Sánchez confía en que el 9J le 'absuelva' de los escándalos de su mujer
Lejos del semblante abatido de hace un mes, obvia en el Congreso la condición de investigada de Gómez
Insiste en culpar a Feijóo de agitar el «fango» en un clima optimista en Ferraz sobre las elecciones europeas
El PP acorrala al Gobierno con el caso Begoña Gómez y lo usará como ariete en las europeas
Mariano Alonso , Emilio V. Escudero y Juan Casillas Bayo
Madrid
Un abismo. Es lo que media entre el semblante abatido de Pedro Sánchez en la sesión de control al Gobierno del pasado 24 de abril –la que precipitó ese mismo día su carta a la ciudadanía en la que amagó con dimitir, para ... luego seguir en el cargo– con el que ayer pudo verse en el mismo escenario. De un rostro casi desencajado, con el que abandonó precipitadamente en aquella ocasión el Palacio de las Cortes, a una cara sonriente, satisfecha, y por momentos displicente con la oposición y con su líder, Alberto Núñez Feijóo, al que no dudó en atacar como pocas veces antes, sin perder su rictus orgulloso. «Para lo que ha quedado, señor Feijóo», le espetó en su primera réplica, en la que volvió a acusar al líder del Partido Popular (PP) de agitar una estrategia corrosiva en línea con la «ultraderecha» de Vox. «Fango, fango y fango», concluyó desde su escaño azul, donde fue jaleado por la bancada socialista.
Ni en el hemiciclo, ni a la entrada al mismo ni a la salida pronunció palabra alguna sobre el asunto que a esa hora copaba portadas y comentarios, y que no era otro que la confirmación de que su mujer, Begoña Gómez, figura como investigada por el titular del juzgado número 42 de Madrid, y desde que Sánchez iniciase sus cinco días de reflexión, algo que el líder socialista no ha reconocido en esta semanas ni a preguntas de Feijóo ni en las varias entrevistas que ha concedido. Un «buenos días» fue todo lo que los periodistas pudieron llevarse a la boca. Nada más.
La actitud del jefe del Ejecutivo no es impostada, y responde a un optimismo creciente en Ferraz sobre las elecciones europeas del próximo 9 de junio, la primera cita con las urnas a nivel nacional desde las elecciones generales del pasado 23 de julio, en las que Sánchez logró revalidar su mandato, contra pronóstico, y no sin el precio de la amnistía para Carles Puigdemont y el resto de encausados en el 'procés', que hoy se aprueba definitivamente en el Congreso, a cambio de los siete votos de Junts per Catalunya para la investidura.
Pedro Sánchez calla sobre su mujer, ataca a la oposición y se abraza a su discurso sobre el «fango»
Juan Casillas BayoEl presidente del Gobierno no responde a ni una sola pregunta sobre su esposa, investigada por corrupción en los negocios y tráfico de influencias, y acusa al PP de seguidismo a «la ultraderecha»
Con sus propios datos en la mano, los socialistas creen desde hace días, en realidad desde que arrancó la campaña electoral la medianoche del pasado jueves, que su candidata, la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, tiene serias opciones de superar en votos y escaños a la del PP, Dolors Montserrat. Ya el martes por la tarde en el Senado, durante la sesión de control al Ejecutivo en la Cámara Alta, uno de los ministros más próximos a Sánchez, el titular de Transportes, Óscar Puente, retó a un senador del PP a preguntar «en Génova por el 'tracking' de hoy [por el martes]», insinuando con claridad que las encuestas internas no están sonriendo a los populares. Más crecido aún, el propio Sánchez le vaticinó ayer a Feijóo que «el 9 de junio les vamos a ganar las elecciones». No es un pronóstico que se hubiera atrevido a arriesgar hace apenas unas semanas, sobre todo antes de la victoria de Salvador Illa del 12 de mayo en Cataluña, que a la espera de saber si le permite presidir la Generalitat ha supuesto una inyección de energía para el PSOE. Un partido que venía de cosechar un muy mal resultado en las elecciones celebradas en febrero en Galicia, donde el PP renovó con Alfonso Rueda su mayoría absoluta en la Xunta, y de un resultado discreto el 21 de abril en el País Vasco, donde el PSE pasó de 10 a 12 escaños en la cámara de Vitoria.
Campanas al vuelo
Ahora los pronósticos hacen lanzar las campanas al vuelo. Las cábalas socialistas pasan por una victoria el 9-J que pondría en entredicho el liderazgo de Feijóo, más que nunca desde su llegada en la primavera de 2022 a la política nacional. Y que 'absolvería' al jefe del Ejecutivo de los escándalos relacionados con su mujer, sobre cuya actividad profesional siguen saliendo nuevas informaciones. Nada que crean que pueda afectar a la carrera de las elecciones europeas. Una cita para la que los socialistas ven muchos nervios tanto en el PP como en su socio de coalición, Sumar, donde ahora mismo «todo es campaña», opina un muy alto dirigente del Gobierno, que incluso suspira «ay, Sumar...» al ser preguntado por los de Yolanda Díaz. Y eso vale para los reproches de la vicepresidenta segunda a la opacidad en los mil millones de euros de ayuda a Ucrania concedidos por el Gobierno, y anunciados por Sánchez el lunes, durante la visita a España del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Pero también por la exigencia de mayores pasos en relación a Palestina, después de su reconocimiento como Estado realizado esta misma semana por España, de manera simultánea al reconocimiento que han hecho Irlanda y Noruega.
Precisamente el contexto de Oriente Próximo sirvió a Sánchez y a su Gobierno para arremeter contra el PP por el encuentro que el martes por la noche mantuvo en Tel Aviv una delegación de Vox, encabezada por Santiago Abascal, con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu. «¿Qué opina de la fotografía que se hizo Abascal con Netanyahu animándole a seguir con los bombardeos a Rafah?», preguntó capciosamente Sánchez durante su rifirrafe con Feijóo. Era la sesión de control a su Gabinete, pero el presidente no dudó en lanzar una interrogante al jefe de filas de los populares. Y lo hizo, además, sobre una cuestión relativa al tercer partido de la Cámara Baja.
Tranquilidad en Génova
En el PP no están preocupados por esa estrategia que trata de vincularlos a Vox, sobre todo cuando el escenario es el de unas elecciones europeas, donde entienden que el electorado no siente como una amenaza al partido de Santiago Abascal. «Se nota que Sánchez está incómodo porque en vez de responder a las preguntas se ha dedicado a intentar controlar él a la oposición. A nosotros nos da igual que Vox decida hacer campaña aquí o fuera de España. No es nuestro problema», señala una persona cercana a la dirección nacional.
En Génova, a pesar de ese optimismo que destila el Gobierno, reina la tranquilidad con el 9J. Es cierto que los sondeos son más ajustados que hace algunas semanas, pero no creen que la victoria esté en peligro. «Ni los 12 puntos que daban algunas encuestas meses atrás ni el empate que dan algunas a día de hoy. Hay mucho camino por delante y hay que pelear esas encuestas», explica a ABC un diputado de alto rango, dejando claro que hay que elevar la tensión del electorado a partir de este fin de semana.
Para conseguirlo, en el PP tienen clara la baza que hay que utilizar. Además de la amnistía que hoy se aprobará en el Congreso, Feijóo va a introducir en sus intervenciones la condición de investigada de Begoña Gómez. «No era algo que estuviera en el ideario de campaña, pero está claro que ahora tenemos que utilizarlo. Si él se empeña en no dar explicaciones, nosotros seguiremos pidiéndolas», apunta otro diputado.
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