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La adicción a las nuevas tecnologías puede responder a «problemas preexistentes»

Según expertos, «es importante que las familias tomen conciencia, pero también que los propios adolescentes conozcan en qué entorno están»

Efe

El uso intensivo o el abuso de las llamadas nuevas tecnologías vigentes en una sociedad hiperconectada como la actual por parte de los jóvenes puede acarrearles trastornos que lleguen a comprometer su vida cotidiana, pero también puede ser la consecuencia de «problemas preexistentes».

Así lo ha manifestado en las jornadas «La pornografía en internet, el abuso de internet, móviles, videojuegos y apuestas como grandes retos en la adolescencia», organizadas por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria , Jorge Flores , director de PantallasAmigas, una entidad que desde 2004 promueve el uso seguro y saludable de internet y otras TIC y fomenta la ciudadanía digital responsable en la infancia y la adolescencia.

Antes de participar en este encuentro, que ha reunido en la Casa de Colón a expertos en los ámbitos de la psicología, la docencia o la psicopedagogía, Flores ha destacado la importancia que tiene tomar conciencia del abuso que se hace de las «tecnologías conectadas» . «Es importante que las familias tomen conciencia, pero también que los propios adolescentes conozcan en qué entorno están, qué papel juegan en él y qué papel quieren otras entidades que jueguen, y que hagan un consumo crítico de las redes sociales y de internet, que sepan cómo les afectan y que tomen decisiones», ha aseverado.

Además de abogar por « observar la tecnología como una utilidad , y no tanto como una obligación o una dependencia», Flores prefiere hablar más de «abuso o sobreuso que de adicción» a las tecnologías y considera que las «señales» que pueden alertar de la existencia de un «trastorno» por este motivo se pueden encontrar en la vida cotidiana del afectado.

«Cuando dejamos de dormir o de cumplir con nuestras obligaciones escolares o laborales por estar conectados, empezamos a cambiar hábitos y dejamos de ver a nuestras amistades, o nos produce excitación y malhumor no estar conectados hasta el punto de llegar a estar muy atravesados por esa necesidad de conexión, podemos empezar a plantearnos que hay un trastorno incipiente», ha dicho.

El especialista en este tipo de situaciones ha afirmado que, según su experiencia, «cuando alguien se engancha o sobredepende de estas tecnologías es porque tiene un problema preexistente y encuentra en ellas una forma de salir». «Las tecnologías nos dan placer de forma inmediata y recurrente, están pensadas en ocasiones para ello, por lo tanto, tenemos ahí una debilidad. Hay que ser consciente y trabajar el problema de fondo, cambiando hábitos importantes, ya que desde las familias no estamos dando buen ejemplo de estilos de vida saludables», ha referido.

La concejal de Juventud de Las Palmas de Gran Canaria, Carla Campoamor, ha considerado que es desde el entorno que rodea a los jóvenes desde donde se pueden promover medidas preventivas para paliar el uso desmesurado del teléfono móvil y de las aplicaciones a las que se tiene acceso a través de él. La edil ha aludido a la facilidad con la que los jóvenes acceden, a través de los dispositivos electrónicos que tienen a mano, a contenidos pornográficos o a las apuestas en línea, a las que llegan a ser adictos.

Campoamor ha dicho que en la etapa en la que ejerció como docente comprobó que el teléfono móvil puede llegar a ser «el sexto dedo de la mano» de un adolescente, de ahí que la Concejalía de Juventud que dirige haya impulsado una campaña denominada «Modo avión» , que pretende sensibilizar sobre «la necesidad de dejar de usar el móvil en momentos puntuales del día».

Sobre su experiencia en un taller sobre «el uso sin abuso del teléfono móvil», que ha impartido en seis centros escolares de Las Palmas de Gran Canaria a alumnos de tercero y cuarto de la ESO, la psicopedagoga María Soriano ha admitido que cuando se expone a estos chicos la problemática que puede acarrear a su desarrollo cognitivo y emocional la dependencia a estos dispositivos, cuyos síntomas «se parecen mucho a otro tipo de enganches», suelen reaccionar «a la defensiva y negando» la mayor.

Otros son muy conscientes de que usan mucho estos dispositivos y muchos menos dicen que tienen cuidado y que evitan no usarlos cuando se cena en casa o cuando están con amigos.

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