«Yo no me muero sin ver un cambio en Venezuela»

María Gutierrez es la electora que declara a ABC en el Colegio Schontal de Los Palos Grandes, una urbanización caraqueña de clase media, que siempre ha sido bastión de la oposición. Ella fue a las 15 y media de la tarde y después de votar se sentó a esperar los resultados. «Son los nervios», nos dijo, «no me voy a casa sin ver con mis ojos los resultados».

A su lado unas 30 personas voluntarias se quedaron sentadas esperando también para vigilar y defender el voto según instrucciones del comando Simón Bolívar, del candidato opositor Henrique Capriles.

A las 16:30 hora local, los centros de votación del este de Caracas han registrado una participación entre 60 y 70 por ciento de votos, mucho menor que la anterior del 7 de octubre. Las mesas de los centros deben cerrar a las 18 horas pero si hay gente en la cola para votar pueden permanecer abiertos hasta el último votante. La alianza opositora Mesa de la Unidad Democrática y el movimiento de estudiantes «operación soberanía» han hecho un esfuerzo enorme para apoyar el cambio que representa Capriles. Pero la movilización de los 200.000 testigos de mesa voluntarios de la oposición no se compara con la maquinaria chavista que cuenta con casi 1 millón y medio de activistas tarifados que ya deben haber comenzado con la operación remolque para acarrear a los perezosos votantes chavistas.