El inmovilismo de Hollande amenaza la salida de la crisis en Europa

El malestar y el extremismo político se apoderan de una Francia estancada, que no vislumbra la luz al final del túnel

El inmovilismo de Hollande amenaza la salida de la crisis en Europa reuters

juan pedro quiñonero

La Francia de François Hollande oscila entre la condición fantasmal de princesa encantada de un ilusorio cuento de hadas y la inquietante situación de enferma de Europa, sancionada por las agencias de clasificación financiera internacional que denuncian un saturnal inmovilismo de Estado.

Jean d’Ormesson , patriarca de la literatura francesa de nuestro tiempo, resume de este modo la situación presidencial: « Hollande y su Gobierno están arruinando la ambición socialdemócrata para Francia. El presidente se condenó él solo afirmando que él es el responsable personal de todas las políticas que se ponen en práctica. A partir de ahí, todo el mundo constata que una mayoría abrumadora de franceses condenan sus políticas . Se subraya menos que François Hollande también está destruyendo el Partido Socialista y la izquierda francesa».

«Hollande persiste en no reconocer el papel de la empresa en la lucha contra el paro»¿Por qué destruye Hollande la credibilidad de su Gobierno, su partido y la izquierda francesa? Jean d’Ormesson avanza esta razón de fondo: «La clave está en el obstinado rechazo de Hollande a reconocer el papel decisivo de la empresa en la lucha contra el paro, al contrario de lo que han hecho los alemanes de izquierda y derecha, o los españoles, que lo están haciendo mejor que los franceses , gracias a la política económica de Luis de Guindos». El mes de mayo de 2012, un 75 por ciento de franceses tenían buena o muy buena opinión de Hollande, recién elegido presidente de la República. Año y medio más tarde, entre un 75 por ciento y un 78 por ciento de los franceses tienen mala o muy mala opinión del jefe del Estado.

¿Cómo se ha producido esa inversión dramática en la cota de credibilidad del presidente de la República? El candidato Hollande derrotó a Nicolas Sarkozy prometiendo que Francia volvería a crecer, económicamente, gracias a una «gran reforma europea»: París no firmaría el Pacto Fiscal europeo hasta que este incluyese un nuevo capítulo de relanzamiento económico. Angela Merkel aceptó añadir al tratado unas breves líneas de apoyo al crecimiento. Y Francia firmó el tratado con celeridad. Tras la firma, Hollande, sus ministros y propagandistas insistieron en que «Francia y Europa están cambiando de rumbo».

A la espera de la guillotina

Un año más tarde, el Gobierno Hollande ha incumplido todas sus promesas europeas: el crecimiento no llega, todos los indicadores económicos estatales se han degradado y Laurent Joffrin , director del semanario socialdemócrata «Le Nouvel Observateur», ha escrito que Hollande se encuentra en la situación de Luis XVI en vísperas de la Revolución (1789), esperando el día de ser conducido a la guillotina.

El Tribunal de Cuentas, la OCDE, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea hace meses que habían anunciado la sentencia final de Standard & Poor’s, la agencia de clasificación financiera, que ha vuelto a degradar la cota de credibilidad internacional de AA positiva a AA, que ya había sido degradada en enero 2012, cuando Hollande comentó de este modo la sentencia que caía sobre la política de Nicolas Sarkozy: «Standard & Poor’s ha sancionado la política personal del jefe del Estado. Ha llegado la hora de que se largue». Todos los compromisos europeos han sido incumplidos , y todos los indicadores económicos y sociales están en rojo . La deuda continúa creciendo y asciende al 93/94 por ciento del PIB. Francia había prometido recortar el déficit al 3 por ciento este año pero, en verdad, continúa rozando el 4 por ciento.

En doce meses han aparecido más de 300.000 nuevos parados. El 11% de paro de la población activa solo refleja parcialmente la gravedad de la crisis social. Los sindicatos anuncian más de 200.000 nuevos parados, como consecuencia de los ajustes anunciados en cientos de empresas. Según el Instituto Nacional de Estadísticas Económicas, este año en Francia han desaparecido 62.431 empresas . La organización humanitaria Socorro Católico denuncia el aumento masivo de los pobres de misericordia.

El fantasma de la degradación nacional está muy presente en la opinión pública. Hacia el año 2000, Francia era el cuarto exportador mundial, y hoy ha retrocedido dos o tres puestos. Francia todavía e ra entre 2011 y 2012 la quinta potencia económica mundial, hoy retrocede hasta un noveno o décimo puesto .

«Cuando un presidente pierde su autoridad, las pasiones más funestas crecen en la sociedad»En cierta medida, el presidente Hollande ha acelerado una degradación que viene de muy lejos . Su caída en el pozo negro de la impopularidad, víctima de las promesas incumplidas y la degradación inexorable de la crisis económica y social, está agravando una crisis moral de inmenso calado, que Luc Ferry , el filósofo más popular de Francia, resume de este modo: «Cuando un presidente de la República, encarnación del Estado, pierde buena parte de su legitimidad y de su autoridad, las pasiones más funestas se extienden por la sociedad civil».

En el caso francés, la degradación de la credibilidad del jefe del Estado atiza, al mismo tiempo, la inquietud europea y el crecimiento de los extremismos nacionales.

Por vez primera en la historia política de Francia, la extrema derecha del Frente Nacional (FN), liderado por Marine Le Pen , ha llegado a cotizarse en intención de voto como el primer partido de Francia , ante las próximas elecciones europeas.

Inquietud germana

Desde Berlín, el Bundesbank y las más eminentes personalidades han hecho públicas su inquietud y sus reservas ante el inmovilismo del Estado francés. Más allá de la crisis nacional, la deuda soberana francesa comienza a correr el riesgo de convertirse en un problema para toda la zona europea.

La ausencia de crecimiento francés pesa sobre la recuperación económica de toda Europa. La caída del poder adquisitivo de las familias francesas, por vez primera desde hace décadas, es una amenaza para Francia y los exportadores europeos .

En el Elíseo, François Hollande contempla silencioso e inmóvil una tormenta que puede precipitar chuzos de punta. Su Gobierno se sabe en cuarentena. El Partido Socialista teme la agravación de la crisis. La opinión pública no confía en ningún cambio de Gobierno. Extrema izquierda y extrema derecha esperan crecer manipulando la incertidumbre y la angustia social.

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