gastronomía
Alfonso X «el sabio» y la lamprea curada
A pesar de su difícil reinado, el monarca ha pasado a la historia como un referente en la literatura
cristino álvarez
De todos los reyes de la Castilla medieval seguramente el mejor considerado por la historia es Alfonso X, llamado «el Sabio», heredero de Fernando III, único rey español canonizado hasta el momento. Alfonso intervino en la reconquista de Sevilla y de Murcia, y albergó esperanzas ... de llevar la lucha contra el moro al norte de África, aunque nunca llegó a hacerlo. Como alguno de sus antecesores y sucesores, s e pasó media vida intentando ser elegido Rey de Romanos , como nieto de Felipe de Suabia; al revés que su descendiente Carlos I, no lo logró.
Su reinado tuvo más sombras que luces; hubo de hacer frente al malestar de la nobleza, que veía recortados sus privilegios por las «Siete Partidas», código legal promulgado por Alfonso para poner orden en el caos legislativo de su época . En un terreno bien distinto, su obra cumbre son las «Cantigas de Nosa Señora», escrito en gallego y aún hoy todo un referente de la literatura del siglo XIII. En las Cantigas se recogen algunas referencias gastronómicas; la más conocida quizá sea la relativa al «bon viño d’Ourense» (el Ribeiro), pero hay otras a cosas más sólidas.
Alfonso X, nieto de doña Urraca de Portugal, que conoció bien ambas riberas del Miño, seguramente disfrutó en más de una ocasión de la reina de ese río, la lamprea, seguramente en la vieja receta que parte de secarla al humo. Una vez limpia, se abre como una hoja de bacalao, sujetándola con unas cañitas. Se sala y se ahúma tres días con leña de carballo (roble).
Pasados los tres días, se quitan y se rehidrata en agua unas horas para eliminar el exceso de humo y devolverle elasticidad. Se seca y se rellena con huevos cocidos y cortados al medio y jamón en lonchas; se enrosca sobre sí misma, poniéndole en el centro pimientos rojos. Ha de quedar como una bola. Se ata como un ovillo, se cuece en agua sin sal una hora, se seca bien, se prensa, y se come fría, cortada en rodajas. Así la comió Alfonso X, y así se come, en el siglo XXI, en Salvaterra de Miño.
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