El misterio de los superbombarderos rusos, las temidas armas soviéticas desaparecidas en Ucrania
En el momento de la desintegración de la URSS, la mitad de los superbombarderos sónicos Tu-160, capaces de transportar 45 toneladas de carga, estaba en manos ucranianas, que desconocía qué podía hacer con «los aviones de guerra más grandes, rápidos y mortíferos del mundo» y se decantó por destruirlos o entregarlos a Rusia
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónLos rusos están usando artillería y misiles de crucero para atacar infraestructuras ucranianas por todo el país y reducir poblaciones hasta los cimientos, pero por alguna razón desconocida, a diferencia de Siria y otras guerras recientes, apenas se han podido ver en funcionamiento los ... modernos bombarderos de Putin, última evolución de una larga y sofisticada tradición de aparatos soviéticos dedicados al arte de la destrucción.
En un reciente artículo de Esteban Villarejo en las páginas de ABC , se especuló con las posibles explicaciones a por qué la fuerza aérea rusa no está teniendo el impacto que se daba por hecho antes de la contienda. El texto apunta a razones que van desde la falta de munición, la incapacidad de los mandos para llevar a cabo grandes operaciones, el miedo a perder los costosos aviones, hasta la posibilidad de que estén guardándose esta carta para más adelante…
La supervivencia de rápidos cazas en las filas ucranianas y la proliferación de avanzados sistemas de baterías antiaéreas en las grandes ciudades del país han desaconsejado hasta el momento los ataques aéreos por parte de los aparatosos bombarderos. En los últimos días se han confirmado visualmente la presencia de Tupolev Tu-22 «Backfire» atacando con bombas de caída libre la acería de Azostal, en Mariupol , una ciudad que está prácticamente ocupada en todos sus puntos por los rusos, haciendo que los ucranianos no cuenten con defensas. Además, los Tu-22 pueden entrar y salir rápido de Mariupol debido a la cercanía con la frontera.
11. Usar a los bombarderos rusos en Ucrania, de la misma forma que se usaron en Siria, simplemente no es posible, salvo para casos puntuales vistos en Mariupol. Esta ciudad es el único sitio que podían usarse con cierta seguridad, pic.twitter.com/7LzUhNkV9m
— Historias de la aviación y otras hierbas 🇪🇦 (@ReinaldoDMM) May 11, 2022
Los rusos están limitándose a usar su imponente flota para lanzar misiles de crucero desde cientos de kilómetros de distancia, desde su territorio o desde el Sureste del Mar Negro . No obstante, cada uno de estos misiles de crucero equivale a una sola bomba de caída libre o guiada y no tiene la capacidad destructiva que podrían desencadenar los superbombarderos rusos , cumbre tecnológica de unos aviones que cambiaron la forma de hacer la guerra.
El renacimiento soviético en el aire
En su libro ‘Los aviones del terror: historia de los bombarderos’ (Melusina), Jesús Alonso Millán cuenta cómo la URSS terminó la Segunda Guerra Mundial con la mayor máquina de guerra terrestre de su tiempo, pero con nada que se pudiera comparar con los aviones B-29 de EE.UU., un bombardeo de grandes dimensiones que habían empleado los estadounidenses para atacar las ciudades japonesas y lanzar las primeras bombas atómicas de la historia. Esta nave era capaz de volar distancias de 9.000 km con nueve toneladas de bombas en su interior y había convertido a EE.UU. en el referente de la aviación mundial.
La URSS había encabezado la aviación de larga distancia en los años 30, pero más tarde había abandonado por completo el desarrollo de bombarderos estratégicos y, de cara a la Guerra Fría, se vio obligado a calcar los diseños enemigos. Tocaba empezar de cero.
El reputado diseñador Andrei Tupolev llevó a cabo, sin necesidad de planos, una minuciosa labor de ingeniería inversa desmontando pieza a pieza un B-29 para replicarlo en su versión soviética en un plazo de un año y medio. A pesar del reto, el bombardero Tu-4 estuvo listo para su primer vuelo el 19 de mayo de 1947 y para lanzar un año después la primera bomba atómica de fabricación soviética. La industria del imperio comenzó una carrera contrarreloj para llenar los cielos del mundo con estas moles.
En esas mismas fechas, la URSS también desarrolló un proyecto de bombardero cuatrimotor de reacción y ala recta, un bombardero jet llamado Iliuschin Il-22, que tuvo una existencia efímera debido a su pobre rendimiento, pero marcó el camino a los Il-28, un bombardero bimotor táctico del que se fabricaron cerca de 7.000 unidades.
El libro de Alonso Millán coloca como siguiente gran hito de la industria soviética el desarrollo de un bombardeo atómico intercontinental, el Tupolev Tu-85 , con un alcance sin repostar de 12.000 kilómetros y capacidad para llevar una bomba atómica estándar o dos convencionales de nueve toneladas. La máquina estaba muy cerca de sus rivales estadounidenses, pero tenía poca velocidad y por ello era incapaz de sortear las defensas occidentales.
Para compensar estas carencias, Tupolev preparó para 1952 dos nuevos bombarderos rápidos: uno grande, de 80 toneladas (el Tu-16), y otro gigante, de 180 toneladas (el Tu-95) . El Tu-95, un avión enorme con alas en flecha y cuatro motores turbohélices, los más potentes jamás construidos, era capaz de volar de forma autónoma 10.000 kilómetros , a pesar de su gran peso, y alcanzaba una velocidad de 800 kilómetros a la hora.
Paradójicamente, aunque este avión lanzó la madre de todas las bombas, la llamada ‘bomba del Zar’ , durante un ensayo del ingenio termonuclear, fue un avión esencialmente pacífico, a diferencia de su homólogo norteamericano el B-52. «No participó en ninguna de las guerras de la Unión Soviética , y su papel a lo largo de muchos años fue la patrulla marítima de largo alcance», explica Alonso Millán en su libro.
Los orígenes del Tu-22
Para entonces, las fuerzas de inteligencia estadounidenses estaban convencidas de que los soviéticos no solo estaban ganando la carrera industrial, fabricando a mayor velocidad sus nuevos modelos, sino también la de la calidad. La creencia de que el Myasishchev M-4 (el Bisón), capaz de volar a 50.000 pies de altura, lo que le hacía inmune a los interceptores tradicionales, era totalmente operativo espoleó a los estadounidenses a recuperar el terreno perdido cuanto antes. No obstante, como apunta el libro ‘Los aviones del terror: historia de los bombarderos’, el Bisón era un proyecto fallido que nunca cumplió con los requisitos exigidos por Stalin y carecía de la autonomía suficiente para hacer viajes de ida y de vuelta hasta territorio estadounidense.
En este caso, Tupolev se había hecho a un lado y dejado que otro brillante ingeniero, Myasishchev, la pifiara por su cuenta. Ambos habían sido encarcelados en las purgas de Stalin y luego liberados para llevar a cabo esta revolución aérea. Con sus aciertos y sus errores, protagonizando una fructífera competencia dentro de la URSS .
Con un buen bombardero jet de alcance continental y dos modelos de bombarderos intercontinentales de gran tamaño , la URSS se percató que para poner la guinda a su arsenal necesitaba también un bombardero supersónico. A pesar de haber sobrepasado la edad de jubilación, Tupolev asumió el desafío y, tras un primer diseño fallido (el Tu-98), concibió la obra de arte de la ingeniería llamada Tu-22, un avión de 90 toneladas de peso con una velocidad de 1.400 kilómetros hora. El prototipo de avión realizó su primer vuelo el 21 de junio de 1958, aunque todavía tardó varios años en alcanzar su versión definitiva.
Con los años no pudo desprenderse de una alta tasa de accidentes, pero terminó ganando una autonomía que le convertía casi en intercontinental. Alonso Millán recuerda en su obra que hasta ser retirado a mediados de los noventa participó, aparte de en Afganistán, sobre todo en tareas rutinarias. La fuerza aérea de Libia e Iraq sí dio cuenta de sus habilidades destructivas.
Nikita Jruschov, sustituto de Stalin, consideró que estos superbombarderos eran demasiado caros
La versión supersónica del superbombardero soviético llegó un año después a través de la oficina de Myasishchev. Tras superar una infinidad de problemas tecnológicos, el ingenio puso en el aire el M-50, de 200 toneladas, una longitud de cinco autobuses y velocidad de 2.000 kilómetros hora. No en vano, el gigante con 30 toneladas de bombas en su panza cumplió con todas las expectativas y estaba a punto de ponerse en marcha de manera masiva cuando el proyecto se canceló. Nikita Jruschov, sustituto de Stalin, consideró que estos superbombarderos eran demasiado caros y que era más rentable apostar por los misiles intercontinentales.
La cumbre de la tecnología soviética: el Tu-160
El Tu-22M, que está tímidamente presente en Ucrania , sobrevivió en un gran número a las restricciones armamentísticas que EE.UU. y la URSS pactaron en los años ochenta gracias a que no se le consideró un bombardero intercontinental. Este avión voló por primera vez el 30 de agosto de 1969 cuando Tupolev tenía ya más de 80 años y buscaba quitarse la espina pendiente del Tu-22 a secas.
El aparato tiene, según los datos registrados en ‘Los aviones del terror: historia de los bombarderos’, 120 toneladas de peso, una autonomía de 7.000 kilómetros, una capacidad de lanzar 25 toneladas en bombas y misiles y una velocidad de 2.300 kilómetros a la hora. Una combinación perfecta para borrar ciudades del mapa de la manera más sigilosa posible. «El Tu-22M parecía acercarse mucho al casi proverbial concepto de ‘mortífero y amenazador avión soviético’, casi desconocido en occidente», aprecia Alonso Millán sobre un bombardero que posteriormente Rusia ha usado en Afganistán, Chechenia, Osetia del sur, Georgia y Siria.
También está hoy en uso, aunque en proceso de sustitución, el superbombardero sónico Tu-160 , el más moderno fabricado en la Unión Soviética, capaz de transportar 45 toneladas de carga y con una autonomía demostrada en 2020 de 20.000 kilómetros. Ningún punto del planeta está demasiado lejos de su alcance. En su primera remesa se fabricaron con bastante dificultad cuarenta de ellos, la mitad de ellos en un regimiento ucraniano y la otra en uno ruso. De estas unidades ucranianas, «los aviones de guerra más grandes, rápidos y mortíferos del mundo», se destruyó la mitad con la desintegración de la URSS y la otra mitad se le entregó a Rusia como el pago de una deuda pendiente.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete