«Esta guerra no debería haber ocurrido»
Emmanuel Jal, uno de los músicos más reconocidos de Sudán del Sur y antiguo niño soldado, analiza para ABC las claves del actual conflicto en el país africano
EDUARDO S. MOLANO
La historia de Emmanuel Jal es la biografía de un conflicto.
Nacido en los 80 en la región de Bahr el Ghazal (actual Sudán del Sur), este joven de etnia nuer fue uno de los numerosos niños reclutados por el Ejército Popular de Liberación de ... Sudán (SPLA) durante los convulsos años de violencia entre Norte y Sur.
Con el fusil como juguete, Jal dedicaría parte de su niñez guerreando en la vecina Etiopía, hasta que fue rescatado por Emma McCune, activista estadounidense casada con uno de los comandantes del SPLA, Riek Machar. El joven sursudanés tenía solo once años .
Desde entonces, muchas cosas han cambiado para estos tres personajes. Tras su paso como refugiado político por Kenia y Reino Unido, Jal abrazó la música hip-hop y en 2004 grababa su primer disco «Gua» («paz» en lengua nuer). Por su parte, McCune fallecería solo unos años más tarde, en 1993, en un accidente de coche en la capital de Kenia, Nairobi. Mientras, el comandante rebelde Machar se convertiría en vicepresidente de Sudán del Sur, tras la independencia del país africano en 2011.
Ahora, su historia común escribe otro nuevo capítulo. Desde el pasado 15 de diciembre, un conflicto entre simpatizantes de Machar (depuesto de su cargo en julio) y el presidente del país africano, Salva Kiir, amenaza con reabrir las heridas tribales en la nación más joven del mundo.
El enfrentamiento tiene su origen en las acusaciones de Kiir (dinka) sobre su histórico rival político Machar (nuer), de planear la toma del poder por la fuerza, lo que degeneró en un conflicto inter-étnico en ciertas regiones del país. Más de 500.000 personas han sido desplazadas de sus hogares desde entonces .
«En realidad no es una guerra tribal. Es una guerra política y económica, que quieren convertir en tribal», asegura a ABC Jal, quien ahora es una de las principales figuras regionales de la música y uno de los más reconocidos activistas por la paz.
No obstante, los crímenes en nombre de la etnia se suceden. Según denunciaba recientemente Human Rights Watch, «crímenes atroces se han cometido contra la población civil por la única razón de su origen étnico». Por ejemplo, la organización documenta cómo, en la noche del 15 de diciembre, las fuerzas del orden de la capital, Juba, detuvieron a cientos de hombres nuer y los condujeron a una dependencia policial del barrio de Gudele. Al día siguiente, y según testigos presenciales, hombres armados comenzaron a disparar de manera sistemática a través de las ventanas del edificio, matando a entre 200 y 300 personas.
Para el músico, el Gobierno ha fallado en controlar la violencia. «Esta guerra no debería haber ocurrido. Soy un refugiado que no puede volver a su país porque me matarían», denuncia.
«Machar huyó para salvar su vida (comenzado el conflicto, el exvicepresidente escapó a una localidad sin identificar del interior del país) y sus colegas políticos están en la cárcel. Mi fijación aquí es justicia. Estoy más interesado en la paz», recuerda el joven nuer.
Liberar a los presos políticos
Esta semana, los actores armados del conflicto firmaban un alto el fuego para poner fin a la crisis. Sin embargo, el Gobierno de Juba ya ha mostrado su escepticismo sobre si las tropas rebeldes podrán controlar a sus heterogéneas milicias.
Para el activista, la actual posición defendida por el exvicepresidente -liberar a los presos políticos detenidos, entre los que se encuentran los exministros Deng Alor y Kosti Manibe, así como Pagan Amum, secretario general del gubernamental Movimiento Popular de Liberación de Sudán- tiene sentido. «Los necesitamos para estabilizar el país, ya que son los fundadores del Estado», destaca.
Jal reconoce estar en una situación difícil. Como músico y como activista: «Si me mantengo callado, ya estoy tomando partido por una parte . Puedo cantar sobre la “paz”, pero tengo que hablar también sobre lo que está mal».
Entretanto, las letras del joven músico se pierden en las calles de Sudán del Sur. «No puedo esperar, no puedo esperar por ese día. Cuando no veré más lagrimas, no más miedo, no más sollozos. No más tribalismo, nepotismo y racismo en mi madre patria», denuncia «Gua», la obra maestra del Jal. «Paz» en lengua nuer.
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