El consumo de drogas se abre paso al Este de África

En los últimos tiempos, el África Oriental se ha convertido en la ruta preferida por los traficantes asiáticos , principalmente de Afganistán, Irán y Pakistán, debido al creciente incremento de la demanda local y la aplicación de medidas coercitivas en itinerarios tradicionales como los Balcanes.

¿Los principales afectados? Los africanos de a pie.

Desde febrero de 2011, el hospital Muhimbili de Dar es Salam (Tanzania) forma parte de una experiencia pionera en el continente, centrada en el uso de metadona como tratamiento para superar la adicción de sus pacientes a la heroína.

Como aseguraba recientemente a ABC Yovin Ivo Laurent, miembro de la Comisión Anti Droga del país africano, Tanzania cuenta con cerca de 25.000 consumidores de drogas intravenosas (el 40% de ellos, seropositivos). Por ello, se antojaba como prioridad la creación de programa más atrevidos encaminados a frenar este mal. Unas medidas experimentales -al menos en la región- que demuestran el grado de incidencia del tráfico de drogas en el continente africano.

Las cifras no son menores, Mientras que en Sudáfrica el Consejo Nacional para el alcoholismo y la drogodependencia (Sanca), dispone ya de 30 centros de rehabilitación para ex adictos, en Kenia este número se eleva hasta los 44. Todos ellos pertenecientes a la Nacada, agencia gubernamental cuyo lema es lograr un país libre de estupefacientes.

Para John Muturi, su director de programas, en los últimos tiempos, el Este de África ha dejado de ser un mero punto de distribución hacia Europa para convertirse también en consumidor.

«A día de hoy, cerca del 1,9% de la población de las provincias costeras (vía de entrada de la droga proveniente de Afganistán) es consumidora habitual de heroína», denunciaba ya en 2011 Muturi.

Pero si en Kenia el panorama es desolador, en el Oeste de África la situación no es mucho más esperanzadora. Aunque su consumo sea más limitado.

En 2009 se traficaron cerca de 21 toneladas de cocaína con destino Europa a través de países como Senegal y Guinea Bissau. La cifra representa una disminución con respecto a dos años atrás (cuando probablemente el total alcanzó las 47 toneladas). Sin embargo, para los analistas, esto tan solo significa que el tráfico se ha vuelto más complejo.

Medios más sofisticados

En 2011, Alexandre Schmidt, jefe en la región de la UNODC ya advertía que se había producido un reposicionamiento de las rutas de tráfico y es ahora cuando los narcotraficantes tienen medios mucho más sofisticados (denunciaba incluso la utilización de submarinos) para llevar a cabo sus operaciones.

Para Schmidt, «lo que estamos viendo en África occidental es lo que anteriormente experimentamos en México» . Y en el grado de violencia, quizá no vaya mal encaminado.

Solo un año antes, la agencia antidroga de Estados Unidos (DEA) había denunciado las conexiones entre Al Qaida en el Magreb Islámico, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y los cárteles mexicanos encaminadas a garantizar una mejor distribución de cocaína a través del continente africano.

No en vano el propio director de la región andina de la DEA, Jay Bergman, calificó de «impía» la asociación entre ambos frentes, revelada tras la detención de tres miembros de la organización islamista -Oumar Issa, Harouna Toure y Idress Abelrahman- que lideraban un cargamento de droga hacia Estados Unidos.