Las Bernardotte lucen desiguales en la cita de los Nobel

La prensa se ha hecho eco de los vestidos más vistosos de las princesas. Victoria de Suecia impactó durante la entrega de premios por su desproporcionado y poco favorecedor vestido tipo «Nordedredon». En blanco y negro, enguatado, voluminoso y hecho con picos y pliegues inesperados, llevaba para colmo un escote asimétrico: en un lado, con una manga farol gigantesca y en el otro, con un décolleté caído con poca fortuna. Banda, insignias, condecoraciones, broche, collar y la tiara Baden Fringe no hicieron más que cargar un vestido ya de por sí complicado.

La autora de la extraña prenda era Selam Fessahaye , que desfiló por primera vez en agosto del año pasado en Estocolmo. La diseñadora, de origen eritreo y nacionalidad sueca, tiene 35 años y lleva varios creando modelos para otras marcas, para cantantes concretos y para alguna obra de teatro. Sus prendas, siempre de gran tamaño y con siluetas irregulares y llamativas, no son quizás lo más indicado para una princesa en un acto de este tipo, pero aún menos si -como en el caso de Victoria- se posee una silueta rotunda.

En la cena de gala para homenajear a los premiados, tampoco escogió Victoria un modelo favorecedor, ya que el exceso de volumen de las mangas del vestido rojo ideado por Par Engsheden , el diseñador sueco que creó su vestido de novia, ampliaba su talla a lo ancho.

La Princesa Magdalena, que ha estado ausente en las ceremonias varios años, acudió desde Estados Unidos y lució impecable . Guapa, elegante, femenina y discreta, escogió un vestido fucsia inspirado en uno de Marilyn, acertando al cubrir su escote con un tul de color carne que resultaba invisible pero colocaba el vestido en su sitio. Lo combinó con la impresionante tiara Kokoshnik de aguamarinas que hacían resaltar aún más el color de sus ojos.

Para la cena de gala, Magdalena escogió un precioso y delicado vestido color nude con flores bordadas de la sueca Ida Sjöstedt , con transparencias en el escote, minaudière de Bottega Veneta y la tiara Fringe de la Reina Silvia.

Sofía de Suecia , la cuñadísima, esposa de Carlos Felipe , escogió un diseño deslavazado en azul celeste de la sueca Emelie Janr, con un escote que parecía estar a punto de caérse hacia abajo.

La tiara era la que le regalaron los reyes por su boda -la única que tiene- y el peinado, excesivamente despeinado, era poco acertado. Para la cena de gala escogió un modelo de la sueca Ida Lanto muy similar al que llevó su cuñada Magdalena al mismo evento y la misma tiara que en la entrega de premios, esta vez sin las turquesas en las puntas.

Conclusión, la loable intención de vestir de modistos suecos en lugar de escoger los otrora habituales Elie Saab, Valentino o Ralph & Russo, no siempre lleva a buen puerto. Y es que la mayor parte de los creadores suecos tienen mucho que aprender antes de presumir vistiendo a sus princesas.