Valerie Trierweiler, de burguesa bohemia a clienta asidua de Dior
La primera dama francesa ha dado un giro radical a su estilo en los últimos meses. Las firmas de alta costura nacionales han sido su principal arma en el cambio de look

Valérie Trierweiler, la compañera del presidente François Holland e, ha enterrado su antiguo estilo «BoBa» por el nuevo estilo chic patriótico» , muy alta costura nacional, francesa, con finos toques de laca Elnett, inmortalizada por la alta burguesía de la costa Este norteamericana, filmada por los folletines de Hollywood.
Traducido muy libremente, «BoBa» es el femenino de «BoBo» («bourgeois bohemian», burgués bohemio), «burguesa bohemia». Y era el estilo «desenfadado», «casual» de una periodista divorciada y madre de tres hijos (de dos matrimonios anteriores), la Valérie Trierweiler que llegó al palacio del Elíseo cuando su compañero sentimental fue elegido jefe del Estado, el 6 de mayo 2012.
Año y medio más tarde, Valérie Trierweiler ha confesado: « Carla Bruni me dio buenos consejos . Todo lo que me dijo cuando ella salía del Elíseo y yo llegaba se ha confirmado...». Los consejos de Carla Bruni pueden resumirse de este modo: «Nada de coñas marineras ni infantilismos progres. La esposa del presidente de Francia también debe ser la primera embajadora de la moda y la alta costura nacional».
La primera dama de Francia tardó casi un año en comprender esa lección, hasta que, por fin, el verano pasado, hizo su primera aparición de un desfile de alta costura (Chanel / Karl Lagerfeld), vestida a la altura de la circunstancia: zapatos Dios y traje Chanel, de seda.
Durante los primeros viajes oficiales de la pareja Hollande- Trierweiler, la señora dio una imagen de ama de casa pequeño burguesa, vistiendo como una provinciana acomodada, cuando entró en la Casa Blanca , invitada por los Obama. Imagen muy modesta, comparada con las legendarias imágenes de Carla Bruni irrumpiendo en Londres, durante una visita de Estado, con el brío de una señora de excepcional trapío.
Aquellos garrafales errores de la primera dama novata han sido asimilados y se intenta corregirlos. Primero, cura de adelgazamiento (Trierweiler tiene una temible tendencia a engordar en las caderas). Segundo, recurso al arma estratégica de la alta costura nacional, patriótica.
La nueva Valérie Trierweiler lució sus nuevas armas hace días, en Tokio, recibida por el Emperador Akihito y la Emperatriz Michiko. Ante el rigor de la etiqueta imperial japonesa, la compañera del jefe del Estado entró en escena con algunos titubeos, pero al fin vestida por Chanel. Lagerfeld sabe vender chucherías: pero también tiene el rigor de la antigua disciplina prusiana.
En París, de nuevo, en el Elíseo, recibiendo al presidente de Alemania, Joachim Gauck y su esposa, Daniela Schadt, Valérie Trierweiler dio días pasados el aldabonazo de su nuevo look: traje en seda negra de Dior. Con una brizna de ironía inconfesable, Laurent Cotta, que dirige las colecciones contemporáneas del Museo Galliera, comenta: «¡Al fin..! Ahora se descubre, al fin, la voluntad de encarnar el chic parisino tradicional, conforme a los códigos del clasicismo francés». Nacional patriótico, claro está.
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