En aquel mismo momento, un influyente grupo de diputados euroescépticos publicó un catálogo de poderes que debían ser repatriados. En medio de fuertes presiones –y pulsiones– eurofóbicas, el ejercicio administrativo ordenado por el gobierno se interpretó como la puesta en marcha de la revolución euroescéptica definitiva, con «tories» de pedigrí y moderados como Cameron o el propio Hague a la cabeza. Pero la sucia realidad de la política, y más en el tenebroso mundo de las negociaciones europeas, invita a desconfiar de lo que uno sueña.
Fuertes contradicciones
Las bases euroescépticas del Partido Conservador están confundidas. Y, por mucho gesto de Cameron y mucho discurso amenazador de Osborne, no se fían de que quieran llevar la promesa del referéndum a sus últimas consecuencias. Desde la barrera, el UKIP se frota las manos. Y los laboristas, que podrían volver a Downing Street en 2015, guardan un prudente silencio mientras los «tories» se desgarran y se manifiestan sus incoherencias.
Un «tory» euroescéptico concluye que «ya no tenemos un gobierno independiente»Para el diputado conservador euroescéptico John Redwood, su lectura de la revisión de competencias es que «la impresión predominante es que ya no tenemos un gobierno independiente en muchas áreas». Coincide así con el UKIP, que ha aplaudido el reciente discurso en Londres de la vicepresidenta de la Comisión Europea, Viviane Reding, en el que recordó que el 70% de las legislaciones nacionales provienen de la UE.
«Por fin alguien dice que Europa importa, y que no importa si gobierna Cameron o [el líder laborista Ed] Miliband en Downing Street porque nuestras leyes se hacen en otro sitio», afirmaba Farage este lunes. Desde el gobierno, la ministra conservadora para Irlanda del Norte, Theresa Villiers, reaccionaba a la publicación de los informes aclarando que «Gran Bretaña no está corriendo hacia la puerta» de la UE. «Ese no es el objetivo del primer ministro, su objetivo es reformar la relación con Europa y después dar al pueblo británico el voto sobre Europa que no han tenido en los últimos 40 años».
¿Dentro o fuera? «¿In or out?», le preguntan a Cameron unos y otros. Mientras Cameron resuelve su irresoluble dilema «hamletiano», Bruselas ha decidido no esperar con los brazos cruzados y contraatacar en suelo inglés . La actual Comisión Europea es de mayoría conservadora y, en general, simpatiza con la idea de reformar la UE, de reducir la burocracia y de favorecer más la inversión y las empresas. «Lo correcto no es darse la vuelta sino involucrarse y ver lo que podemos hacer juntos para mejorar las cosas», afirmaba Jose Durao Barroso, presidente de la Comisión, en un discurso el viernes pasado en la London School of Economics.
«Si no os gusta Europa tal y como es, mejoradla», dijo. Una invitación desafiante pero, a la vez, cordial, que podría transformarse en una belicosidad impaciente si se confirman los sondeos que dan la victoria a los socialistas en las europeas de mayo. Si es así, el principal candidato a coger el testigo del conservador Barroso será el eurodiputado alemán Martin Schultz. Un político socialdemócrata de fuertes convicciones federalistas, y mucha menos paciencia para euroescépticos defensores de la libre empresa.
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