George Soros, el hombre que sí pagaba a las mujeres
Mientras estudia invertir 1.500 millones en FCC, los pisos de sus novias le cuestan un dineral
George Soros, el hombre que sí pagaba a las mujeres
La importancia del dinero es relativa en la vida de George Soros (83 años), el ávido inversor que controla una de las mayores fortunas del mundo. Su fondo de inversión negocia estos días soltar 1.500 millones de euros a FCC para evitar la ejecución ... bancaria de la compañía de Esther Koplowitz (60). Pero, en su día, se negó a pagar los 1,9 millones de dólares que costaba el apartamento para su amante, y todavía no se la ha podido quitar de encima.
Koplowitz ha podido encontrar un buen compañero de negocios -aunque las condiciones que le ha impuesto Soros son leoninas- pero las acompañantes sentimentales del multimillonario podrían no decir lo mismo. Se ha casado tres veces -en sus últimas dos bodas, con mujeres mucho más jóvenes que él-, ha tenido noviazgos turbulentos y ha llegado a tener una cartera de inversión «diversificada», con dos novias viviendo en el mismo edificio.
La pesadilla sentimental de Soros comenzó en marzo de 2010. Después de un noviazgo de cinco años el inversor rompió con su novia, la brasileña Adriana Ferreyr (31). Las cinco décadas de diferencia de edad no fueron obstáculo para su amor. Se conocieron en el verano de 2006 en los Hamptons. Ella había sido estrella infantil de telenovelas en su país. En aquel momento tenía su propio negocio de tiendas de gafas de sol. Él la invitó a tomar té, le pidió el número y comenzó el romance.
Para 2007, su relación ya se había formalizado. Pero en 2009, una propiedad inmobiliaria se cruzó en su camino. Ferreyr buscaba un apartamento de alrededor de un millón de dólares. Pero se quedó prendada de uno en el Upper East Side de casi el doble, 1.995.000 dólares, y no pudo evitar comentar a su novio que había encontrado «la casa de sus sueños», pero que no podía pagarla. Para Soros eso era calderilla y le dijo que le compraría la casa. Eso sí, la puso bajo el nombre de una de sus compañías. Por motivos fiscales, se excusó.
El apartamento estaba maldito, porque Ferreyr apenas empezaba a decorarlo a comienzos de 2010 cuando Soros cortó la relación. La brasileña esperó a que las aguas volvieran a su cauce. En junio se reconciliaron, pero una noche de agosto Soros tuvo la ocurrencia, según el relato de Ferreyr, de decirle que le había entregado el apartamento «a otra novia». La revelación dio lugar a una pelea en la que hubo bofetadas, intentos de asfixia y lámparas rotas.
El incidente no evitó otra nueva reconciliación ese mismo año, en noviembre. Se empezaron a ver de nuevo y volvieron a caer en el pecado inmobiliario: Soros le ofreció otra vez ponerle un piso y Ferreyr tiró más alto. Encontró uno ideal de 4,3 millones, con la extravagancia de estar en el mismo edificio que el otro apartamento. Soros no lo vio claro y a principios de 2011 ya lo había dejado con la ex actriz . Para rematar la situación, el inversor ya tenía entonces otra novia -Tamiko Bolton (41), a la que casi dobla en edad, y con la que se casó el pasado septiembre- instalada en el primer apartamento. La historia adquirió un punto surrealista cuando Ferreyr intentó alquilar otro apartamento en el mismo edificio y acabó viviendo en él en casa de un amigo. Soros le ofreció una cantidad de dinero para hacer las paces, pero la brasileña contraatacó con una demanda de 50 millones de dólares. Lo acusaba de no cumplir una promesa de compra, de maltrato, acoso y daños morales.
Hace poco, «The New York Post» publicó que Soros intentó cerrar las heridas el año pasado con un acuerdo extrajudicial de 6,9 millones, pero Ferreyr se negó. Este año, un tribunal ha dado la razón a Soros sobre la mayoría de las acusaciones, aunque la batalla judicial todavía colea.
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