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La Nochevieja en que un vicepresidente se encerró en el búnker de la Moncloa temiendo el colapso

Las posibles consecuencias de un fallo informático relacionado con el cambio de milenio llevó al Gobierno de José María Aznar a establecer un comité de crisis que tomó las uvas en el búnker de la residencia presidencial

César Cervera

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Hace más de veinte años, al acercarse el año 2000, surgieron exageradas teorías sobre las consecuencias informáticas del cambio de milenio. Evidentemente, la catástrofe prevista por sectas y conspiranoicos nunca tuvo lugar, pero la corrección del problema –el cambio de dígitos para que las máquinas no estimaran que estaban en el año 1900– costó miles de millones y requirió de la atención de los gobiernos del mundo entero. Según trascendió posteriormente, el presidente español en ese momento, José María Aznar , puso en marcha un plan de excepción por si se daba el temido colapso. Entre las medidas estaban la reducción de la potencia del suministro al 60% en las centrales nucleares españolas, el aumento de la plantilla sanitaria en esa noche y el establecimiento de un grupo especial que estuvo de guardia en las instalaciones secretas de la vivienda presidencial.

Un equipo –formado por una veintena de funcionarios de los ministerios claves para asegurar la continuidad de las actividades básicas en el país y presidido por Francisco Álvarez-Cascos , vicepresidente primero del Gobierno– pasó la Nochevieja en el búnker del Palacio de la Moncloa supervisando que todo funcionara como debiera. El grupo designado como la Oficina de Transición 2000 se mantuvo en contacto con otros gabinetes de guardia en los ministerios, las delegaciones del Gobierno, las comunidades autónomas, las empresas de los sectores estratégicos y con los organismos de seguimiento que establecieron Naciones Unidas y la Unión Europea para la ocasión.

Las consecuencias del Efecto 2000

Asistido por los técnicos de comunicaciones del complejo, Francisco Álvarez-Cascos y su grupo se mantuvieron en alerta hasta altas horas de la madrugada. Por videoconferencia el grupo compartió el brindis por el 2000 con los componentes de los comités de emergencia ministeriales e incluso tomaron las tradicionales uvas. Antes de la una de la madrugada, el presidente del Gobierno, José María Aznar, se personó en la sala y agradeció a todos el esfuerzo. Como ya era evidente, no iba a ser necesario poner en marcha ninguno de los planes de emergencia previstos y el vicepresidente del Gobierno ordenó a los presentes retirarse a partir de las 3:30 horas. Un retén se quedó allí hasta ver la llegada del año en Nueva York (las seis en España).

Imagen general del Palacio de la Moncloa. ABC

El Apocalipsis electrónico era el escenario más remoto de los planteados, pero los gobiernos mundiales contemplaban problemas de orden público causados por fallos informáticos, como por ejemplo un gran apagón. De hecho, en esa noche se produjo uno en el casco antiguo de Barcelona que duró 15 minutos y no tuvo consecuencias graves. Además, en el resto de España se detectaron problemas menores en dos centrales nucleares –Zorita y Garoña–, en alguna gasolinera y en el sistema de recogida de datos de tráfico. En concreto, fallaron algunos parquímetros que simplemente rechazaban los tickets de coches aparcados antes de medianoche.

El Efecto 2000 fue el nombre que recibió el error de software causado por la costumbre que habían adoptado los programadores de omitir la centuria en el año para el almacenamiento de fechas (generalmente para economizar memoria), asumiendo que el software solo funcionaría durante los años cuyos nombres comenzaran con 19. Lo anterior tendría como consecuencia que después del 31 de diciembre de 1999 sería el 1 de enero de 1900 en vez del 1 de enero de 2000.

Y aunque se invirtieron billones de dólares en prevenir incidentes, se produjeron varios errores menores en dos centrales nucleares de Japón, el fallo masivo en 150 máquinas tragamonedas de Delaware (EE.UU.) , problemas en tarjetas de crédito a nivel mundial y desajustes en las fechas digitales de diversos sistemas.

Un fallo similar al que supuestamente tendrá lugar en el año 2038 (conocido como el Y2K38), que, en opinión de varios expertos informáticos, podría causar que una parte del software entre en colapso

Así y todo, las consecuencias del efecto 2000 se quedaron lejos de las dimensiones cantadas por quienes quisieron ver señales del final de los tiempos en un mero error informático. Un fallo similar al que supuestamente tendrá lugar en el año 2038 (conocido como el Y2K38), que, en opinión de varios expertos informáticos, podría causar que una parte del software entre en colapso. Específicamente, el problema afecta a los programas que usan la representación del tiempo basada en el sistema POSIX , que se basa en contar el número de segundos transcurridos desde el 1 de enero de 1970 a las 00:00:00 (ignorando los segundos intercalares). Y al igual que ocurría en 1999, nadie sabe a ciencia cierta los efectos que podría tener en los sistemas de 32 bits una vez que el contador sobrepase la fecha límite del 31 de diciembre de 2038.

El búnker de la Moncloa

El principal impulsor de las instalaciones subterráneas del Palacio de la Moncloa fue el expresidente del Gobierno Felipe González . Con el recuerdo presente del intento de golpe de estado del 23-F , el jefe del Ejecutivo buscaba un complejo que permitiese a los miembros del gobierno resguardarse de una posible crisis y coordinar la respuesta del Estado con las fuerzas armadas y demás entes gubernamentales.

Las obras corrieron a cargo de la empresa Dragados , cuyos empleados tuvieron que firmar todo tipo de cláusulas de confidencialidad –ya que estas instalaciones fueron clasificadas como «secreto oficial»–, y se calcula que costaron alrededor de 60 millones de euros, aunque se desconoce la cifra concreta. El búnker, protegido por una capa hormigón de tres metros de espesor, es capaz de resistir un ataque nuclear y puede albergar a cerca de 200 personas en sus tres plantas, donde podrían resistir aisladas del resto del mundo durante varios meses.

La entrada a la instalación se encuentra en uno de los edificios administrativos del Palacio de la Moncloa y está conectada con el resto de los edificios del complejo a través de una serie de túneles subterráneos. Afortunadamente jamás ha tenido que usarse en una catástrofe o en una situación de emergencia más allá de la Nochevieja que Francisco Álvarez-Cascos y su equipo se tomó las uvas en su interior.

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