Así fue la primera Cabalgata de Reyes que salió del Retiro en 1915
HISTORIAS CAPITALES
Comenzó a las diez de la noche y la vieron cerca de 40.000 personas, según las crónicas
Madrid
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Iniciar sesiónNo hay tradición más entrañable que la de los Reyes Magos, que llena de ilusión las miradas de los niños. Y Madrid es veterana en la preparación de vistosas cabalgatas de Reyes, que suelen ser las manifestaciones más concurridas de todo el año. Incluso ... con cambios de itinerarios, condiciones meteorológicas adversas o vestimentas alternativas en los monarcas.
En nuestra cultura cristiana, son los Reyes Magos los que llevaron en su día los presentes al Niño Jesús. Y desde entonces, continúan haciéndolo cada año, en la madrugada del 6 de enero, colándose por los balcones o por debajo de las puertas, con camellos y todo, para dejar los juguetes a los pequeños de la casa.
Hay que cumplir, eso sí, con ciertos requisitos para que te incluyan en su agenda: primero, haber sido bueno a lo largo del año. Y segundo, dejar los zapatos en la ventana en la noche de Reyes, bien relucientes. No está de más, aunque no es obligatorio, dejar tres vasitos con algún licor reconstituyente para los magos, que vienen de muy lejos y las noches de Madrid en esa época son muy frías. Y agua para los camellos, claro está.
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En las crónicas de esta celebración de principios del siglo pasado, se dice que la costumbre de poner los zapatos en la ventana en la noche de Reyes procede de Holanda, y tiene variantes en distintos puntos de Europa: en Bélgica es en víspera de Pascua cuando los ponen y se llenan de habas y zanahorias para que las coma el caballo de San Nicolás.
La política no ha estado ajena a este trajín nocturno de los Reyes; en 'La Época' del 5 de enero de 1910, se advertía con humor que algunos niños desconfiaban de su llegada, «teniendo en cuenta la intransigencia de los republicanos del ayuntamiento. ¿Quién dice a usted que no se opongan a la entrada de los Reyes de Oriente?». Tampoco se olvidaba la prensa de las dificultades económicas por las que atravesaban muchas familias madrileñas: «En una casa humilde, de familia pobre, preguntaron a un niño qué deseaba que le dejaran los Reyes Magos en los zapatos. Y el niño, que anda descalzo, contestó ingenuamente: 'lo primero es que me traigan unos zapatos'».
Era normal entonces estar comprando juguetes hasta esa misma noche, casi cruzándose con Sus Majestades por las calle: lo contaba 'La Mañana' ese mismo año: en las calles de Madrid «los vendedores atruenan el espacio con sus pregones típicos: '¡Muñecas a rial! ¡Modeladas por Benlliure!'; '¡Escopetas pa matar rifeños!'».
Los favoritos de la época eran los juguetes mecánicos, tal vez un anticipo de los actuales juegos tecnológicos: muñecos en movimiento de limpiabotas, saltadores, gimnastas, monos… Y aeroplanos, especialmente los de fabricación extranjera, que «no tardarán en abaratarse... En cuanto un vendedor callejero dé con el modelo , se ponen a peseta…».
Ya había en 1910 algunas cabalgatas en la capital, aunque no eran callejeras, sino dirigidas a un público muy singular: los niños de los asilos de San Bernardino y Santa Cristina, a los que por iniciativa del alcalde Alberto Aguilera se les repartían juguetes el 6 de enero. Así lo contaba 'El Correo Español' en esa fecha: «A primera hora de la mañana se organizó una cabalgata, con varios guardias de a caballo disfrazados de Reyes Magos, seguidos de esclavos persas, y acompañando la cabalgata la banda de música de San Bernardino. El camello del Retiro fue sacado de su tranquilo encierro, y adornado a estilo persa fue cargado de juguetes y agregado a la cabalgata. En esta forma recorrieron los asilos, repartiendo juguetes entre los pequeños con el alborozo y alegría consiguiente entre los asilados».
Pero la auténtica primera cabalgata callejera de Madrid, que salió del parque de El Retiro y recorrió calles y plazas entre el alborozo general, tuvo lugar el 5 de enero de 1915, en horario muy poco infantil, por cierto: se inició a las 10 de la noche, según relataba la prensa del momento.
Una idea brillante
La idea de esta cabalgata partió de Facundo Dorado, presidente del Centro de Hijos de Madrid, que solicitó a los más acaudalados juguetes para destinarlos a los niños de familias vulnerables. Los periódicos de la época acogieron la noticia con calor, y se hicieron eco de los preparativos, hasta el punto de generar cierta confusión: ora los Reyes iban a acudir en camello, ora les precederían unas señoritas en un automóvil engalanado…
Al final, cuando llegó la noche en cuestión, las cosas salieron a pedir de boca: la temperatura fue más templada de lo que se acostumbra en el gélido enero madrileño; Sus Majestades fueron sobre caballos «lujosamente engualdrapados», y ante ellos circulaba una carroza coronada por una estrella en la que lucían decenas de bombillas eléctricas, y donde también viajaban varias señoritas con «un lucero por diadema». Había también tres camellos cargados de oro, incienso y mirra, y una carroza con el árbol de Navidad. En el entorno, gnomos de luengas barbas y caperuzas multicolores portando linternas alumbraban el camino.
«Como los niños pobres no suelen tener balcones -rezaban la crónica de 'La Correspondencia de España'-, los regalos se entregaban en las tenencias de Alcaldía, y allí iban a recogerlos los niños -a menudas horas, por cierto-, portando unos bonos que se repartieron los días antes.
Tras atravesar media ciudad, y llegar hasta el Palacio Real, aquella primera Cabalgata regresó al punto de partida, las Escuelas Aguirre. Eran las tres de la madrugada cuando se disolvió. Los periódicos cifraban en unas 30.000 o 40.000 personas las que habían acudido al acto.
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