La golilla

Su familia, los Austrias, también había traído la golilla a España, aunque fue en la corte de Madrid donde se popularizó y desde donde se difundió al resto de Europa. Se dice que fue el poderoso Conde-duque de Olivares su inventor, pero lo más posible es que únicamente se tratase de uno de sus primeros adeptos.

La golilla, una tela endurecida que enmarcaba la cara, cubría el cuello y aportaba distinción. Elaborada en tafetán sobre una base de cartón, un pequeño soporte metálico que rodeaba el cuello la mantenía recta. Llamada así por cubrir el cuello o «gola» , solía tener dos esquinas, ir almidonada y a menudo ir cubierta de una valona de estilo español, una sencilla tela lisa y sin encajes.

Pero la palabra «golilla» también se convirtió en un mote frecuente que se refería a ministros, abogados, jesuitas y personalidades del estado que conformaban un grupo social cercano a la corte, a menudo enfrentado a grupos como los manteístas. Mientras que los golillas eran estudiantes aristocráticos formados en las reputadas universidades de Valladolid, Salamanca o Alcalá de Henares y solían estar cerca del poder, los manteístas eran alumnos de la burguesía o la baja nobleza más dedicados al funcionariado o al sacerdocio, frecuentemente vestidos de sotana y manteo, esta última una capa de la época.

Los retratos de Fernando de Valenzuela , marques de Villasierra y valido de la Reina Regente Mariana de Austria , de Campomanes -ministro de Carlos III - o del mismísimo primer rey Borbón, Felipe V , indican la importancia de la golilla como atuendo español.