José Ortega Cano guarda silencio
Mientras su hijo continúa en prisión, el teléfono del diestro suena sin parar pero ni contesta ni deja mensaje
beatriz cortázar
Está atravesando uno de los peores momentos y eso que últimamente las cosas iban sobre ruedas. El diestro José Ortega Cano sabe que tiene un recurso pendiente con la Justicia por el accidente mortal de tráfico que protagonizó , pero hasta que llegue ... esa resolución el torero ha comenzado una nueva etapa en su vida, seguramente de las más felices, gracias al apoyo que tiene de su pareja Ana María Aldón y la ilusión de convertirse en padre biológico de un precioso bebé, José María, que es la locura de sus días.
Ortega quiere a sus hijos con locura y en ese lote se incluye el díscolo José Fernando , ahora en prisión, y ya veremos hasta cuándo. Hasta esa detención Ortega estaba tranquilo y muy involucrado en gestionar algunas plazas de toros como la de Benidorm, que tendrá que explotar con corridas pero también con espectáculos y conciertos para que sea rentable. En proyecto tiene quedarse la gestión del coso de Puerto de Santa María pero aún hay que ver cómo se llega a un acuerdo. Ortega está aprovechando así el dinero que ha obtenido de la venta de su finca Yerbabuena y seguir de esta manera vinculado al mundo de los toros, su mundo, e incluso sacar rentabilidad de estas gestiones.
Así estaba hasta que saltó la noticia de la detención de su hijo. Desde entonces el diestro está mudo ante los medios de comunicación. Su teléfono suena sin parar pero ni contesta ni deja mensaje . Ni siquiera sus hermanos u otros familiares pueden hablar . Lo hace su sobrino Paco y alguno más de los Ortega como su cuñado Aniceto que es quien le lleva muchos de sus asuntos. Por eso fue junto a su esposa Mari Carmen Ortega a la cárcel para ver a su sobrino y llevarle una serie de pertenencias. Con ellos acudió su hermana Gloria Camila pero al ser menor de edad y no llevar autorización paterna se quedó sin verle.
Ortega calla. Está esperando, doliéndose de su desgracia y lamentándose de no haber sabido cómo enderezar a un chico que siempre fue rebelde. «Son cosas de la edad», me solía responder cada vez que José Fernando se metía en un lío. Ahora no hay palabras. Su apoyo máximo es Ana María, la mujer «equilibrada, sencilla y trabajadora», como me la definió el torero cuando se supo su noviazgo. Ella es quien intenta poner paz y orden en la vida de un hombre que hoy se desmorona.
Ortega guarda silencio hasta ver qué decir o por dónde salir. Su hijo tiene una buena abogada, sabe que su padre jamás le dará la espalda y esa es su suerte. También el millón de euros que su madre le dejó en herencia y que parte se ha gastado en juergas en clubes de alterne y otras lindezas. Se calcula que el chico puede estar en prisión entre dos semanas y un mes aunque su defensa ya está pidiendo que lo liberen con argumentos como que «ese día no se encontraba bien». La letrada hace su trabajo mientras Ortega sigue en silencio, sin coger el teléfono y esperando a ver qué pasa. Por muy duro que sea todo al final saldrá el torero que lleva dentro y cogerá el toro por los cuernos o, en este caso, a su hijo... si es que se deja.
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