El imperio del traje y sus habitantes, desde los desahogados a las auténticas divas
Puntadas con hilo
Llevar la americana sin abrochar puede provocar que algunos abogados y fiscales parezcan niños de internado, moteros trasnochados o raperos de Wall Street
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Iniciar sesiónEl tailoring (sastrería para nosotros) se ha impuesto a lo ancho y largo del planeta, tanto para los obsesos de la moda como para los que no lo son. Ahora, quien no lleva un traje, no es nadie. Parece obligatorio vestir por ... lo menos un pantalón de esta familia o una americana, aunque sólo sea una prenda suelta del binomio textil. No importa tampoco que se mezcle con un chándal. Da igual. Tal es el furor del deporte de dos piezas, que los que habitualmente lo practican, miran de soslayo a los demás con cara de pena y pensando: «qué pringados, ellos que pueden ir como quieran…».
La abogacía, la fiscalía, los bancarios y otras tantas profesiones tienen con el traje su uniforme de trabajo. Hay quien lo luce con maestría y estilo, otros con resignación y están los que yo llamo desahogados, que son aquellos individuos que lo visten con tanto descaro que se pasan por el forro de la americana las normas elementales del dos piezas.
En esta última categoría de desastres de sastrería con porte desahogado encontramos esta semana varios ejemplos temibles entre fiscales que merecen una amonestación estilística: El del Estado, Álvaro García, viste la americana como si fuese una chupa de cuero con el logo de los Ángeles del infierno puesto en la espalda. No se abrocha la chaqueta, porque acaba de aparcar la Harley y va con prisa, es que llega tarde a la quedada con sus colegas en el bar para tomarse unas cañas.
Lorenzo Amor, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos, ATA, es otro desahogado con porte de chulito que sube los hombros y arquea los brazos haciendo parecer a la pobre americana una beisbolera de rapero. Tampoco se abotona la prenda porque su andar perdería empaque y ritmo renqueante. Podría aprender de Gerardo Cuerva, presidente de Cepyme, que no da el cante y sí sabe lucir bien atada la blazer (americana de traje que utilizo aquí para no repetir).
Lo de Vicente Guilarte, presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) es de una inmadurez estilística supina. Ya tiene años y experiencia como para llevar el traje bien puesto y no como si fuese el uniforme de un internado inglés. Su compañero de la imagen es el único con estilo del bueno. No es un desahogado, simplemente pasea con gracia y salero un dos piezas con chaleco a juego, que es de lo más cool (refrescante que es tendencia rabiosa).
Salvo la excepción nombrada en el párrafo anterior, los demás deberían tomar lecciones de las chicas, que, en este caso dada su maestría para lucir un traje con imaginación y salero, son las auténticas divas de la sastrería en estas Puntadas con hilo.
Me gusta el punto colorista de Larkin Poe en los Grammy. También cómo combinan sus trajes mellizos con zapas negras 'Samba', de Adidas. Rebeca Dowell no lleva abrochada la levita de su look y por eso se la pone sobre los hombros, como hacían hace años las estilistas de Vogue con sus abrigos camel y las señoras 'de bien' con los chaquetones de visón.
La reinterpretación femenina de traje sastre en manos de Emily Blunt es tan correcta y delicada, como sensual y ejecutiva la de Joana Sanz. La falda tubo en vez del pantalón y los stilettos (zapatos de tacón de aguja muy queridos por las Milanesas) son dos variaciones estilísticas geniales.
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SuscribeteToda la vida informando en las pasarelas de Milán, París, Nueva York o Madrid, examinando las últimas colecciones de moda, entrevistando a diseñadores, modelos y celebrities; cruzando de la pasarela a la calle para contar lo que se lleva, se llevará y lo que toca descartar. Lo comparto ahora dando Puntadas con hilo en esta columna semanal, de carácter muy Inés Table y ecléctica, como la política.
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