Los liberales alemanes, tras la búsqueda de su identidad
El FDP, socio de Merkel, parece no entender que necesita un discurso claro y transparente
José-Pablo Jofré
Un claro problema de identidad parece reinar entre los liberales alemanes (Freie Demokratische Partei, FDP). El partido socio de la canciller democristiana Angela Merkel (CDU) en la troika con los conservadores bávaros (CSU) parece no entender que necesita un discurso claro y transparente, así como ... unión. Unión es lo que se ha demostrado que no hay en las filas de este partido creado justo después de la Segunda Guerra Mundial. Así lo ha demostrado la tradicional reunión de Reyes, que el FDP ha organizado en la vieja ópera de Stuttgart este domingo.
Fundado como un partido que reunió a liberales de izquierdas y de derechas, el FDP ha tenido resultados de entre el 5 y el 10 por cien de los votos, estableciéndose en sus principios como tercera fuerza de Alemania, participando en los gobiernos conservadores y promoviendo el modelo alemán de la «economía social de mercado». El equilibrio entre liberalismo económico y derechos civiles había sido su gran fortaleza, tanto que por desacuerdo en esta materia, los liberales rompieron su tradicional alianza con los democristianos en 1966 y se aliaron a los socialdemócratas del SPD (Willy Brandt y Helmut Schmidt). En 1982, sin embargo, el FDP vuelve a la CDU de Helmut Kohl y se desenvuelve cada vez más como partido liberal de derechas, lo que permite a Los Verdes posicionarse entre los liberales de izquierda.
En la actualidad, y luego de haber obtenido un máximo histórico de 14,6% en las generales de 2009 con un discurso que prometía garantizar (nuevamente) los derechos civiles, los liberales se encuentran en caída libre. A pesar de tener tres ministros medianamente bien evaluados –Philip Rösler en Economía (presidente del partido), Guido Westerwelle en Exteriores y Dirk Niebel en Cooperación y Desarrollo–, desde 2011 los liberales han sido expulsado de seis Parlamentos regionales al no rebasar la barrera del 5% de votos; incluido Berlín, en el que obtuvo tres décimas menos que el neonazi NPD.
En la opinión pública germana se tiene al FDP como un partido en constante conflicto interno, certificado por la desastrosa reunión de Reyes que ha concluido no cobrar aún la cabeza de su jefe hasta pasadas las elecciones regionales de Baja Sajona el 20 de enero. Esto, a pesar que la mitad de los liberales lo quiere fuera de la presidencia del partido. Una espera tortuosa, ya que varias encuestas aseguran que los liberales se quedarían fuera del parlamento regional, dejando el camino libre a una coalición verde-socialdemócrata, la que a su vez podría reflejarse en las generales del próximo otoño y terminar derrocando a Merkel.
El presidente de la CSU y jefe del Gobierno de Baviera, Horst Seehofer, ha exigido a los liberales que acaben con sus guerras internas y se centren en la recuperación del partido: «El éxito no puede llegar si se dedican sin pausa a hablar de estrategias y personal» ha advertido el conservador asegurado que la CSU no ataca a Rösler como lo hacen algunos de sus propios correligionarios. Como Niebel –declarado enemigo Rösler– quien responsabiliza al médico de 39 años de la pérdida de popularidad del FDP. También los democristianos, a través de Wolfgang Bosbach, han criticado el trato que los liberales dan a su presidente: «También para el FDP es válido el viejo principio: o se apoya al presidente del partido o se le derroca», ha afirmado Bosbach.
Para los socialdemócratas: el FDP, ya sin norte, debería desaparecer. El presidente del SPD, Sigmar Gabriel, considera que los liberales se han convertido en una formación superflua y de la que puede prescindir la política alemana a la vista de lo sucedido en su reunión de Stuttgart. En declaraciones al diario «Die Welt», Gabriel comenta que «los liberales de hoy solo quieren vender a la gente a los mercados. En realidad no son liberales y por ello no son ya necesarios, da igual qué persona se encuentre a su cabeza». Claramente, los liberales alemanes están obligados a reinventarse, como lo intentaron por ejemplo al acercarse a los votantes del Partido Pirata, volviendo al centro y retomando un discurso en torno a los derechos civiles. Sin embargo, lo más probable es que a Rösler lo sustituya en la dirección del partido, el jefe del grupo parlamentario liberal en el Bundestag, el veterano Rainer Brüderle, ovacionado en el encuentro de ayer y que ha apoyado públicamente el trabajo de Rösler desde la Cancillería.
Los liberales alemanes, tras la búsqueda de su identidad
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete