El último tocomocho de los San Segundo, el clan que vive del timo

Los familiares arrestados, dos hombres, de 61 y 27 años, y dos mujeres, de 56 y 34, abordaban a los afectados y daban rienda suelta a su particular función. El primero de los hechos denunciados tuvo lugar en el distrito de Chamartín, cuando la más joven del clan se acercó a una mujer de 85 años que se encontraba sentada en un banco y le ofreció uno de los citados décimos. Para dar más credibilidad a la situación, otros dos de los apresados se acercaban poco después fingiendo no conocer a la vendedora, de tal forma que esta pudiera hacer la misma proposición y meter así más urgencia a la víctima.

La octogenaria mordió el anzuelo y sacó del cajero 9.200 euros a cambio de un boleto que no tenía ningún valor. Una vez puesta la información en conocimiento de la Policía Nacional, los agentes comprobaron que existían otros tres hechos similares: dos en Moncloa, donde una mujer de 76 años llegó a entregarles hasta 60.000 euros por un supuesto premio de cinco millones, y a otra de 81 le acompañaron a su domicilio para llevarse dos joyeros; y un tercero en Chamartín, siendo el damnificado un hombre de 93 años que perdería en total 2.667 euros.

Además de la 'comercial' y los dos ganchos, un cuarto integrante del grupo esperaba en las inmediaciones subido a un vehículo para asegurar la huida de los implicados. Los detenidos, viejos conocidos del Cuerpo Nacional, están acusados de cuatro delitos de estafa y ya han sido puestos a disposición de la autoridad judicial competente.

La familia, asentada históricamente en Navalcarnero, ha sido objetivo de numerosas operaciones policiales, si bien no siempre se han traducido en condenas. Su principal carta es la de elegir a personas de avanzada edad o con alguna enfermedad mental a fin de dificultar su reconocimiento en el caso de que sean detenidos. El último gran golpe se remonta a 2016, cuando 24 de sus integrantes fueron arrestados, acusados de cometer al menos 70 timos y agenciarse una cantidad de dinero cercana a los 200.000 euros.

La entonces delegada del Gobierno en Madrid, Concepción Dancausa, informaba a los medios de que entre los detenidos había abuelos, hijos y nietos, formando «una auténtica escuela de robo y estafa». Los investigadores catalogaban al clan como el «más activo y especializado» de los dedicados a este tipo de estafas en toda España, actuando normalmente en barrios «más bien humildes».

Para evitar que cualquier persona, especialmente si esta es mayor, caiga en la trampa, la Policía Nacional recomienda desconfiar de aquellos que se acerquen en la vía pública manifestando haber sido agraciados con un premio de lotería o exhibiendo una gran cantidad de dinero. Aconsejan también sospechar de las oportunidades de ganar dinero fácil y de forma rápida, utilizando siempre el sentido común. Si aún así se cree estar siendo objeto de una posible estafa, es fundamental avisar de inmediato al 091 o avisar a una patrulla que circule por el enclave para poder identificar a los presuntos delincuentes.

Recuerdan, además, que los décimos de lotería únicamente se pueden comprar y cobrar en establecimientos oficiales, y dan la posibilidad a los mayores de acudir a charlas a través de las Delegaciones de Participación Ciudadana de la Policía Nacional (dentro del Plan Mayor de Seguridad), solicitando su asistencia a través del correo participa@policia.es.

El estafador simula ser una persona discapacitada que porta una bolsa cargada de estampitas, enseñándole a la víctima algunas que resultan ser billetes. El objetivo es vender la bolsa, de tal forma que el comprador se piense que ha engañado al 'tonto' cuando en realidad ha pagado por una bolsa llena de recortes de papel.

Uno de los carteristas vigila en las inmediaciones de un cajero y avisa cuando un anciano acaba de sacar dinero. Un segundo le produce una mancha, para que sea el tercero el que trate de limpiarla y aprovechar entonces para robarle la cartera.

El robo se realiza normalmente en pareja, siendo una mujer la que se acerca a personas de avanzada edad que suelen llevar de forma visible alguna joya para, de manera cariñosa, comenzar a abrazarla y quitarle sus pertenencias.