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Reabre el Bosque de Oma con una versión «mejorada y ampliada» del universo Ibarrola

Han sido necesarios cuatro años para trasladar la obra a nuevos árboles sin perder la esencia del entorno diseñado por el escultor vizcaíno

El 'Guernica' de Ibarrola, pieza clave de ARCO 2021, encuentra comprador

El nuevo Bosque de Oma ha sabido trasladar la esencia de Ibarrola a una nueva zona boscosa EP

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Todos los bosques tienen algo de mágico, más aún si uno pasea por ellos cuando están inundados por el color del otoño. Y probablemente uno de los más especiales del mundo se esconde en los montes de Vizcaya. A través de pinturas en las cortezas de los árboles, que solo adquieren un significado cuando uno pasea y observa la perspectiva del conjunto, Agustín Ibarrola logró crear todo un mundo de fantasía en los recovecos del frondoso Bosque de Oma.

El pintor y escultor vizcaíno concibió ese espacio como una muestra de la relación mágica que se puede lograr entre la naturaleza y la pintura. Pero el paso del tiempo hizo que algunos árboles fueran llegando al final de su ciclo vital; otros se vieron afectados por la enfermedad conocida como 'la banda marrón'. En consecuencia, el riesgo de caída se incremento hasta niveles que hacían desaconsejable el paseo y la Diputación de Vizcaya se vio obligada a cerrarlo al público en el año 2019 para evitar riesgos.

Los conjuntos pictóricos adquieren significado cuando uno los mira en perspectiva EP

Sin embargo, desde ese primer momento la Diputación de Vizcaya mostró su intención de no dejar morir uno de los símbolos de la provincia. Prácticamente en el mismo momento que anunció el cierre también inició un proyecto para tratar de recuperar la zona. El proceso realizado se conoce como «migración» y consiste en trasladar los diseños de los pinos ancianos y enfermos a otros ejemplares jóvenes y vigorosos situados en una parcela ubicada justo al lado.

Han sido cinco años de trabajos hasta lograr un nuevo bosque idéntiCo pero a la vez distinto al que ideó el escultor. «El resultado es un Bosque de Oma más completo y fiel a la idea originaria», han explicado desde la Diputación en el acto que ha servido para reabrir el recinto. Quienes aún recuerden el antiguo bosque volverán ahora a sentir la emoción que causa el universo Ibarrola, aunque en un recinto con «dimensiones ampliadas». Además, se han logrado recuperar conjuntos que se habían perdido en el bosque antiguo.

Así, la nueva ubicación se convierte en un «nuevo lienzo» de doce hectáreas y 800 árboles en el que los conjuntos pictóricos se han reducido de 47 a 34, pero con los que se consigue trasladar mejor la «intención del autor». Al visitante le reciben los diseños más conocidos del conjunto para después descubrir parte de la obra que se perdió en la tala de los 80. Los expertos han logrado recuperarlo a partir del material que guardaba la familia.

El trabajo de reconstrucción ha permitido recuperar conjuntos que se perdieron y otros desconocidos para el público EP

José Ibarrola, hijo de Agustín, ha reconocido que hasta ver el resultado final siempre ha existido «cierto peligro» de que la obra «desapareciera», por la complejidad del proceso y lo fácil que resulta a veces que las buenas intenciones del principio caigan en el olvido. De ahí que este viernes no pudiera esconder su satisfacción con el resultado. Ha lamentado que su padre (Bilbao, 1930) no esté en condiciones de verlo porque «le hubiera encantado».

En realidad, no es un sueño que se cumpla, porque el sueño se materializó hace tiempo, pero la obra presentada este viernes sí permite asegurarse la continuidad del mismo. El proyecto ha sido obra de un equipo multidisciplinar liderado por Fernando Bazeta, profesor de la Universidad de País Vasco, y ha contado con la participación de artistas plásticos, expertos en restauración, especialistas en Arte Contemporáneo Vasco, arquitectos y expertos forestales. «Ha sido la primera vez que se ha realizado un proceso de estas características», ha destacado Elixabete Etxanobe, diputada general de Vizcaya.

Los conjuntos tratan de conectar con las emociones de los visitantes EP

Y es que, el reto no era nada sencillo. Había que trasladar una obra de arte de un entorno natural a otro, manteniendo tanto el concepto como el espíritu original de la obra. En el nuevo diseño han tratado, además, de que los visitantes sean los «protagonistas». Para ello, se han adaptado los senderos, ahora más cómodos y accesibles que a finales del siglo pasado, y se han instalado nuevas herramientas que permiten una mejor «comprensión y disfrute del entorno». El objetivo, explican desde la Diputación, es lograr que la experiencia sea más «enriquecedora», «ordenada» y «comprensible». Para poder garantizar la sostenibilidad de la obra y el entorno, y evitar errores pasados, será necesario realizar una inscripción previa a la visita.

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