Fin al mito: ¿se aprobó el sufragio femenino en España a pesar de la derecha o de la izquierda?
El historiador vasco Jagoba Álvarez Ereño desmonta en el libro 'El PSOE y el sufragio femenino' todos los bulos asociados al histórico debate del el 1 de octubre de 1931
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Un debate recurrente en la política española y, a modo de eco, en las redes sociales, tiene como protagonista la supuesta oposición del PSOE a que se aprobara el sufragio femenino durante la Segunda República por miedo, como expuso Antonio Machado, a la inmadurez política del sexo femenino. Para desmontar bulos interesados y zanjar las controversias el historiador vasco Jagoba Álvarez Ereño acaba de publicar el libro 'El PSOE y el sufragio femenino'.
Esta obra contesta a todas las preguntas sobre las discusiones sobre el artículo 34, que finalmente se aprobó como artículo 36, a lo largo del 30 de septiembre y el 1 de octubre de 1931, día en el que se produjo la aprobación definitiva del sufragio femenino en España bajo el impulso de Clara Campoamor, una madrileña del Partido Radical Republicano con enemigos tanto a la derecha como a la izquierda. En ese pleno donde se habló sobre la mayoría de edad para votar y el voto femenino, dos mujeres, las únicas que ocupaban un escaño en la Cámara, Campoamor y Victoria Kent, se enfrascaron en un debate sobre lo conveniente del sufragio femenino en ese momento.
«No es cuestión de capacidad; es cuestión de oportunidad», afirmó en sus intervenciones Kent, partidaria de aplazarlo ante el temor de que ese voto favorecería a la derecha y pusiera en peligro a la República cuando solo había empezado a andar. En contra de esta idea se expresó Clara Campoamor: «Precisamente porque la República me importa tanto, entiendo que sería un gravísimo error político apartar a la mujer del derecho del voto».
Campoamor debió enfrentase no solo a Kent, sino a su partido levantado en armas. En este sentido, Álvarez Ereño pone en contexto esta votación y recuerda que si la iniciativa de Campoamor fue capaz de salir adelante fue gracias a los votos socialistas y no solo a esa derecha que podía beneficiarse electoralmente. En sus memorias, la política recuerda cómo se sintió ante el voto negativo de los suyos y de cómo sacó la ley «sostenida tan solo por la minoría socialista». En total, de los 161 votos a favor y 121 en contra, el 52% de los votos afirmativos fueron socialistas ese día.
Derecha e izquierda contra derecha e izquierda
Los 161 votos se distribuyeron en un auténtico rompecabezas de intereses. Del espectro político de izquierda o izquierda centro procedían 104 votos a favor: 84 votos del PSOE, 8 votos de ERC, 6 de ORGA/FRG, 3 de Alianza Republicana, 2 del Partido Republicano Radical Socialista y un voto de Unió Socialista de Catalunya. De la derecha o centro derecha vinieron cuarenta votos distribuidos en 17 del Derecha Liberal Republicana, 7 del Partido Agrario, 4 del PNV, 4 de Comunión Tradicionalista, 2 del Partido Republicano Radical, 2 votos de Agrario independiente, un voto de Independiente fuerista, otro del Agrario católico, otro de la Lliga y otro del Partido Republicano Liberal Democrático. El resto de votos resulta difíciles de situar ideológicamente.

Lo que sí hubo fue miembros históricos del PSOE como Indalecio Prieto que hicieron declaraciones públicas en favor de retrasar
el sufragio femenino
Ni el bloque de izquierda ni el de derecha hubieran podido sacar por sí mismos un texto que sufrió 188 abstenciones y muchos votos en contra, concretamente 121. Entre estos se encontraban gran parte de los diputados del Partido Radical Socialista, todos los parlamentarios de la Agrupación al Servicio de la República –como Gregorio Marañón o Ramón Pérez de Ayala– y una constelación de partidos de izquierda.
La base sobre la que se sostiene el mito de que el PSOE votó en contra del sufragio es, por una parte, que Victoria Kent se mostró hostil a la ley y pidió que se pospusiera la votación argumentando que la mayoría de las mujeres votarían por los conservadores debido a la influencia de sus maridos y del clero. No obstante, Kent era diputada del Partido Radical Socialista, que no del PSOE, y la única que sí era de este partido, Margarita Nelken, no pudo votar porque ese 1 de octubre no era legalmente paralamentaria. Fue elegida diputada por Badajoz en las elecciones parciales del 4 de octubre y no juró su cargo hasta el 19 de noviembre.

Lo que sí hubo fue miembros históricos del PSOE como Indalecio Prieto que hicieron declaraciones públicas en favor de retrasar el sufragio femenino hasta que «la conciencia republicana laica se hubiese extendido entre la población española». Según explica el autor de 'El PSOE y el sufragio femenino', Prieto era favorable al sufragio, pero ante la posibilidad de que no pudiesen ganar las elecciones sobre todo en entornos rurales prefería no otorgar el voto a las mujeres por el momento. En cualquier caso, de cara a la votación no se posicionó en contra. Ninguno de los diputados socialistas lo hizo bien porque no asistieron a la votación o porque se abstuvieron. Esta fue la misma decisión que históricos de otros partidos decidieron tomar, como es el caso de Manuel Azaña o Alejandro Lerroux, para nos salir en la fotografía de los opositores.
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Dos meses después, aún los diputados Peñalba y Kent, del PRR, presentaron una enmienda para la modificación del artículo sobre el sufragio femenino pidiendo que se atrasara su aplicación hasta la celebración de las elecciones municipales. También esta enmienda fue rechazada por 127 votos frente a 131, 74 de ellos del PSOE. En esta ocasión un diputado socialista sí votó a favor de la enmienda.
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