Sánchez utilizará a cinco ministros de ariete contra el poder territorial del PP
Sopesa el desembarco en Andalucía de Montero, que se sumaría a Alegría, López, Morant y Torres
La operación llevaría a la tercera parte de los ministros socialistas a ser a la vez líderes autonómicos del PSOE
El Poder Judicial se prepara para resistir los ataques de Sánchez
Madrid
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Iniciar sesiónLos ministros de un determinado gobierno son, qué duda cabe, un activo político del mismo y, por extensión, del partido que lo sustenta. Y por eso los titulares de las carteras, incluso los que llegan como independientes, suelen terminar intensificando su actividad política, recalando ... tanto en las listas a las elecciones generales como cabezas de cartel en las distintas provincias o, incluso, como candidatos a alcalde o presidente autonómico.
Precedentes hay varios. José María Aznar encomendó a principios de siglo a Jaime Mayor Oreja, su primer ministro del Interior, la candidatura del Partido Popular (PP) a lendakari, empresa en la que fracasó por estrecho margen en las elecciones de 2001 en el País Vasco. Por la misma época, el fallecido Josep Piqué, que entre otras ocupó la cartera de Asuntos Exteriores, se convirtió en el líder de los populares catalanes. Más tarde, en la época de José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa, algunos de sus ministros hicieron caminos parecidos. José Montilla, que ocupó la cartera de Industria, regresó a su tierra para ser el candidato del PSC y convertirse en presidente de la Generalitat, en el segundo Tripartito, o Juan Fernando López Aguilar, que encabezó a los socialistas en las Islas Canarias tras su desempeño como ministro de Justicia.
Ahora Pedro Sánchez ensaya una operación con algunas similitudes, pero con un diferencia fundamental. Varios de sus ministros son ya o serán en las próximas semanas, con la entrada del año, líderes de determinadas federaciones autonómicas del PSOE, pero sin dejar por ello la mesa del Consejo de Ministros. El jefe del Ejecutivo, pródigo en sentar precedentes inéditos en la historia democrática, ha inventado la figura del ministro-líder territorial, con la que pretende, como se conjuró en el pasado Congreso Federal de hace un mes en Sevilla, recuperar el inmenso poder territorial perdido en las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023, cuando el Partido Popular (PP) se hizo con el poder en la mayoría de las comunidades autónomas.
Sánchez abrió el camino con Diana Morant, la ministra de Ciencia y Tecnología, exalcaldesa de Gandía y persona elegida en 2023, no sin reticencias internas, como la nueva líder de los socialistas de la Comunidad Valenciana en sustitución del expresidente de la Generalitat, Ximo Puig. Y la maniobra pretende replicarse en varios territorios más. En la Comunidad de Madrid con Óscar López, titular de Transformación Digital y de la Función Pública, quien será elegido después de la dimisión de Juan Lobato como consecuencia de la exclusiva de ABC que destapó en noviembre que el senador y hasta entonces líder de la oposición en la Asamblea de Madrid había acudido a un notario para registrar los mensajes de Moncloa que le instaban a utilizar contra Isabel Díaz Ayuso el documento confidencial sobre su pareja, ese por el que el Tribunal Supremo investiga ahora al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz.
Portavoz del Gobierno
También es lo previsto en Aragón, con la portavoz del Ejecutivo y ministra de Educación y Deportes, Pilar Alegría, quien está enfrentada desde hace tiempo al expresidente de esa comunidad y todavía líder del partido, Javier Lambán. Alegría tendrá que medirse en primarias a un lambanista como Darío Villagrasa, quien este mismo fin de semana ha presentado su candidatura. Hay ya otra federación encabezada por un ministro, aunque en este caso el camino fue inverso, del liderazgo autonómico hacia Madrid. Se trata de Canarias, donde el responsable de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, sigue al frente del partido, tras su salida en 2023 de la presidencia insular, a la que no es ningún secreto que pretende volver, si las acusaciones del comisionista Víctor de Aldama, que ha negado una y otra vez, no tuercen su carrera política. Lo mismo le ocurrió en el otro archipiélago a Francina Armengol, que sigue al frente de los socialistas de Baleares al tiempo que ocupa el cargo de presidenta del Congreso de los Diputados, la tercera autoridad del Estado.
Ministra de Ciencia y Tecnología
Póker o repóker
Este póker de ministros en federaciones territoriales del PSOE (López, Morant, Alegría y Torres) podría convertirse en repóker, siempre que no haya sorpresas en Aragón y si se suma a él la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en este caso al frente de la federación más numerosa y con mayor solera del partido, que no es otra que Andalucía. Es de momento una especulación más que plausible, y encaja con el perfil de esta sevillana de Triana con una larga trayectoria política que comenzó, precisamente, en su tierra. Pero de concretarse, no sería un paso fácil para quien además de mano derecha de Sánchez en el Gobierno lo es en Ferraz, donde desde 2022 ocupa la vicesecretaría general en la Ejecutiva Federal socialista, cargo en el que sustituyó a la ínclita Adriana Lastra, hoy delegada del Gobierno en Asturias.
Titular de Transformación Digital
Ocurre que el actual líder de los socialistas andaluces, el exalcalde de Sevilla Juan Espadas, precisamente el hombre que como candidato de Ferraz derrocó definitivamente a Susana Díaz en 2022 pero que luego no logró arrebatarle la presidencia de la Junta al popular Juan Manuel Moreno, ya ha anunciado batalla. Quiere seguir en el cargo y ha animado a los críticos, en una federación que alejada del poder institucional arrastra una larga e importante crisis interna, a concurrir a unas primarias. Lo hizo justo al clausurarse el mentado 41 Congreso Federal, que él mismo presidió, lo que no le evitó el desaire de Sánchez de no ratificarle como líder en su tierra en el discurso final del cónclave. Con la humillación pública aún en carne viva, Espadas convocó a la prensa para anunciar su decisión de resistir.
Ministro de Política Territorial
Montero es en cierto sentido la némesis de la expresidenta andaluza Susana Díaz, con la que coincidió en los gobiernos de la Junta de Andalucía como consejera de Salud. La vicepresidenta primera no es lo que se entiende por una mujer de partido, a cuyas juventudes por ejemplo nunca perteneció. Su forja personal es otra, desde los movimientos cristianos de base en los que militó mientras estudiaba Medicina en la Universidad de Sevilla a principios de los años ochenta hasta las Juventudes Comunistas en las que luego terminó dando el salto a la militancia puramente política. No es, en pocas palabras, una socialista 'pata negra'. Aunque respaldó a Díaz en el largo pulso interno de ésta con Sánchez, que terminó con la victoria contra pronóstico del hoy presidente en las primarias de 2017, evitó menospreciar a quien hoy es su jefe de filas, algo por entonces muy común en el PSOE y todas sus órbitas. Es de las pocas supervivientes del primer Gobierno Sánchez surgido tras la moción de censura de 2018 contra Mariano Rajoy, una nómina en la que ya sólo le acompañan los titulares de Defensa, Interior y Agricultura, Margarita Robles, Fernando Grande-Marlaska y Luis Planas.
Ese repóker de ministros al frente de liderazgos territoriales, prácticamente la tercera parte de los miembros del Gobierno nombrados por el PSOE, al margen de la cuota del socio minoritario de la coalición, Sumar, suponen una experiencia inédita. Y al mismo tiempo un arma de doble o varios filos. En primer lugar, encajaría con un adelanto de las elecciones generales en 2025, posibilidad a la que salvo nuevo giro copernicano con respecto a su propia hemeroteca estaría abocado Sánchez de no conseguir a principios del año entrante, y ya con retraso sobre lo que es ordinario, un acuerdo con sus socios para los Presupuestos Generales del Estado. En 2019 el jefe del Ejecutivo disolvió las Cortes al serle tumbado su primer proyecto de Cuentas Públicas bajo el inequívoco argumento de que, sin ellas, «no se puede gobernar». Si eso no ocurriera, y la legislatura pudiese llegar a término en 2027, las generales volverían a coincidir con las municipales y autonómicas, de ahí que Sánchez animase a los suyos en el congreso de Sevilla a tener la maquinaria engrasada para recuperar el poder regional cedido a la derecha, que preside hoy once de las diecisiete comunidades autónomas, por sólo cinco socialistas.
El riesgo de las primarias
En este último escenario es donde pueden surgir determinadas fricciones internas. Ya la facción del PSOE de la Comunidad Valenciana que se oponía al nombramiento de Morant argumentó en su día 'sotto voce' que en una comunidad que, por ejemplo, reclama de manera transversal un mejor trato en la financiación autonómica, no puede liderar la oposición alguien que pertenezca al Gobierno central. Por la sencilla razón, explicaban estos socialistas valencianos, de que para el resto de formaciones de la región sería muy fácil reprocharle inacción en esa materia desde Madrid. Y lo que vale para la Comunidad Valenciana vale también para Madrid, Canarias (véase por ejemplo el enconado conflicto por el reparto de los 6.000 menores inmigrantes, y el papel en el mismo de Ángel Víctor Torres), Aragón, con su permanente agravio como tierra que sufre la despoblación, o Andalucía, que como comunidad más poblada de España no tiene reclamaciones menores. Si finalmente encabezase Montero el PSOE andaluz, sería la responsable de la caja común, nada menos, quien afrontaría el brete de ser juez y parte, sobre todo en materia de financiación.
Quienes defienden la figura del ministro-líder territorial arguyen la ventaja competitiva de la proyección pública y mediática que otorga formar parte del Gobierno. Otro aspecto delicado de la operación es el riesgo que supondría para Sánchez ver derrotadas a sus candidatas –Alegría en Aragón y quizás Montero en Andalucía– en unas primarias, el procedimiento del que el líder socialista tanto ha blasonado para reafirmarse. Sin mencionar que también en otra federación importante, la de Castilla y León, se ha destapado como nuevo díscolo un sanchista entre los sanchistas como Luis Tudanca, que ha denunciado maniobras «tóxicas» del partido. Veremos.
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