La verdad sobre la Legión, una unidad entre la modernidad y la tradición
Sus extravagancias, como la cabra, el uniforme apretado o el paso rápido (señal de su vocación de infantería ligera), son solo los remanentes pintorescos de la que es la unidad española más expuesta a las misiones en el extranjero
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Iniciar sesiónEl que desfilen junto a una cabra como mascota hierve la sangre a los animalistas. Que vayan despechugados y con aire de machos alfa los convierte, a ojos del nuevo feminismo, en pura masculinidad tóxica. Y su origen en las guerras africanas los coloca ... en el epicentro de la fiebre anticolonialista, con un pasado que evoca a Franco y Millán-Astray. Por no hablar de su noviazgo con la muerte en un tiempo donde hasta el más viejo se desgañita gritando viva la vitalidad, el 'wellness' y lo eternamente joven. La Legión, una de las unidades más modernas y operativas del Ejército, nada a contracorriente.
La instalación de una estatua de tres metros de un legionario inaugurada por el alcalde de Madrid el pasado mes de noviembre en la Castellana reabrió el debate sobre cómo la sociedad española debe mirar el pasado y el presente de una infantería que, por su propia idiosincrasia, desafía al menos una veintena de mandamientos de lo políticamente correcto.
Grupos de la izquierda no han dejado de criticar este monumento donado por la Fundación del Ejército y sufragado por micromecenazgo. La cumbre de estas protestas tuvo lugar el día 1 de enero cuando unos activistas realizaron una 'performance' colocando una cabeza caricaturesca hecha de silicona de Franco, que sirvió dentro de la Legión, en la bayoneta de la estatua.
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Un puñado de medios informaron de que el responsable del ataque era el artista audiovisual Fiacha O'Donnell y defendieron que era un 'fake', es decir, que no había tenido lugar físicamente, sino que era un montaje digital. «Es mentira que sea un montaje o que yo sea el autor. A mí solo me pidieron que grabara el vídeo. Si yo fuera capaz de hacer un montaje así me llamaría mañana mismo Cameron para ir a hacer 'Avatar' porque es técnicamente imposible ir a la Castellana y poner ahí un croma de ocho metros», asegura Fiacha, preocupado por el daño a su imagen.
Una unidad del pueblo
Quien realmente le contrató a él para que grabara la 'performance' fue Eugenio Merino, un artista especializado en escandalizar al público con polémicas como poner una réplica de Franco en una nevera o vender un ninot del Rey Felipe VI en ARCO. El artista también remarca que el acto físico tuvo lugar y afirma que el objeto de esta obra efímera (no provocaron pintadas ni daños) es «la resignificación de un monumento de corte fascista en otro monumento, uno anticolonial. Ese cambio de significado es una obra de arte en sí». La escultura, basada en un boceto del pintor Augusto Ferrer Dalmau, fue elaborada por Salvador Amaya, quien no se muestra muy convencido de que su legionario haya sido deconstruido por Merino: «Lo siento por este señor, pero la obra es la que es. Es una alegoría a un legionario atemporal y con una carga espiritual que incluye a los miles de españoles que han servido en uno de los cuerpos más laureados».
No en vano, Merino aclara que no se trata de una iniciativa suya, sino de una acción colectiva por parte de una asociación de activistas del Rif de los que no puede dar más detalles para proteger su identidad. A requerimiento de ABC, el supuesto colectivo justifica el acto vandálico en que «el espacio público no puede dar lugar a exaltaciones contrarias a un Estado de Derecho. La Legión se creó para acabar con la resistencia del pueblo rifeño a ser colonizado por España perdiendo así su independencia y libertad. La Legión se caracterizó por su sanguinario proceder, célebre es el momento en el que expusieron cabezas cortadas a rifeños frente a Primo de Rivera, quedando éste perplejo. Nuestra acción denuncia la conmemoración de lo que fue un atentado contra la vida y los derechos humanos».
No es la única muestra reciente de la animadversión que existe contra la unidad. El monumento a los Muertos de la Legión que hay en Zaragoza también fue pintarrajeado con mensajes de «Legión, asesina» en noviembre de 2021. La Legión, con cien años de historia, ha tenido tantos partidarios como detractores desde el primer día. Miguel de Unamuno criticó con insistencia su «peliculera» estética, su extrema violencia y los aires excéntricos de su «despechugado» fundador, pero lo cierto es que detrás del humo había una unidad sólida y necesaria en el teatro de operaciones donde nació: la zona del Rif controlada por España. «Cuando Millán-Astray fundó la unidad puso mucho cuidado de imprimirle un romanticismo y un encanto especial. Todas las unidades especiales tienen esa mitología propia, ese algo que lleva a unos tíos a hacer cosas que no son lógicas como ir al combate o exponerse al peligro», recuerda el historiador Luis Eugenio Togores, uno de los mayores investigadores sobre la Legión.
Se trata de la unidad más aplaudida durante los desfiles, la más implicada en las misiones exteriores de España, aunque también es una de las peor divulgadas y entendidas por esa parte de la sociedad que es hostil a todos los uniformes. «Me llama la atención que la izquierda sea contraria a ella porque surgió no para combatir en nombre de los señoritos, sino para que las clases bajas no fueran obligadas a alistarse en las guerras de Marruecos», señala Togores sobre el intento de sustituir por profesionales las levas forzosas de principios del siglo XX. El propio Millán-Astray presumía de que un legionario valía por dos, por él mismo y por el hijo de la familia pobre que había evitado ir.
«Me llama la atención que la izquierda sea contraria a ella porque surgió no para combatir en nombre de los señoritos, sino para que las clases bajas no fueran obligadas a alistarse»
El debate sobre el encaje de la brigada en la España democrática no es nuevo. Entre 1975 y 1992, la Legión vivió una crisis de identidad debido a que, sin presencia en el Sahara, la unidad perdió su sentido fundacional. En tiempos de Felipe González incluso sobrevoló el Ministerio de Defensa la idea de disolver la unidad, pero a principios de los noventa los nuevos compromisos internacionales de España revalorizaron a los escasos militares profesionales del país. Los legionarios se revelaron en Bosnia-Herzegovina, Albania, Kosovo, Macedonia, Irak, Afganistán, Congo y el Líbano, entre otros lugares, como una infantería muy preparada. «Los soldados que sirven en el extranjero corren el riesgo, evidentemente, de que los maten, como de hecho ocurre. Y los legionarios, al fin y al cabo, aunque sea un tópico, son los novios de la muerte. Son perfectos para enviarlos allí», considera el historiador.
Desde entonces no han dejado de ganar prestigio dentro de las Fuerzas Armadas. «Hoy en día es una unidad operativa como puede ser cualquier otra, una brigada de infantería que está desarrollando además un programa muy importante, enmarcado en lo que debe ser una brigada del futuro. Lo que la diferencia de otras es su historial y su espíritu. Eso es lo que la define y lo que le da la personalidad», apunta Rafael Dávila Álvarez, general de división retirado y en su día a cargo de la Legión Rey Alfonso XIII, que considera un error la decisión de Federico Trillo como ministro de Defensa de igualar a todas las unidades y quitarle la escala especial. «Se perdió una oportunidad de darle entidad, como a los marines en EE.UU. o a otras unidades especiales», afirma. En su opinión las críticas contra esta brigada son minoritarias, pues «he estado con ella en lugares muy conflictivos, tanto en España como fuera, y no he visto jamás a nadie meterse con ella. La Legión es el pueblo y el pueblo, la Legión».
Un problema de comunicación
Representantes en activo de la Legión han declinado hacer declaraciones, a instancia del mando central, sobre las pintadas o sobre el papel que juega la unidad en la España democrática. Irónica confirmación del gran problema de comunicación que sufre la Legión y, en general, las Fuerzas Armadas para explicar a la sociedad en qué consiste su labor en pleno siglo XXI. Para Dávila Álvarez, sin embargo, se trata de un signo del hartazgo de quien prefiere reivindicarse con hechos: «Uno llega a cansarse cuando está en misiones muy comprometidas y sensibles, con un entrenamiento durísimo, y encima tiene que estar reivindicándose constantemente. Ellos, cuando tienen que pegar tiros pues los pegan y cuando hay que atender a la protección civil o salvar vidas, pues allí donde sea y como sea lo hacen. Lo que no deben es perder el tiempo demostrando cosas a gente que por mucho que se lo expliquen no lo va a entender».
El espíritu solidario y popular que impregnó a esta infantería en sus orígenes sigue presente en sus caballeros legionarios. Poca gente sabe que la Legión, siempre entre la tradición y la modernidad, también fue una de las unidades más implicadas en la integración de la mujer en el Ejército allá por los años ochenta. Organizó guarderías en los cuarteles y todo lo necesario para que las mujeres se integraran en la familia. También se suele olvidar que su filosofía de no dejar a nadie atrás se aplica hasta las últimas consecuencias. «La Legión es ante todo una gran familia, donde prima la máxima generosidad. Hay que tener en cuenta que muchos de los legionarios que sirvieron bajo mi mando provenían de familias con desarraigo y me veían como una especie de padre», relata el legionario Juan Antonio Díaz Díaz.
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Este coronel retirado de la Legión da a través de la Fundación Extranjeros en Málaga asistencia social a antiguos camaradas en riesgo de exclusión. Su grupo mantiene pisos de acogida en la ciudad para sacar de la indigencia y reinsertar a legionarios sin trabajo. «Vienen pidiéndonos apoyo y saben que a la voz de la Legión ahí estamos. No es solo darles un techo, que lo tienen, sino una vida digna», explica el presidente de la fundación. La mayor parte de estas personas sin recursos son el resultado de un duro cambio de legislación, en los años noventa, que exigió a muchos legionarios un nivel de formación que no se habían planteado nunca. De pronto se encontraron en la calle y sin pensión tras dedicar toda la vida a la unidad. El Estado se olvidó de ellos, no así una infantería que no olvida tan fácilmente su historia.
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