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Familia

Que el calor no arruine la correcta lactancia de tu hijo

¿Hay que darle también agua? ¿Debo aumentar el número de tomas? ¿Cómo sé si tiene sed?... Algunas de las principales dudas de las madres

Laura Peraita

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El periodo de lactancia, sobre todo para las madres primerizas, suele generar algunas dudas: ¿habrá comido lo suficiente? ¿Debo despertarle para darle una toma?... La llegada del calor genera algunas más: ¿Debo darle más tomas? ¿Es aconsejable que le dé también agua con un biberon por si tiene más sed?...

Ariadna Romans , educadora de Medela, explica a ABC que desde organizaciones como Unicef, la OMS, etc., aseguran que las tomas se deben realizar a demanda del propio bebé y, como es lógico en verano, con el calor, lo hará de forma más frecuente. «Sus necesidades de hidratación son mayores y las madres no deben dudar a la hora de romper con sus rutinas habituales y ofrecerles el pecho de forma más asidua ».

Es precisamente en estas épocas de calor cuando el bebé pierde una mayor cantidad de sales minerales a través del sudor. El contacto piel con piel en estas condiciones hace que la temperatura corporal de ambos también aumente , si bien el alimento proporcionado por la madre de manera natural ofrece, además del líquido que evitará la deshidratación del bebé, una serie de micronutrientes que el recién nacido necesita para su correcto desarrollo y crecimiento.

Señales de que tiene sed

«No hay que esperar a que el bebé rompa a llorar para darle una nueva toma —explica—. Para detectar si el pequeño tiene sed hay algunas señales que lo muestran claramente: cabeceo, se lleva la mano a la boca, saca la lengua… Es importante dejarse llevar por el sentido común».

Considera que la hidratación de la madre también es importante «por lo que es muy recomendable que también beba líquidos de forma abundante y fundamentalmente durante la toma para calmar la sed, ya que la oxitocina, hormona que segrega el cuerpo mientras la madre da el pecho, produce sed. Lo más aconsejable es tomar agua, aunque también se puede optar por zumos de fruta o verduras licuados. Cuando menos refrescos con busbujas se tomen mejor y, por supuesto, nada de alcohol».

Añade que lo idóneo es realizar las tomas en lugares frescos. «Hay que huir de lugares donde dé mucho el sol, siempre hay que estar a la sombra. Si se le da el pecho en casa, es conviene mantener las ventanas cerradas y las persianas bajadas para refrescar el ambiente. Y si se dispone de aire acondicionado , es fundamental no exponer directamente al bebé al flujo del aire».

Según esta especialista, cuando el bebé y la madre se encuentran cómodos y relajados, la toma suele ser más eficaz porque ese estado favorece el flujo de leche. « Un baño previo en la piscina o en casa para refrescarse , además del contacto piel con piel, puede ser de gran ayuda. Eso sí, no es recomendable amamantar en la piscina».

¿Qué micronutrientes necesitan?

La dieta de la madre influye en el contenido de micronutrientes –vitaminas y minerales- de la leche materna. Por este motivo, es crucial que la madre lactante siga una alimentación correcta , especialmente en estas épocas de calor.

La composición de estos micronutrientes es muy variada, desde sustancias como el cobre, fluoruro, yodo, selenio, etc, hasta vitaminas A, C, D, E y K y vitaminas del grupo B. Todos estos micronutrientes son indispensables para el buen funcionamiento de todos los sistemas del cuerpo humano, desde el funcionamiento del cerebro hasta el crecimiento de los huesos . En caso de que estas vitaminas y minerales fueran insuficientes, el sistema inmunitario del niño podría verse gravemente afectado.

Algunos de los micronutrientes más destacados presentes en la leche materna son:

Vitamina A: importante para la vista y el crecimiento de los huesos. Protege al bebé de infecciones y favorece el crecimiento y la salud de las células.

Vitamina C:  ayuda a crear y a reforzar los glóbulos rojos, los huesos y los tejidos; fortalece el sistema inmunitario y previene infecciones.

Vitamina D:  contribuye a que el cuerpo absorba minerales como el calcio y fortalece los dientes, los huesos y el sistema inmunitario.

Vitamina E:  minimiza la producción de radicales libres que dañan las células. Fortalece el sistema inmunitario, la reparación del ADN y los procesos metabólicos.

Hierro: este mineral ayuda a la producción de glóbulos por parte del bebé. La concentración de hierro en la leche materna es baja, pero suele ser suficiente para satisfacer las necesidades del recién nacido, incluso aunque la madre presente niveles bajos. Por este motivo, no es necesario complementar la leche materna con suplementos de hierro para el bebé, si bien se recomienda introducir alimentos ricos en hierro cuando el bebé comience a tomar alimentación complementaria.

Magnesio: ayuda a mantener los huesos fuertes y a regular el ritmo cardiaco. Además, favorece el sistema inmunitario y al buen funcionamiento de los nervios y los músculos.

Potasio: ayuda al equilibrio de agua en el cuerpo, importante para el mantenimiento de la presión sanguínea, junto al sodio. El potasio también favorece el funcionamiento de los músculos y al ritmo del corazón.

Zinc:  es necesario para más de 70 enzimas que ayudan con la digestión y el metabolismo. También es esencial para el crecimiento.

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