ELECCIONES CATALANAS

Vencedores y vencidos

Mas se asegura la presidencia y el PSC toca fondo con una severa derrota. ERC pasa a ser la quinta fuerza política

caneba

IVA ANGUERA / MARÍA JESÚS CAÑIZARES

La paciente corte del rey Arturo

La persona que ante las adversidades se crece y siempre tiene una palabra de ánimo. De ser cierta esta definición en la que coinciden sus allegados, se entiende ahora que Artur Mas (Barcelona, 1956) haya podido aguantar estos siete años de travesía del ... desierto, a pesar de haber ganado las elecciones autonómicas en 2003 y 2006. Ex alumno del colegio Aula y del Liceo Francés de Barcelona —donde se fraguó su pasión por la literatura francesa—, licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, abandonó la empresas privada para comenzar su carrera política en 1991 cuando fue elegido concejal de Barcelona. Cuatro años después fue nombrado consejero de Obras Públicas en el gobierno de Jordi Pujol y, en 1997, titular de Economía. Tras ser nombrado secretario general de Convergencia, su salto definitivo a la sucesión de Pujol se produjo en 2001, cuando éste le nombró consejero jefe. Casado y padre de cuatro hijos —asegura que lo más importante de su vida fue casarse con Helena Rakosnik—, admira a Winston Churchill, John Fitzgerald Kennedy y el papa Juan XXIII. Ha releído mil veces «El Principito», de Saint-Exupéry, lo que le valió alguna que otra broma cuando se convirtió en «delfín» de Jordi Pujol. A la tercera, va la vencida, dicen. Y la espera ha tenido su recompensa.

La vecina de Blanes que quiso ser bailarina

Asume un reto tras otro. Primero, convertirse en presidenta del PPC tras un traumático congreso, Alicia Sánchez-Camacho (Blanes, 1966). Después, ser la primera candidata a la presidencia de la Generalitat que es mujer, condición que, junto a la de ser madre soltera —su hijo Manel ha sido una presencia constante en su campaña—, reivindica sin complejos. Asegura sentirse tan catalana como española y encarna ese bilingüismo por el que tanto aboga. Licenciada en Derecho, es funcionaria de carrera del Cuerpo Superior de Técnicos de la Administración de Seguridad Social. Ejerció de juez sustituta en Gavà (Barcelona) de 1989 a 1991, fue directora provincial de Trabajo en Gerona de 1994 a 1996, subdirectora General de Formación Profesional del Ministerio de Trabajo (1996-1998) y también ha sido directora general del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (1998-1999). En 1999 fue consejera laboral en la embajada de España en Washington, y ese mismo año se convirtió en diputada del PPC en el Parlamento catalán. Entre esos años ejerció también como presidenta del PP en Gerona, y de noviembre de 2003 a marzo de 2004, Sánchez-Camacho repitió como diputada en el Parlament. Durante los cuatro años siguientes fue diputada por Barcelona en el Congreso y en las generales de marzo de 2008, lideró la candidatura popular por Gerona, pero se quedó sin escaño, aunque poco después ocuparía el que tenía en el Senado el entonces presidente del PP catalán, Daniel Sirera, a quien sustituyó al frente del partido en julio de 2008. Es aficionada a la pesca, a la natación y a la gimnasia. De pequeña soñaba con ser bailarina y practicó durante años la danza. Adora las novelas históricas y odia volar en avión.

Un «outsider» que llegó para quedarse

Fue la gran sorpresa hace cuatro años, pero ahora las encuestas corroboran que Albert Rivera (Granollers, Barcelona, 1979) llegó en 2006 para quedarse. El más joven de los candidatos a la presidencia de la Generalitat no se ha desnudado esta vez en sus carteles electorales, aunque sí ha hecho que sus compañeros de candidatura se despojen de la ropa para la ocasión. Debe ser el rito iniciático de Ciudadanos.

Licenciado y máster en Derecho por ESADE y con un postgrado en Derecho Constitucional por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), durante sus años universitarios participó en una liga de equipos de debate en toda España —su grupo quedó en primer lugar— que le sirvió para forjar su oratoria y cogerle el gusto a la política parlamentaria. Un interés que le llevó a militar primero en las Nuevas Generaciones del PP catalán, pero visto quizá que ahí no ascendía, Rivera se apuntó en 2006 al carro de los Ciudadanos impulsados por intelectuales de diversa procedencia como Xavier Pericay, Francesc de Carreras o Arcadi Espada con el único objeto de denunciar los excesos del nacionalismo en Cataluña. Ese año pidió una excedencia en la caja de ahorros en la que trabaja —en sus servicios jurídicos— para encabezar la candidatura de C's, y hasta la fecha. Su discurso combativo ha conseguido enervar como nadie a un político a priori tan impertérrito como José Montilla, quien durante cuatro años le ha castigado respondiendo sus preguntas parlamentarias sin molestarse en girarse para mirarle a la cara. Esta campaña, sin embargo, Montilla ha adoptado la figura del «speaker's corner» —discursos breves e improvisados en plena calle— que Rivera incorporó a la política catalana en la anterior campaña.

El «noi» de la bicicleta toma el mando

El candidato ecosocialista se ha acostumbrado ya al apelativo con el que le bautizó Josep Sánchez Llibre durante la negociación estatutaria en el Congreso y que ya se ha incorporado oficialmente a su imagen pública. El «noi» (chico) de la bicicleta ya no es el más joven de los aspirantes —Albert Rivera le ha quitado ese trono— pero sigue cultivando la imagen de ecologista casi recalcitrante que acompaña su apodo. Joan Herrera i Torres (Barcelona, 1971) debuta como candidato de ICV-EUiA en las elecciones autonómicas tras casi siete años como diputado en el Congreso, donde se ha labrado la imagen de trabajador y de político incómodo para muchos lobbies. Al empezar la legislatura catalana, nadie se planteaba un relevo de Joan Saura al frente de candidatura ecosocialista, pero el actual presidente de ICV asumió Interior y a partir de aquí empezó el desgaste para el consejero, que se ha convertido durante toda legislatura en blanco de la crítica por parte de la oposición y de algunos medios. Existe consenso en Iniciativa en destacar la tranquilidad con la que se ha afrontado el relevo en la candidatura autonómica, pero Herrera se ha hecho con las riendas del cartel electoral y del partido en un momento complicado. A este barcelonés de 39 años, que fue compañero en la facultad de derecho de la ministra de Defensa, Carme Chacón, le toca gestionar una época que se presume de «vacas flacas» tras siete años en el Gobierno de la Generalitat que tocan a su fin y la posibilidad, más que cierta, de que el bipartito municipal formado por PSC e ICV pierda también los comicios locales de 2011.

«Paco el guerrillero» llegó a la Generalitat

«El mudito», como le apodaron sus compañeros de Ejecutiva en el PSC cuando ascendió primero a secretario de Organización y después a primer secretario del partido, ha tenido que resignarse a un auténtico «streptease» electoral durante el último mes para romper con su imagen fría y mostrar ante sus votantes el lado más humano de José Montilla (Córdoba, 1955). No ha llegado a llorar sobre el escenario como Mas en el mitin final de campaña, pero hemos sabido a cuanto ascienden sus ahorros —365.516 euros, además de una vivienda a nombre de su mujer, igual que el coche— que «Visca el Barça» fue la primera frase que vio escrita en catalán cuando llegó en un autobús de línea a Barcelona en 1971, contando apenas 16 años, y que su primer sueldo, de 300 pesetas, se lo entregaba íntegramente a su madre para contribuir a la economía familiar. En busca de esa épica del hombre hecho a sí mismo al que «nadie ha enchufado ni ha regalado nada», Felipe González se refería a él como «Paco el guerrillero», apodo de los primeros años de militancia política en las trincheras del antifranquismo marxista, que más tarde abandonaría para unirse al PSC. Pocos hubieran imaginado entonces que ese estudiante de derecho y económicas, carreras que nunca acabó, cuya única pasión real, a parte de la política, son los viajes, llegaría a presidente catalán. Trabajador tenaz y de silencios insondables —junto a Isaías Taboas se ganaron el apodo de «Héroes del silencio» entre los funcionarios del Palau— llegó a la Generalitat con fama de hombre de palabra y puede afirmar que la ha cumplido en lo que a programa de gobierno se refiere. Pero no ha conseguido imponer la autoridad que se le presuponía, y ahí está la clave de su probable derrota.

Reconstructor de ERC tras Carod-Rovira

Argumentaba en privado, cuando asumió la dirección del partido en el turbulento congreso de 2008, que ya era hora de dar la cara y ponerse al frente de Esquerra Republicana tras haber participado en las maniobras para defenestrar a sus tres últimos líderes, Joan Hortalà, Joan Colom y Josep Lluís Carod-Rovira, los tres hombres que han dirigido Esquerra tras la dictadura. Una anécdota que define su larga trayectora en el partido y su particular carácter político, brutalmente franco cuando defiende sus consideraciones pero inesperadamente paciente cuando conviene al tempo político. Joan Puigcercós i Boixassa (Ripoll, Girona, 1966) llega a las elecciones autonómicas con un partido mermado por el cisma causado en 2008 con la sustitución de Carod-Rovira y la nueva competencia de Joan Laporta y Joan Carretero. Pero confía en la unidad del partido trabajada en el último año para sobrevivir a los resultados y empezar a construir su nuevo liderazgo al frente de Esquerra. No le será fácil. Hereda el cansancio del tripartito y no cuenta con la oratoria de sus predecesores. Pero Joan Puigcercós es un ejemplo de lo que se ha dado en llamar «político correoso» y si algo hay que reconocerle es su capacidad de encaje y su valentía, precisamente el lema de su campaña —«Gent valenta»—. No en vano fue durante dos legislaturas «el hombre» —durante cuatro años estuvo solo— de Esquerra en el Congreso de los Diputados. Un periodo que recuerda casi con añoranza a pesar de los enfrentamientos que acostumbraba a vivir más fuera del hemiciclo que dentro de él, porque le sirvió para estudiar Económicas y sobre todo, para bregarse como parlamentario y en el «cuerpo a cuerpo» con más de un ciudadano ofendido. De hecho, visto su paso por el contenido y cerrado parlamento catalán, cabría deducir que el formato del Congreso, con sus pataleos y duros debates, se le da mejor que la sibilina política catalana, que a partir del 29 de noviembre pondrá a prueba su cintura y capacidad de aguante.

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