Berlusconi celebra el día del amor en pleno vendaval político italiano
«Enamorados de Italia» es la nueva criatura política que nace hoy de las insaciables ansias de poder de «Il Cavaliere»
ángel gómez fuentes
Nadie lo hubiera dicho hace muy pocas semanas: Silvio Berlusconi condenado de forma definitiva por el Tribunal Supremo por un grave delito fiscal, al que se le daba ya por muerto políticamente, vuelve a ocupar un lugar destacado en la escena política. Es más, se ... siente ya como un padre de la Patria.
Hoy, festividad de San Valentín, Silvio Berlusconi es doblemente feliz y lo celebrará por todo lo grande. Esta vez no se trata de una celebración de enamorados con su novia, la joven Francesca Pascale, y con su inseparable caniche Dudú.
Il Cavaliere bautizará hoy su nueva criatura política, «Enamorados de Italia», que tiene también su símbolo: un corazón tricolor, evocando los colores de Forza Italia y de la bandera italiana (verde, blanco en el centro y rojo).
Solo hay una palabra de orden: amor. Su objetivo es recuperar el 4 % de votos perdidos en las últimas elecciones celebradas el 25 de febrero 2013, a causa de los decepcionados por los escándalos de Berlusconi, entre ellos el bunga bunga.
Se encargarán de esa misión de conquista de votos los «enamorados de Italia», que están construyendo una red en todo el país con la mirada puesta ya en las próximas elecciones. No hay que olvidar que Berlusconi tiene una capacidad extraordinaria para hacer las campañas electorales, una virtud que le reconocen incluso sus más acérrimos enémigos. Y para ello, Il Cavaliere siempre tiene lista su máquina de propaganda.
«Padre de la Patria»
Hoy Berlusconi es además especialmente feliz porque irá como líder de Forza Italia a las consultas que debe abrir con todos los partidos, como exige la constitución, el presidente de la República, Giorgio Napolitano, para encargar después la formación de gobierno a Matteo Renzi, secretario del Partido Dermocrático (PD) y alcalde de Florencia.
Sus estrechos colaboradores señalan que hablará a Napolitano de la importancia de las reformas y de su apoyo en esta nueva fase política a Matteo Renzi. Es decir, Berlusconi reivindica el papel de ser un padre de las reformas institucionales que se realizarán. Berlusconi se presenta así con una imagen que él pretende hacer ver que está a años luz de la de un condenado.
Decisivo en este renacer de Silvio Berlusconi ha sido precisamente Matteo Renzi. El secretario del PD consideró que era fundamental dialogar con «Il Cavaliere», como líder del segundo partido más votado del país. Y con él acordó tres reformas fundamentales que, una vez aprobadas por el parlamento, cambiarán el futuro de la política italiana.
Reforma del artículo V de la Constitución, que hace referencia a las regiones, provincias y municipios; transformación del Senado en Cámara de las autonomías, y reforma de la ley electoral para favorecer el bipartidismo.
Renzi habló incluso de «profunda sintonía» con «Il Cavaliere». A muchos disgustó esa armonía entre Renzi y Berlusconi. Por ejemplo, el exprimer ministro y senador vitalicio, Mario Monti, criticó a Renzi porque no solo resucitó a Berlusconi, sino que además ha hecho que pueda tener imagen de «padre de la Patria».
Berlusconi, encantado con Renzi
Muchos observadores consideran que el Partido Democrático y su secretario Renzi, al forzar la caída del gobierno Letta, creando en principio confusión en la vida política del país, le han hecho gratis la campaña electoral a Berlusconi y a su partido.
Lo que está claro es que «Il Cavaliere» está hoy de enhorabuena viendo que Renzi tomará las riendas del nuevo gobierno italiano. Berlusconi espera seguir con su papel «padre constituyente y reformador».
Confía además que Matteo Renzi se queme en la dificilísima tarea que ha de afrontar para sacar al país de la crisis, porque tendrá que adoptar medidas impopulares, y espera que el alcalde de Florencia no llegue al final de la legislatura en el 2018, como tiene previsto, sino que se vea obligado a convocar elecciones anticipadas. Obviamente, Berlusconi, de 78 años, sueña con volver de nuevo como triunfador y gran protagonista de la política italiana.
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