Robinho: de estrella del Real Madrid a terminar en la cárcel arreglando televisores

A sus 40 años, la vida de Robinho ha dado un giro tan radical como previsible, habida cuenta de la deriva en la que había entrado su existencia desde hace unos años. De ser una estrella del fútbol en equipos como el Real Madrid o el Manchester City a ser uno más de los miles de reclusos que forman parte del peligroso sistema penitenciario brasileño, el llamado «infierno en la Tierra». Ahora ya se conocen ciertos detalles de sus primeros pasos en prisión tras sus tres primeros meses de estancia.

El tabloide británico 'The Sun' ha hablado con el abogado de Robinho, Mario Rosso Vale, quien relata cómo se encuentra su representado. El exfutbolista brasileño estaría realizando un curso como parte del programa de trabajo penitenciario y estaría siendo, por el momento, un preso modélico dentro de la cárcel.

El abogado ha relatado que Robinho está realizando en prisión un curso de electrónica básica de 600 horas como parte de una iniciativa del Instituto Universal Brasileño para enseñar a los reclusos nuevas habilidades de cara a su futura vida una vez abandonen la cárcel. Está aprendiendo a reparar aparatos electrónicos como televisiones, radios y otros electrodomésticos. «Es difícil decir si lo está disfrutando o no, pero le está ayudando a pasar el tiempo», esgrime el abogado.

A veces cuesta entender cómo un futbolista que llegó a ganar 70 millones de euros pudo acabar en prisión arreglando móviles y televisores mientras oculta su rostro a los demás por vergüenza y tapa los espejos de su habitación para no saber quién es.

En un ya remoto 1999 fue elegido por el legendario Pelé como su sucesor cuando el muchacho apenas tenía 15 años. Entonces, ya era considerado un muchacho prodigio y venerado por la hinchada del Santos, que quedaba admirado por su habilidad con el balón y capacidad para limpiar rivales. El Real Madrid se fijó en él y lo compró en 2005. Debutó el 28 de agosto de agosto en Cádiz en un partido en el que dejó con la boca abierta a todos. Había nacido una estrella, o eso se creía.

Sin embargo, su aventura en el Real Madrid apenas duraría tres años. Quiso salir porque no se veía reconocido, porque pensaba que merecía más en todos los sentidos. Y cambió el sol de Madrid por la lluvia de Manchester para jugar en el City. Ahí se acrecentó su imagen de jugador polémico, egocéntrico y caprichoso, al tiempo que comenzaron a correr rumores de su gusto por la fiesta nocturna. Mientras, su séquito aumentaba, rodeándose de aduladores y chupasangres que solo querían su dinero. Fichó por el Milan en 2010 y allí quemó su último cartucho para ser estrella mundial.

Ocurrió que una fatídica noche de 2013 salió de juerga con varios amigos y se produjo una violación grupal. Hubo denuncia y la sentencia dictada en Italia en 2017 y confirmada en 2021 y 2022 en el país transalpino sostuvo que el futbolista y varios amigos abusaron sexualmente de una mujer de 22 años en un local nocturno tras emborracharla. Solo Robinho y otro de los acusados fueron identificados, juzgados y condenados.

Para la ratificación de la sentencia, Robinho estaba en su casa de Santos, donde fue arrestado y enviado a prisión. Su vida era ya solo una sucesión de rumores, y todos generalmente de carácter negativo. Hablaban de fiestas interminables, alcohol, prostitutas, toxicidad y de una fortuna dilapidada.

La cárcel en la que se encuentra Robinho es la de Tremembé, que cuenta con diferentes espacios para buscar la reinserción de los presos. Hay varios campos de fútbol y al exjugador le regalaron unas botas de fútbol para que pudiera participar en los partidillos de la cárcel. Dicen que todavía no las ha estrenado.

Robinho ha cambiado los aplausos del estadio por el terror de las cárceles brasileñas. Su abogado dice que el exfutbolista es «un preso modélico» que «mantiene la cabeza gacha y sigue adelante tranquilamente». Quién sabe qué tipo de horizonte dibuja ahora su cabeza.