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Peña Nieto recupera la autoridad presidencial a los cien días de mandato
«No hay intereses intocables, el único que protegeré será el de los mexicanos», dice tras un giro al programa priista
Peña Nieto recupera la autoridad presidencial a los cien días de mandato
Enrique Peña Nieto asumió la presidencia de México con un golpe de efecto : llevar de la mano a los líderes de las principales fuerzas políticas para firmar el llamado Pacto por México, un programa que contempla acciones estratégicas en materia de derechos y libertades, ... seguridad y Justicia, transparencia institucional, gobernabilidad democrática y crecimiento económico. En este último epígrafe se integran reformas como las de la competencia, las telecomunicaciones o el sector energético.
A punto de cumplirse cien días en el poder, Peña Nieto daba días atrás otro golpe sobre la mesa: la detención de Elba Esther Gordillo , líder del sindicato magisterial y rival político del mandatario, el rostro que le ponen los mexicanos a la corrupción generalizada («La Maestra» habría robado millones de euros de las cuotas de los maestros) y opositora a algunas de las medidas contempladas en la reforma educativa postulada por el Gobierno.
Según René Delgado, director editorial del diario «Reforma», «el gobierno anunció clara y manifiestamente el propósito de recuperar la rectoría del Estado en materia educativa. [...] No es una mera coincidencia que la detención de la lideresa se diera 24 horas después de promulgar la reforma constitucional y 24 horas antes de la realización del Consejo Extraordinario del sindicato liderado por ella. [Peña Nieto] se aparta de la práctica panista de ganar la elección sin conquistar el gobierno [...]. Se aleja del ejercicio del no poder. Es la exhibición del triste papel protagonizado por los expresidentes Vicente Fox y Felipe Calderón frente al poder fáctico encarnado por Elba Esther Gordillo, sellado por el sacrificio del interés nacional por el interés electoral».
Gordillo, cuando aún era secretaria general del Partido Revolucionario Institucional, colaboró con Fox en su fallida reforma fiscal. Después, ya desde las filas del partido Nueva Alianza, su contribución se consideraría decisiva para la victoria de Calderón en las presidenciales de 2006.
La recuperación de la autoridad presidencial, viejo sello del PRI durante las siete décadas en que monopolizó el poder (1929-2000), se hizo evidente el pasado fin de semana durante el congreso del partido, cuando Peña Nieto logró dar un giro liberal al programa priista que allana el camino para las reformas energéticas y fiscal, que incluye la apertura a la inversión privada en la petrolera estatal, Pemex, y la aplicación del IVA a medicinas y alimentos. «El PRI se ha transformado para poder transformar México. No hay intereses intocables, el único interés que protegeré será el de los mexicanos», dijo el presidente, quien además se ha hecho con un puesto permanente en su Consejo Político Nacional.
Sin avances en seguridad
El problema que más preocupa a los mexicanos, y el más visible en el exterior, el de la violencia, no ha sufrido, sin embargo, grandes cambios. Aunque Manuel Mondragón, comisionado Nacional de Seguridad Pública, asegura que la nueva estrategia, basada en la coordinación y no en la «competición» entre ministerios, policías y fiscales, habría permitido incrementar cuatro veces los decomisos de droga y reducir los homicidios y los secuestros. Empero, «existen preocupantes señales de que este gobierno no está dando prioridad suficiente a la protección de los derechos humanos», denunciaba Javier Zúñiga, asesor especial de Amnistía Internacional.
Lo cierto es que la política de seguridad de Peña Nieto no ha variado sustancialmente la de su antecesor, excepto en que los asesinatos y las detenciones obtienen un perfil informativo más bajo por parte de las autoridades. El goteo de muertos tampoco cambia, con una media de 1.000 «ejecuciones» al mes.
«No hay mayor contraste entre el gobierno de Felipe Calderón y el que arranca de Peña Nieto que en la forma de comunicar. Si el presidente panista estaba obsesionado con dar un reporte actualizado de las cifras de los muertos casi a diario y con hablar casi exclusivamente de temas de seguridad, el priista se concentra en comunicar toda la agenda de su gobierno a diario, excepto la de seguridad, y en difundir mensajes que parecen de conferencia de superación personal en los que la narrativa que se presenta es la de un país que «sí puede» y que «debe cambiar», sentencia el analista Genaro Lozano.
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