Dos promesas que la Policía de Tailandia no cumplió porque el hijo de Rodolfo Sancho y Silvia Bronchalo se enfrenta a una pena de muerte por el asesinato de Edwin Arrieta. La primera promesa era su inmediata extradición a España si el joven cocinero confesaba el crimen si se ajustaba a las hipótesis con las que estaban trabajando las autoridades.
«No fue la única promesa. Le dijeron que no iban a acusarle de asesinato, sólo de homiciio imprudente por una pelea por las presuntas amenzadas de Edwin Arrieta y que la policía da por cierto», añade Ángel Moya. Según el periodista, Daniel Sancho, en una primera confesión, aseguró que durante una pelea con Edwin Arrieta le dio un golpe. «Luego acaba contando que es por el degollamiento de Edwin Arrieta», sostiene Moya.
El periodista cree que es muy difícil demostrar aquellas promesas, pues es la palabra de Daniel Sancho contra la palabra de la Policía: «Primero que le iban a extraditar rápidamente y que no le iban a acusar si colaboraba con la Policía...». Moya recuerda cómo durante su detención y antes de ser encarcelado, Daniel Sancho pudo utilizar su teléfono móvil (con el que contactó con un programa de televisión) e incluso cenó. «Una serie de atenciones que no recibe ningún preso en el mundo», asegura Ángel Moya.
Ante tal testimonio, Jaime Cantizano no daba crédito y lanzaba la siguiente pregunta: ¿fue tan fácil que Daniel Sancho cayera en esta «mentira»?
«Es un adulto acorralado que no tiene conocimientos de Derecho. Estaba en ese momento con abogadas de oficio y sí te puedo asegurar que en esas traducciones de las confesiones no fueron bien hechas», sentencia Ángel Moya.
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