Los portugueses huyen del desempleo
130.000 personas salieron del país vecino el año pasado buscando trabajo. La mayoría, jóvenes altamente cualificados
BELÉN RODRIGO
Los portugueses nunca han dejado de ser un pueblo de emigrantes. Lo fueron en la época de los descubrimientos, cuando salían en busca de nuevas tierras, y lo siguen siendo ahora, cuando su país apenas les ofrece oportunidades laborales. Se calcula que existen 2,3 ... millones de emigrantes portugueses por el mundo y si contamos a los descendientes ya nacidos en el extranjero la cifra asciende a los cinco millones. Una cifra llamativa para un país de diez millones. Todos los años salen de Portugal alrededor de 100.000 hombres y mujeres en busca de un futuro mejor, número que en el 2012, según los cálculos de la Secretaría de Estado de las Comunidades Portuguesas, se acercó a los 130.000.
Ese número podría llegar a superarse este año, teniendo en cuenta las dificultades económicas de Portugal. «Vivimos un flujo migratorio semejante al registrado en 1960», confirman desde la secretaría de Estado, «pero si hace cinco décadas la mayor parte de los portugueses que emigraba era mano de obra no cualificada ahora la mitad de los emigrantes son trabajadores altamente cualificados, sobre todo del área de salud e ingeniería».
El desempleo sigue creciendo en Portugal con tasas hasta ahora nunca registradas. La emigración siempre ha existido, aunque sus características van cambiando según los diferentes periodos, y actualmente la falta de oportunidades laborales es lo que lleva a muchos jóvenes a abandonar su país. También la posibilidad de ver su trabajo mejor recompensado económicamente. Jóvenes y no tan jóvenes se han visto obligados a hacer las maletas y conocer otros mundos en los que les surgen trabajos, muchas veces triunfan fuera y ya no quieren regresar. No siempre la historia es de color de rosa pero en cualquier caso tomar la decisión de dejar su país es para todos ellos una decisión dolorosa.
Sergio Rocha se encuentra trabajando en Brasil. Formado en Ingeniería Civil y Gestión Deportiva, trabaja en MSM Construções. Nació en Mozambique hace 40 años y salió de Portugal tras perder su empleo por insolvencia de la empresa. «La falta de oportunidades de colocación en Portugal me obligó a encarar el extranjero como una opción para continuar mi carrera», explica a ABC. Sergio prefería haber seguido trabajando en su país, junto a su familia y amigos, pero tomó esta decisión para poder seguir su carrera, «no por una cuestión de dinero».
Lleva cerca de un año en Brasil y si le surgiese una oportunidad, no le importaría trabajar en Mozambique o en China. A pesar de la desaceleración que el mercado y la economía brasileña ha sufrido este año, siente que sigue existiendo necesidad de ingenieros en Brasil, «sobre todo con experiencia». Por eso alerta a los jóvenes licenciados portugueses que quieran emigrar a Brasil, «porque el visado se obtiene comprobando tu experiencia profesional y porque el mercado en sí exige dicha experiencia». No obstante, «existen muchas empresas portuguesas trabajando en el extranjero y la emigración estando conectado a una empresa portuguesa puede ser una buena opción». Sigue muy atento todo lo que pasa en Portugal y cree que la crisis «económica y de valores va a durar y no siento en ningún portugués perspectivas de mejora».
España, cada vez menos oportunidades
Con origen en el norte y centro de Portugal, hace años se inició una emigración para España de trabajadores portugueses poco cualificados, mayoritariamente hombres. Pero la crisis en estos sectores acabó con el empleo de muchos trabajadores lusos obligados a regresar a sus ciudades de origen. A su vez, España se ha convertido en local de trabajo de muchos portugueses con estudios superiores que han encontrado en el territorio español la posibilidad de proyectar su carrera internacional. Eso sí, con la crisis, la situación ha variado y el paro también está afectando a los portugueses que trabajaban en España.
David Magboulé, 30 años, trabaja en Madrid como responsable de márketing para Iberia de la internacional Carestream Health. Nació en París y a los 5 años ya estaba viviendo en Lisboa. Licenciado en Biología, este portugués ha vivido en Francia, Inglaterra, Estados Unidos y España. Su objetivo es poder regresar a su país. «Para poder implementar los métodos que aprendí viviendo y trabajando en el extranjero, tanto técnicos como humanos», explica, añadiendo: «La situación de empleo de momento no se presenta por ahora como algo fácil».
Reconoce que en Portugal «ganaría eventualmente 20 a 30% menos de lo que gano en España y el coste de vida de los dos países no es muy diferente». Y además llama la atención al hecho de haber logrado el puesto de director de márketing de una multinacional con apenas 26 años, «dudo mucho que en Portugal me lo hubiesen ofrecido». Ve Portugal como el país en el que le gustaría asentarse para crear su propia familia y espera encontrar buenas condiciones laborales para volver. Evita caer en lamentaciones y desespero por la situación que se vive ahora en Portugal. «Veo nuevas empresas que se crean, innovadoras en el diseño y en el concepto de producto y servicio y nuevas asociaciones que dan apoyo al emprendedor», explica, optimista.
Helder Barata, ingeniero aeronáutico de 34 años, es natural de Sabugal (Guarda) y lleva nueve años en España, donde trabaja como funcionario público en el ministerio de Fomento en la Agencia Estatal de Seguridad Aérea. Realizó prácticas durante nueve meses en una empresa española a través del programa NetworkContacto de ICEP Portugal y acabó recibiendo una oferta de trabajo en dicha compañía. Se inscribió en la universidad española para poder homologar su curso y se presentó a las oposiciones para ser funcionario del Cuerpo de Ingenieros Aeronáuticos del ministerio de Fomento.
Helder asegura que su idea, cuando estudiaba, no era la de ir fuera de Portugal. Ahora ni siquiera sabe lo que es trabajar en su tierra y reconoce que le pagan mucho mejor que si estuviese en Portugal, a pesar de los recortes en los sueldos de los funcionarios en España. Sigue de cerca todo lo que pasa en su país y tiene contacto con la comunidad lusa que reside en Madrid. A la hora de hablar de las posibilidades que existen en el extranjero para los jóvenes recién licenciados, Helder les recuerda: «Hay que tener en cuenta que un sueldo en el extranjero puede parecer alto si lo comparamos con Portugal pero en ese país muchas veces da para malvivir».
Por eso recomienda informarse bien antes de aventurarse a salir de casa. «Emigrar tiene un gran problema….todos pensamos que va a ser por poco tiempo y al final puede ser una vida entera. Vine para nueve meses y ya llevo nueve años», resalta. Últimamente Helder piensa en la posibilidad de cambiar de país. «Si emigrase sería para Suecia, Noruega, Finlandia o Dinamarca, países desarrollados en lo que a la clase política se refiere».
También hay casos de portugueses que no se han marchado condicionados por la crisis, sino por el placer de aprender otras culturas. Rute Viais, 36 años, ya ha vivido en las ciudades brasileñas de Río de Janeiro y São Paulo, además de en Ginebra (Suiza). Desde hace un año trabaja en Budapest, en la multinacional BP. Esta lisboeta tiene claro que su trabajo está «donde exista desafío». Orgullosamente portuguesa, asegura que no se siente emigrante con el significado que le daba de pequeña. No descarta regresar a Portugal si se debe a un motivo, ya sea laboral o personal, que conlleve su felicidad.
Tiene dos licenciaturas y tres especializaciones y es consciente de que con su formación el desafío profesional en su país no sería el mismo. Sigue diariamente a través de la prensa lo que pasa en Portugal: «Lamento la debilidad del Gobierno que llevó al país a la situación en la que estamos», explica. Recomienda a los jóvenes que «sigan lo que les hace felices y no se orienten por el dinero. Que aprendan mucho fuera e inviertan en su conocimiento». En Hungría se ha encontrado con personas curiosas por conocer Portugal, «país que consideran bonito, de gente buena, afable y acogedora, feliz, con historia, monumentos, arte, paisajes…Portugal de los descubrimientos y desarrollado».
Después de vivir en Barcelona, Lyon y Río de Janeiro, Sara Figueiredo, 32 años, natural de Viseu, está ahora instalada en Singapur, donde trabaja desde hace unos meses para la farmacéutica Bayer Healthcare. Salió de Portugal precisamente por un desafío profesional aunque antes había estudiado en Barcelona con el programa Erasmus. «Entendí que alguna vez debía vivir fuera porque es una experiencia muy enriquecedora», explica. Asegura que en su país adoraba tanto el trabajo como sus compañeros, con una vida personal muy cómoda, por lo que no esconde su deseo de regresar en breve. En Singapur trabaja diariamente con gente de muchas nacionalidades: Malasia, Australia, Inglaterra, Israel… «Adoro estas diferencias de ritmos y hábitos». Sara cree que la idea de salir a trabajar fuera de Portugal depende mucho del área laboral del que hablemos y resulta una buena salida cuando «no encontramos trabajo en nuestro país».
Generación golondrina
Tiago Forjaz, presidente de la Fundación Talento, ha mantenido contacto en los últimos años con un alto número de emigrantes portugueses en los cinco continentes. Uno de los aspectos que destaca de los actuales emigrantes es el hecho de que «los jóvenes usan como destino su carrera». Es decir, en función de sus estudios eligen una ciudad u otra para poder tener una proyección en su carrera profesional. Años atrás, por el contrario, «el trabajo era irrelevante, el destino era aquel en el que tenían familia», resalta Tiago Forjaz. Considera que es un falso mito la idea de que actualmente emigran los portugueses más cualificados y no tanto por supervivencia «porque siempre hubo emigración de las dos clases».
Otro de los aspectos que subraya es el de la llamada «generación golondrina», la de jóvenes emigrantes que en un determinado momento decide regresar a Portugal para formar una familia. «Las portuguesas quieren tener sus hijos cerca de sus madres y muchas veces sus maridos aprovechan un año sabático para realizar un MBA y después se vuelven al extranjero». Tiago Forjaz no ve con dramatismo la salida de jóvenes portugueses porque considera que pueden ser la salvación del país. Recuerda que los portugueses «se adaptan bien, llevan más humildad que otros países. Con el tiempo aprenden a ganar confianza, son grandes trabajadores».
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