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La clave para que funcione la custodia compartida cuando no hay acuerdo y es impuesta por un juez

Cuando la custodia compartida es impuiesta por una resolución judicial, se dibuja una realidad muy difícil de gestionar para todos

Carlota Fominaya

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Tanto Cristina como Rafael o Javier se vieron inmersos en procesos de separación con sus exparejas muy dolorosos, pero donde la Justicia consideró que ambos progenitores eran aptos para el cuidado de los hijos . El resultado en los tres casos fue una custodia compartida impuesta por el juez, que establecía que las dos partes debían tener los mismos derechos y responsabilidades que asumían sobre sus hijos antes de la separación , de manera que los niños disfrutasen del mayor tiempo posible de la presencia y cuidado de ambos.

La realidad, sin embargo, se tradujo en que cuando la custodia compartida es impuesta por una resolución judicial, se dibuja una convivencia muy difícil de gestionar para todos . Entre los fallos principales que comparten los tres testimonios destacan la ausencia de comunicación (de ningún tipo, ni telefónica, ni por mail); de una dinámica negociadora en favor de los hijos, y de unos roles de padre y madre que no han variado con el paso del tiempo. Estas son algunas de las conclusiones principales que se extraen también del estudio presentado por Atyme : «El cuidado conjunto de los hijos. Custodia sin acuerdo » , presentado recientemente en Madrid.

Atmósfera civilizada

Porque, tal y como recuerda Trinidad Bernal, directora de programas de esta organización y coordinadora del equipo de trabajo del informe, «el punto central de esta opción de custodia no es tanto la cantidad de tiempo que pasan los menores con el padre y con la madre, como el compromiso de ambos progenitores de cuidar a sus hijos en dos casas separadas pero manteniendo una atmósfera de postdivorcio civilizada y respetuosa , sin necesidad de una división tan precisa de los diferentes aspectos de la vida del niño».

Si bien es cierto, reconoce Trinidad Bernal, «que teniendo en cuenta que es una decisión muy dura , hay que empezar a enfocarla desde los beneficios que tiene para los niños que no pierdan el contacto con ninguno de los dos progenitores». Pero para que la custodia compartida cuando no hay acuerdo se aplique bien, insiste Cristina Chárlez, abogada y mediadora del Ilustre Colegio de Abogados de Zaragoza, «es muy importante la comunicación y la flexibilidad entre la ex pareja. Es verdad que cuesta cierto tiempo acostumbrarse o asumir la nueva situación para ambas partes».

Apoyos externos

Las emociones que toda ruptura de pareja conlleva, añade la directora de programas de Atyme, «siguen dificultando que este tipo de custodia se ejerza de forma conjunta». Es verdad, reconoce Chárlez, «que afecta mucho cómo se tomen los padres esta imposición. Si hay estudios o informes de un gabinete psicojudicial que así lo han determinado, ambas partes lo acaban asumiendo un poco mejor. En este sentido hay que valorar que tengan también el apoyo de un psicoterapeuta, mediador o profesional paralelo al que llevamos en el juicio ».

Las edades de los niños también influyen sobre manera en el éxito de una custodia compartida, prosigue esta abogada. «Si ocurre cuando estos son muy pequeñitos, de tres o cuatro años, no tienen criterio formado. Cuando resulta más problemático es cuando son adolescentes o preadolescentes, porque en ese momento sí se les hace partícipes de la situación familiar y puede que lo asuman de otra forma. Es en estas edades cuando nos solemos encontrar con procesos de modificación de medidas porque ya no quieren estar cambiando de una casa a otra según la semana».

En España, el tipo de custodia predominante es la exclusiva, ejercida, fundamentalmente por la madre, pero se va observando una evolución en los últimos años a favor de la compartida. «Pese a todo, los cambios sociales no ocurren paralelos –insiste Trinidad Bernal– y hay que ir dando respuesta a los nuevos retos que esto supone en torno a conceptos clásicos sobre familia, pareja, relaciones dentre padres e hijos y distintos integrantes del grupo familiar. Es en este contexto complejo donde se tienen que producir acuerdos sobre cómo organizar la relación futura, cómo seguir cuidando de los hijos y cómo crear el proceso de independencia personal ». Sea cual sea el escenario, siempre hay que priorizar, concluye la abogada de familia. «el interés del menor y de las familias. Hay que recodar que un proceso de estas características no suele terminar con la sentencia, muchas veces empieza ».

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