Los dardos envenenados de Ana Obregón a Lequio en su libro

Y unas páginas más adelante sigue reprochando la misma conducta «le llamé otra vez y esta vez contestó. Se había despertado justo en el momento en que el doctor me comunicaba la terrible noticia. Así son las uniones de los padres con los hijos«, dulcifica. Y como le da una de cal y otra de arena, confiesa que estaban destinados »cuando conocí a tu padre sabía que sería él, fuiste tú quien nos eligió«.

Sin embargo, una noche lluviosa en Manhattan tuvo que mudarse de hotel y dejó a Aless con fiebre en el hospital. Una escena que Obregón recuerda en el libro y en la que dice «Lo que hubiera dado en ese momento por tener a alguien al lado para ayudarme, sujetarme la mano y quitarme el miedo espantoso de que si me pasaba algo no podría cuidarle y le dejaría solo tratándose un cáncer a miles de kilómetros de casa«. Insiste la actriz en la soledad con la que ha vivido esta lucha. »No os podéis ni imaginar lo que significa estar solos, tal lejos de casa en medio de esta maldita batalla, y de repente tener a los tuyos cerca. El padre de Aless regresó a Nueva York a finales de mayo. Esperaba esa visita con toda mi alma porque sabía lo importante que era para Aless, aunque yo me sentía súper fuerte«.

Y le afea que en el penúltimo cumpleaños tampoco pudiese estar con ellos. Según relata Obregón porque Alessandro tenía que quedarse en España para cuidar de su hija, al tener que irse de viaje su mujer. Pero ella se las arregló para organizarle una sorpresa a su hijo y cubrió la ausencia de Lequio, con la visita sorpresa de un amigo de la universidad que estaba en Philadelphia.