El País Vasco vota, Cataluña mira y Sánchez saca la calculadora
Los socialistas suspiran por una victoria de Pradales frente a Otxandiano que mantenga el 'statu quo'
La participación será clave para medir si hay una activación de las estructuras del PNV que frene a Bildu
«Hacia un nuevo desafío al Estado: no es PNV o Bildu, es PNV y Bildu», por Juan Fernández-Miranda
Madrid
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Iniciar sesiónLas elecciones de este domingo en el País Vasco tienen una doble dimensión. Son 1,8 millones de vascos llamados a las urnas los que van a decidir la configuración del próximo Gobierno autonómico, pero esa papeleta puede tener un valor doble en la ... política nacional. Hasta la fecha, el PNV ha ganado en votos todas las elecciones. Solo en el año 1986 el Partido Socialista logró más escaños. Aquella elección vino muy condicionada por ser las primeras elecciones en las que Eusko Alkartasuna se presentaba por separado tras la ruptura del lendakari Carlos Garaikoetxea, que encabezó esa papeleta, frente al sector del recientemente fallecido José Antonio Ardanza, que se hizo con el control del PNV.
Pese a que esa fractura no se cerró hasta los comicios de 2001, el PNV ha navegado desde entonces sin una oposición real en la lucha por la victoria en las elecciones vascas. Solo en el año 2009 el mejor resultado del socialismo vasco (25 escaños) y el apoyo del PP de Antonio Basagoiti (13 escaños) permitieron romper la hegemonía nacionalista en el poder. Han pasado 15 años que parecen siglos. Los 38 escaños que sumaron entonces los dos grandes partidos fueron exactamente la mitad en las últimas elecciones. Y será difícil que sean más en esta ocasión.
Lo que se juega este domingo, y es el gran aliciente de esta noche electoral, es si se produce un cambio en el liderazgo en el bloque del nacionalismo vasco. Las últimas encuestas publicadas coinciden en señalar un escenario en el que Bildu y el PNV se están disputando ser el primer partido en escaños en el parlamento con sede en Vitoria. La contienda en votos también está abierta, aunque la superioridad del PNV en Vizcaya, la más poblada de las tres provincias, le genera un colchón en ese sentido. Algo que no se traducirá en los escaños porque las tres provincias reparten 25 cada una independientemente de la población.
El PNV apela a los indecisos para evitar el doble 'sorpasso' de Bildu
Iñaki ArizmendiEse 20% de votantes y una participación alta, claves para que Pradales resista al empuje de los de Otegi y sume con el PSE para la investidura y la legislatura
Si el PNV gana las elecciones en votos y escaños, la previsión es la reedición del pacto con los socialistas. Es el resultado por el que suspiran en La Moncloa y en Ferraz. Un resultado que permita mantener el 'statu quo'. La pregunta verdaderamente clave esta noche es cómo de potente tiene que ser el resultado de EH Bildu para que su «paciencia estratégica» se torne en impaciencia. Parece claro que una victoria global, en votos y escaños, abriría al menos el debate y pondría en apuros al PSOE para marcar posición en el proceso de investidura. El sistema de elección del lendakari ciertamente favorece la entente entre PNV y PSE. El modelo evita los bloqueos y favorece el acceso al poder del más votado. Es decir, incluso si PNV y PSE no alcanzan los 38 escaños de la mayoría absoluta, podrán reeditar el pacto porque siempre sumarían más que Bildu.
Lo que sucede es que en ese escenario iban a necesitar otro socio para la gobernabilidad. ¿El propio Bildu aceptaría ese rol? ¿Se prestaría el PP? ¿Cómo justificaría el PSOE esa fórmula si a la vez sí alcanza esa suma con Bildu? Distintas fuentes socialistas apuntan a que la negativa del candidato de Bildu, Pello Otxandiano, a definir a ETA como banda terrorista consolida la pista de aterrizaje para mantener de manera firme su posición: el socio es el PNV. Cuestión distinta es que con ello se ponga en cuestión la estrategia global de normalización de Bildu que el PSOE viene impulsando desde hace cinco años. La confianza es precisamente que la sensación de que Bildu puede ganar activará un voto conservador en favor del PNV.
Pero si del resultado de esta noche sale un Bildu ganador se abrirán las costuras de la política española. Durante cinco años el aparato socialista ha mamado la normalización de Bildu como actor político. El socialismo vasco, que inició antes el proceso de reconocimiento, ha vivido cómo el proceso se ha acelerado al calor de las necesidades de Pedro Sánchez. La llegada de Eneko Andueza supuso no una priorización de Bildu, pero sí un discurso que reclamaba que el PSE no debía limitarse a ser el hermano pequeño del PNV. Los pactos presupuestarios en la Navarra de María Chivite fueron precursores de otros que fueron llegando en Éibar (Guipúzcoa) o Vitoria. La moción de censura en Pamplona es la última frontera. De dejarse apoyar por Bildu a apoyar activamente que la coalición que tiene a Sortu como matriz gobierne una capital de provincia.
¿Por qué Bildu no ha recorrido el camino ético suficiente para gobernar en el País Vasco, pero sí para hacerlo en Pamplona o para ser socio indispensable del Gobierno de España? Es la pregunta que los socialistas no pueden responder. Y no la quieren responder hasta el punto de que su éxito este domingo no se medirá en el resultado propio, que en el mejor de los casos apunta al estancamiento, sino que dependerá de que el PNV gane a Bildu.
Bildu amenaza la victoria del PNV y podría dar un vuelco a la hegemonía dentro del nacionalismo vasco
Una situación que pueda comprometer la alianza con los Andoni Ortuzar e Imanol Pradales tendría repercusión autonómica. Pero abriría un escenario de incertidumbre respecto a la mayoría aritmética que sostiene al Gobierno central. Una afrenta a Bildu, por contra, se presume que tendría menos consecuencias. Aunque los más veteranos en las filas socialistas se malician con una actitud «algo más contundente» de los de Otegi si esto sucede.
La participación va a ser clave. Bildu cuenta con un electorado muy movilizado. Y se presume que si la afluencia a las urnas no supera el 60%, es porque habrá mucha abstención en la bolsa electoral del PNV. Si los datos son más altos, podríamos estar a lo que rumian en las sedes de los partidos en las últimas horas: una movilización de última hora del electorado más conservador ante el riesgo de victoria de Bildu. Es la pulsión a la que se aferran quienes más conocen esa tierra: a un tirón final de las estructuras del PNV que sirva para salvar los muebles. En cuatro años el factor generacional puede cambiar el guion.
Lo esperado es que si suman, el PSE reedite el Gobierno autonómico con el PNV. No obstante, ninguna opción se descarta
Buena parte de la atención en la noche electoral estará puesta en Álava. Sus 260.000 electores van a ser claves. El último sondeo de GAD3 para ABC sitúa allí una disputa clave por la victoria entre PNV y Bildu. También ahí se juega Vox mantener representación y el PP aumentar o no su actual marca. En Vizcaya y Guipúzcoa, respectivamente, PNV y Bildu ganarán con claridad. De la contundencia de su victoria en esas dos provincias va a depender que Podemos y Sumar tengan o no representación.
Tras esta noche lo único seguro es que habrá un nuevo lendakari. Pradales u Otxandiano. El PSE ha articulado su campaña bajo el lema 'Vota al que decide'. ¿Pero decidir el qué? ¿No se supone que ya está claro que apoyarán al PNV? No lo está del todo. Porque hay que esperar a que las urnas hablen y midan el ascenso de Bildu. De la digestión del resultado dependerá la gestión de una comunidad autónoma que la próxima legislatura se conducirá, como mínimo, por el camino de la bilateralidad. Y ya veremos. Pero esta noche se juega algo más. La estabilidad del Gobierno de Pedro Sánchez tiene una primera prueba. Y cuando la resaca apenas se esté superando empezará la campaña electoral catalana que terminará en el gran test de estrés de la legislatura. Un resultado que empodere a Bildu exacerbará el clima de una campaña en la que los socialistas deseaban una baja intensidad, una dinámica autonomista que el protagonismo de Carles Puigdemont ya ha desbordado.
Pero si la lectura del resultado vasco tiene un marcado carácter identitario, son, además, las elecciones menos propicias para el PP. El partido aspira a un muy buen resultado en Cataluña, pero en País Vasco hay más dudas. La aspiración es triple: que se visibilice una mejora propia, que Vox se quede fuera como sucedió en Galicia y acercarse lo más posible a los socialistas vascos.
Claves de la jornada electoral
Sistema antibloqueo
El sistema de elección del lendakari impide los bloqueos que se ven en el Congreso. En primera votación requiere mayoría absoluta, pero después se impone el candidato con más síes al no poderse votar en contra.
Una provincia especial
Todas las miradas se dirigen a Álava, la provincia menos poblada, pero la que puede decantar la victoria entre el PNV y Bildu.
País Vasco y Cataluña encumbraron y salvaron a Sánchez. Y la longevidad de Sánchez se medirá en la medida en que pueda salir de esta doble cita sin contrariar a alguno de sus cuatros socios. En el encadenado de estas dos elecciones en tres semanas todo vuelve a ponerse en juego. La partida empieza esta noche.
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