Líbano sigue atrapado por la guerra de Siria

Al tiempo que ayer domingo la ciudad de Trípoli, en el norte del país, volvía a vivir episodios de violencia entre suníes y alauíes que produjeron varios heridos, el ministro de Interior libanés, Marwan Charbel, reconocía en declaraciones a la prensa que el país estaba «profundamente involucrado» en el conflicto sirio a pesar de los intentos del Ejecutivo por evitar el contagio de la guerra al vecino Líbano. Charbel acusó a «todos» de exportar armas a Siria al servicio de sus propios intereses y de utilizar una retórica cargada, en no pocas ocasiones, de violencia. No hay que olvidar que la distancia entre los dos grandes bloques políticos libaneses, el 8 de marzo encabezado por Hizbolá y a favor de Bashar al Assad y el 14 de marzo del lado de los rebeldes, parece cada día más insalvable.

La semana pasada el Consejo de Seguridad de la ONU también mostraba su temor por el impacto de los acontecimientos sobre Líbano, incluido el flujo constante de refugiados que supera ya los 360.000 aunque no pocos analistas consideran que esta cifra podría ser mucho mayor, y por las últimas escaramuzas en la frontera. «Los miembros del Consejo expresamos nuestra grave preocupación por los repetidos incidentes en la frontera que han dejado muertos y heridos del lado libanés, así como las incursiones, secuestros y el tráfico de armas», indicaban en un comunicado de prensa.

Si bien el Consejo elogiaba los esfuerzos del presidente libanés, Michel Sleiman, para preservar la unidad y estabilidad del país e instaba a todos los actores a trabajar para garantizar la celebración de las próximas elecciones parlamentarias de junio, lo cierto es que el Líbano asiste a un deterioro de su seguridad como consecuencia del trance sirio, salpicado por los, cada vez más habituales, choques armados entre detractores y partidarios del presidente sirio, Bashar al Assad.

Siria, por su parte, que comparte una porosa frontera de 330 kilómetros con el Líbano, ha acusado a «grupos terroristas» de organizar desde el país del cedro ataques contra sus tropas y de enviar armas a los insurgentes, advirtiendo el jueves pasado a Beirut de su intención de atacar refugios de «bandas terroristas» si el gobierno del primer ministro Najib Mikati no hacía nada al respecto.

«Multitud de terroristas siguen presentes en territorio libanés y pueden ser vistos por nuestras fuerzas, que están practicando niveles extremos de contención a la espera de que las autoridades libanesas controlen su frontera en el marco de su compromiso con la protección de la vida de ciudadanos inocentes y con la no escalada de la tensión que estos grupos buscan», afirmaba el Ministerio de Exteriores sirio en una nota. Decenas de libaneses han muerto o han resultado heridos en las localidades cercanas a la frontera a causa del impacto de cohetes o balas perdidas desde el inicio de las revueltas. Damasco siempre ha justificado lo sucedido en el marco de la lucha contra los rebeldes, a los que acusa de entrar y salir del país a través de las fronteras con Líbano, Turquía y Jordania.