Michael Caine agradece a su mujer que lo salvase de morir alcoholizado

Caine ha confesado que antes de casarse con la modelo de ancestros indios Shakira Baksh , una belleza despampanante que hoy tiene 68 años, él bebía una botella de vodka al día y se fumaba varios paquetes de tabaco. «No es que fuese infeliz, pero estaba estresado: ¿Conseguiré otra película? ¿Me darán el papel? ¿Lograré memorizar todo ese texto? Siempre había estrés a mi alrededor y Shakira me serenó», ha explicado Caine en Radio Times.

El actor la vio por primera vez en un anuncio de café y quedó deslumbrado: « Era la mujer más bella que había visto jamás ». Se propuso buscarla, hasta que lo logró, porque aunque nacida en la Guyana Británica, ella residía en Londres. A los dos años se casaron en Las Vegas. Shakira había sido tercera en el certamen de Miss Mundo de 1967.

Caine asegura que ella no le prohibió beber, «pero estar con ella me hizo estar sobrio y sentirme vivo». Ahora solo bebe vino en cenas. Asegura que no tiene un carácter autodestructivo y dice que jamás ha tomado drogas .

Octogenario, sigue interesado en trabajar y se especula con que podría volver a hacer tándem con Sean Conery para encarnar a los veteranos ladrones del almacén de joyas de Hatton Gardens, en el centro de Londres, condenados estos días tras el mayor robo de la historia del país. La gracia del golpe es que lo llevaron a cabo un grupo de jubilados, que durante meses se reunían los viernes en un pub a tramar el atraco, que se hizo mediante un butrón. El cerebro, un delincuente bien conocido al que apodan «El Maestro», llegó al lugar de los hechos viajando en autobús con su pase de descuento de jubilado.

Sir Michael ha recordado en la entrevista que de joven ya afrontó dos duros combates antes de su lucha contra el alcohol: la guerra de Corea, donde combatió, y la malaria que contrajo allí. De Corea le queda además su rechazo al comunismo. Aunque llegó al frente con ideas socialistas, volvió vacunado de por vida por lo que vio y es simpatizante del Partido Conservador, aunque nunca ha querido renunciar a su distintivo acento cockney de barrio, porque es un modo de decirle a mucha gente de clases trabajadoras que ellos también pueden lograr lo que se propongan.