García Cárcel: «Con mi obra quiero enterrar al Felipe V culpable de todo»
«Felipe V y los españoles», premio Así Fue 2002, fue presentado ayer por Esperanza Aguirre, presidenta del Senado, y Juan José Laborda, senador socialista. Dos políticos para la obra de «Felipe V y los españoles», que reflexiona sobre problemas aún vivos.

MADRID. Ricardo García Cárcel (Requena, Valencia, 1948), no duda ni una milésima de segundo cuando afirma, como autor de «Felipe V y los españoles», que con esta obra pretende entonar un réquiem por el Rey que le da título. Dice que «hay que encerrar los arquetipos en el armario», aunque reconoce que «los símbolos son difíciles de enterrar». Cuenta que junto con su esposa, empezó a estudiar al Monarca hace 10 años, un tiempo en el que su figura fue algo inquietante en su casa, una sombra a veces abrumadora. Pero este historiador, colaborador de ABC, gusta de la dialéctica entre imagen y realidad, de modo que siguió en su empeño, aunque debía recuperar un personaje histórico de entre la hojarasca de las múltiples visiones que de él se tienen. «Felipe V, dice, ganó la Guerra de Sucesión, pero perdió la guerra mediática. Fue un personaje obsesivo, neurótico, marcado por la deslealtad de la Corona de Aragón y en particular por los catalanes».
El Rey que no sabía ganar
La cuestión es que conforme analizaba al primer Borbón que reinó en España descubría que era buen perdedor, pero no buen ganador, un detalle que lo apartó de él y lo acercó a sus súbditos. Se declara consciente de que una solución a lo Felipe V no arregla los problemas del centralismo con respecto a la periferia, ya que el nacionalismo periférico ha condenado la solución de la España horizontal, «que aún despierta nostalgia en algunos, pero que costó la separación de Cataluña de España durante algunos años y una I República cantonalista». ¿Aporta soluciones? Consciente de sus límites ofrece sugerencias. La primera, relativizar el problema; la segunda, aferrarse a la tercera España, la liberal y constitucional, que supera a las dos Españas machadianas; la tercera, que España integre la diversidad sin dejar de ser ella misma. Este hombre, que reside en Barcelona desde hace 30 años, y es catedrático de Historia Moderna en la Universidad Autónoma de la ciudad citada, cree «en el patriotismo de las propias diferencias, en la necesidad del realismo reivindicando a Sancho Panza, en la urgencia de enterrar a Felipe V como monstruo culpable de todo o casi todo».
Con este asunto a debate no resulta extraño que fueran dos políticos quienes se encargaran de presentar una obra, que mereció el premio «Así fue» 2002, que convoca Plaza&Janés. Fernando García de Cortázar, que presidió el Jurado que otorgó el galardón, les precedió en el uso de la palabra. El autor de «Breve Historia de España» comentó que «el fenómeno centralizador de España ha cambiado de signo tras el Estado de las Autonomías» y lamentó que «nuestro Estado se resienta de visiones excluyentes». En su opinión, la obra de García Cárcel es de rabiosa actualidad, a la vez que añadió a sus cualidades el hecho de que es perfecta para un debate abierto.
Juan José Laborda, senador socialista, tras la lectura del libro cree que es comprometido y perdurará en el tiempo. Es, también, «un pequeño tratado de moral», dijo. De un hecho que, como la Guerra de Sucesión, se remonta a 300 años atrás dedujo que «la intransigencia destruye los puentes del entendimiento y que la represión no soluciona nunca nada».
Esperanza Aguirre se mostró partidaria de la edición de obras que nos ayuden a entender mejor nuestro pasado y alabó la que presentaba por estar hecha con el rigor que este tipo de libros merece. «Somos hijos de la Historia, pero no puede condicionar nuestro presente, ni limitar nuestro futuro», manifestó. Recordó a Felipe V como el símbolo, tras ganar la guerra en 1714, de la España más centralizada, pero afirmó que la Constitución de 1978 resuelve las dicotomías que han preocupado a los españoles durante siglos. La solución de las tensiones entre centralistas a ultranza y nacionalistas periféricos está, para la presidenta del Senado, en el Estado de las Autonomías. «Lo malo es querer inclinar la balanza a un lado u otro», matizó.
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