«Le di la dirección de Camilo Sesto porque creía que me iba a matar»

Ninguno de los dos participó en la ejecución material del golpe (con bastantes tintes chapuceros), de ahí que el juez del caso los haya dejado en libertad con cargos y con la obligación de comparecer cada quince días en el Juzgado.

Tanto De Ruz como Rodríguez trataron de exculparse en sus respectivas declaraciones. Admitieron conocer a algunos de los autores materiales del asalto (en concreto, a Rubén del Castillo, por unas galas) e insistieron en que fueron amenazados y en que nunca idearon robar a su antiguo p atrocinado , al que demandaron por una supuesta deuda. El exrepresentante declaró que mostró a Del Castillo (quien se dibuja como el cabecilla del robo) un whatsapp de Lázaro (una persona muy cercana al cantante), donde confirmaba que este último ayudaba a Camilo a hacer fajos de 30.000 o 40.000 euros; es decir, que el artista sí tenía dinero en efectivo. Ambos negaron haber mantenido contacto con los asaltantes desde antes de las navidades .

Fue todo menos un «golpe perfecto»

Sus palabras quedan desmentidas por la declaración de otro de los implicados: el barrendero Jonathan Fernández, detenido en Vallecas, quien junto a otros dos miembros del grupo esperó en el Casino de Torrelodones. Mientras, en la casa entraban Rubén, David Moya y «Ángelo», amordazaban a la víctima y se llevaban joyas y dinero en efectivo.

Tanto Fernández, en libertad con cargos, como Moya, que sí accedió a la vivienda y ha ingresado en prisión, realizaron una prolija declaración, en la que marcaron el papel de cada uno. Con esos testimonios, los investigadores de la Udev Central y de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid cerraron el círculo: ya tenían grabaciones de las cámaras de seguridad de varios locales, antenas, ropa y herramientas compradas para el asalto, lugar donde pernoctaron y la relación entre todos ellos. « Vi cómo compraron un dispositivo con antenas tipo router en La tienda del espía », contó Fernández. Los monos de camuflaje los adquirieron en el Decathlon de Rivas. Fue todo menos un golpe «perfecto».