Fabiola Martínez: «Ganas de una ilusión no tengo pero no renuncio a nada»

Ha comenzado 2022 con una muy buena noticia profesional. Según me dijo, le habían ascendido en el escalafón de López Real Inversiones 21. Cuénteme exactamente qué ha cambiado.

Actualmente soy la directora de Marketing y Comunicación. Empecé en enero y estoy muy contenta porque me gusta mucho. Aunque en general disfruto de cada reto.

Prepara un master en Administración de Empresas, le apasiona la decoración, sigue con la Fundación… ¿Dónde está el truco para llegar a todo?

El máster he tenido que aparcarlo. Realmente no hay truco, es que directamente no se puede llegar a todo. La decoración es solo un hobby que me divierte, relaja y ayuda a desconectar. La Fundación es una gran responsabilidad pero me reconforta, me da energía y paz. En el día a día hago lo que puedo para llegar al máximo pero no siempre lo consigo, antes me agobiaba, ahora lo tengo asumido y me reparto como puedo.

Desde que anunció su divorcio con Bertín Osborne dejó muy claro que no iba a ser una exmantenida y que no quería ni un euro de su marido para usted. ¿Cuestión de principios?

Creo que es sentido común. Él se ocupa económicamente de los gastos de los niños, que son lo más importante, y de mí ya me ocupo yo y me siento muy orgullosa de ello.

Cuando escucha hablar de las mujeres empoderadas qué le pasa por su cabeza.

Que es necesario reivindicar el derecho a la igualdad de oportunidades, a no tener que demostrar más valía solo por el hecho de ser mujer. Aún hay prejuicios que hacen daño y eso debe cambiar. El empoderamiento como termino ahora está de moda, pero mujeres reivindicativas han existido siempre.

Triunfó como modelo, como madre es un ejemplo, como profesional está cumpliendo sus metas… ¿a dónde quiere llegar hoy Fabiola?

A la satisfacción de tener la vida que he querido. La voluntad es el bien más preciado que tenemos, es libertad y no le damos suficiente valor al hecho de poder hacer lo que se quiere. Aunque creo que esta pandemia nos ha enseñado un poco lo que supone perderla.

Despierta empatía cuando habla y se expresa tal y como es. ¿Siempre fue así o la vida le ha puesto en ese lugar?

No, yo era una niña muy tímida que lloraba cuando alguien que no conocía me miraba fijamente. La vida me ha enseñando y ayudado a conocerme. Desde que salí de mi país mi mente se convirtió en una esponja dispuesta a absorber cualquier aprendizaje. Conocer otras culturas te hace más flexible, te da perspectiva y eso te hace crecer.

¿Cuándo mira hacia atrás que siente?

A veces, nostalgia de la inocencia que se pierde por el camino, pero también agradecimiento por todas y cada una de las oportunidades.

La fama tiene sus pegas cuando una quiere hacer una vida lo más normal posible. ¿En cuánto le perjudica su popularidad en esta nueva vida profesional al margen de Bertín?

Yo no siento que me perjudique, la normalidad es algo que más tarde o más temprano todos queremos o necesitamos, así que se agradece. En los tiempos que vivimos de postureo en las redes, se distorsiona y sobrevalora la vida de excesos innecesarios. Respeto a quien le guste o haga feliz exigir esa forma de vivir pero no tiene nada que ver conmigo.

Los cambios en la vida suelen dar cierto vértigo. ¿Lo ha sentido? ¿Algo de lo que arrepentirse?

Claro que lo he sentido alguna noche sin poder dormir dándole vueltas a todo, valorando las mejores decisiones. La incertidumbre, la inestabilidad es algo que me angustia pero batallo con mis miedos y sigo para adelante. Siempre hay algo que me habría gustado hacer mejor pero no me enfrasco en el arrepentimiento, aprendo e intento hacerlo mejor la siguiente vez.

¿Con qué ganas va a ver la nueva temporada de ‘Tu casa es la mía’ que inaugura Ana Obregón?

Últimamente por el trabajo no tengo tiempo de ver la tele, pero Ana ha pasado momentos muy duros y me alegra mucho verla haciendo cosas, animada y disfrutando. Se lo merece.

¿De verdad que lo suyo ha sido una ruptura tan dulce como parece?

Ninguna ruptura es dulce, pero si hay cariño y respeto eso prevalece. Ambos hemos puesto mucho de nuestra parte para sacar lo mejor. Algo tan triste como es una separación, no de una pareja, sino de todos los cambios que supone para la familia.

¿Espera que en 2022 además de ascender en el trabajo le traiga una alegría en lo sentimental? ¿Aunque sea una ilusión? ¿Quedan ganas?

Ahora estoy muy focalizada en hacer bien mi trabajo, tener cierta estabilidad y disfrutar de mis hijos. Imagino que el resto vendrá cuando tenga que venir… ganas no tengo en estos momentos pero… No renuncio a nada.

¿Y los niños? Pronto empezarán la adolescencia con todo lo que eso supone. ¿Le preocupa?

Me preocupa como a cualquier madre, la preocupación por los hijos es inherente. Así que estaré preparada y alerta para ayudarlos cuando me necesiten. Carlos hace unos días me habló de una reflexión. Me dijo: «Mamá, los padres no pueden ser amigos porque si son amigos dejan a sus hijos sin padres» y yo le respondí que ese equilibrio es lo más difícil.