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Unos machos de entonces

Hubo en Andión, y en Rabal, y en Gracia, y en Galiardo, un aire de hombres inmortales

Sancho Gracia, encarnado en Curro Jiménez, y Paco Rabal Archivo ABC
Ángel Antonio Herrera

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Hubo en Patxi Andión un atletismo del vivir a fondo, una cosa de titán del entusiasmo, una virilidad porque sí, que es virtud que adorna a algunos grandes de su generación, o de alrededores. Hablamos de los seductores mejores de los años 70, con ... Juan Luis Galiardo y Sancho Gracia en la copa, y bajo el magisterio de Paco Rabal, gran califa de la noche, capitán del infinito, pícaro entrañable de las deshoras del sexo, o la ternura. «Si te abrazaba Rabal es como si te abrazara la noche», dijo alguien. Galiardo, y Sancho, y hasta Paco Marsó , abrazaban así, como gigantes del entusiasmo, como ogros del cariño, como machos mayores de la marinería del mejor vitalismo. Tenían gracia y gancho, entre las mujeres, pero también fueron seductores de hombres, porque se emplearon en el arte de la amistad. «Yo ya sólo soy forofo de mis amigos», soltó Sancho Gracia, ya en el tramo de madurez de su biografía.

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