Junts se prepara para investir a Sánchez sin consulta de secesión

Tanto los líderes del PSOE como los del PSC están convencidos de este escenario y prácticamente descartan una nueva convocatoria electoral. En Junts, la estrategia es su irredentismo de siempre y escenificar que no venden los votos independentistas a cambio de «propinas» como hace Esquerra. Pero son muy conscientes de que una ocasión como esta puede que no la vuelvan a tener en años o décadas y quieren aprovecharla.

Puigdemont quiere una salida personal que le permita volver a España sin pasar por la cárcel pero no quiere que parezca que hace «un Junqueras», lo que en el mundo de Junts significa traicionar la causa independentista a cambio de beneficios individuales como los indultos. Como ABC ha explicado desde el inicio del 'procés', este conflicto nunca ha sido entre Cataluña y España para lograr la independencia sino entre Convergència y Esquerra por ganar las elecciones autonómicas. El expresidente Puigdemont quiere volver pero con la épica patriotera del que le ha ganado la mano al Estado, e impulsar con este sentimiento a su partido para recuperar la Generalitat.

Junts ya no sólo habla de referendo de autodeterminación o de independencia como contrapartida, sino que ha introducido en la conversación referencias a los «perseguidos», «reprimidos», «espiados» o «exiliados», de modo que hay conceptos como «el fin de la persecución y de la represión» que al líder socialista le pueden servir para avanzar hacia su investidura. El presidente en funciones podría negociar con Esquerra las cuestiones reales -la más importante, el traspaso de Cercanías- y reservarse lo intangible para Puigdemont.

«Un nuevo acuerdo político entre Cataluña y España» también es un sintagma que va a sonar en los próximos días, y en este contexto, parecido al de una reforma estatutaria, podría caber la idea del referendo. No sobre la independencia, pero sí en el sentido de que «los catalanes puedan votar el pacto que salga de las negociaciones», lo que se puede tomar como una cierta «autodeterminación».

El PSOE quiere la investidura y comprometerse lo mínimo. Puigdemont quiere volver a España y a la Generalitat. Sánchez quiere que parezca una solución para cerrar definitivamente el conflicto -en la línea de los indultos, gracias a los que ha logrado sobrevivir cuando todo el mundo lo daba por acabado- y Puigdemont quiere que parezca un paso más de la ascensión a la «libertad nacional de Cataluña».

Ambos líderes se han acostumbrado en los últimos años a vender su mercancía de cualquier modo, pero este acuerdo va un paso más allá no tanto para ellos como para sus mundos políticos. Especialmente para el de Junts, cuya única estrategia desde la aplicación del artículo 155 es decir que Esquerra son unos «vendidos». Las negociaciones han empezado, pero dependen tanto de cómo se perciban y afecten al estado de ánimo del independentismo callejero, que podrían estar casi cerradas y frustrarse en el último instante como ya sucedió a finales de 2017, cuando Puigdemont ya había convocado la rueda de prensa para anunciar elecciones autonómicas y acabó declarando la independencia.