Madrid redobla el control de mosquitos y garrapatas ante el repunte de dengue y otras enfermedades transmitidas por animales
La red de vigilancia de Salud Pública actúa en cotos de caza y pone trampas de mosquitos para evitar enfermedades transmitidas por estas y otras plagas
Una bacteria y un virus que secuestran el esperma de los mosquitos, promesa contra el zika y el dengue
Madrid
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Iniciar sesiónLa llegada de la primavera pone en guardia a las autoridades sanitarias en cuanto a las enfermedades relacionadas con vectores y los grupos de animales, habitualmente insectos, que las transmiten. Dengue, leishmaniasis, virus Chikungunya o virus hemorrágico de Guinea-Congo son algunos de los ... nombres antes ajenos a los madrileños y que desde hace algunos años aparecen cada vez con más frecuencia en los boletines epidemiológicos de Sanidad, transmitidos por animales como mosquitos tigre o garrapatas.
Para evitar los repuntes que se han producido en los últimos años, hay toda una red de vigilancia que acomete acciones de control tanto en las inmediaciones de las carreteras que llevan a sus hábitats habituales, como en otros espacios susceptibles de la aparición de estos insectos, como los cotos de caza.
Los casos de dengue pasaron de 86 en 2019 a 13 en 2021 y 103 en 2022, todos importados. La fiebre exantemática mediterránea registró 7 casos en 2018, y 21 en 2022: tres veces más. Las garrapatas transmiten la encefalitis; y del virus chikungunya, importado igualmente, hubo 14 casos en 2018, y cayeron a 2 en 2022. Otras dolencias tienen relación con mosquitos: ocurre con la leishmaniasis, con 64 casos en 2018 y 49 en 2022; y el paludismo pasó de 74 casos en 2021 a 90 en 2022.
El último informe sobre el estado de salud de los madrileños incluye entre sus datos los relativos a las enfermedades emergentes transmitidas por vectores. Se han detectado la presencia de vectores potencialmente transmisores de arbovirus (mosquitos y garrapatas), en la mayor parte de los casos por vectores importados. Los datos oficiales recuerdan un aumento muy notable de casos de dengue en 2022, cuando se llegó hasta los 124 registrados en la Comunidad de Madrid. Y en ese mismo periodo también se contemplaron cifras superiores a las habituales de fiebre exantemática mediterránea (transmitida por la garrapata).
Otras dolencias de este tipo, como el virus chikungunya y la enfermedad por virus zika, la leishmaniasis o el paludismo, se mantuvieron en incidencias por debajo de las medianas del quinquenio anterior. Pero hay muchas más: el paludismo, que contagia la picadura del mosquito anopheles; fiebre Q, fiebre botonosa, encefalitis japonesa, enfermedad de Lyme, enfermedad del virus del Nilo Occidental…
En todas ellas, el desencadenante es un insecto: un mosquito en el caso del zika, y lo mismo en el dengue, la leishmaniasis y el chikungunya; o una garrapata en la fiebre heorrágica Crimea-Congo o la encefalitis.
Flebótomos
Los vectores más habituales en la Comunidad de Madrid, y por lo mismo, los que más preocupan, son los mosquitos, flebótomos y garrapatas. Aunque también causan problemas en ocasiones mosca negra, chinches, piojos o pulgas, entre otros.
«Ya hace unos años que la Comunidad de Madrid comenzó a realizar la vigilancia vectorial», explica a ABC Elena Andradas, la directora general de Salud Pública de la región. «Fue a raíz de un brote de leishmania que se dio en 2010 en la zona suroeste: en Fuenlabrada, Leganés y Getafe». Desde entonces, las autoridades sanitarias no han dejado nunca de monitorizar estas enfermedades y diseñar sistemas de vigilancia de vectores.
Alerta Andradas sobre la influencia que están teniendo en el incremento de este problema los cambios en los factores medioambientales: más calor, menos lluvias; y también la enorme movilidad de la población, lo que incluye visitas a o desde países donde existen de forma endémica estas enfermedades.
Colaboración
La mayor vigilancia se realiza en zonas menos urbanas, a la busca de mosquitos o garrapatas: el flebótomo, el mosquito tigre… Y el trabajo se refuerza en los periodos en que son más activos: «Desde el principio de la primavera, justo ahora, entre marzo y abril, y hasta el final del otoño, en octubre-noviembre».
Y aunque pueda parecer que buscar mosquitos en el aire madrileño es poco menos que intentar dar con una aguja en un pajar, lo cierto es que los expertos en Salud Pública tienen sus técnicas, que llevan probando con éxito desde hace años. Utilizan por ejemplo trampas, en las que caen estos insectos, y les permiten saber la densidad de esta población en una determinada zona.
«Se intenta que ésta sea la menor posible», explica Andradas. Para ello, los atacan con insecticidas o larvicidas. Y también cuentan con la colaboración ciudadana: se les informa del tipo de enemigos que se persiguen y qué riesgos implican sus picaduras, y se les explican qué medidas deben tomar para evitar que se instalen en sus chalets o los jardines de sus casas.
La vigilancia de vectores se inició a raíz de un brote de leishmaniasis que se dio sobre 2010 en la zona suroeste de Madrid
Todas estas labores las realiza la Comunidad de Madrid, que tiene el control sobre el sistema de vigilancia de vectores, en colaboración con los ayuntamientos, que se ocupan del control sanitario de las plagas. Tras aquella primera experiencia del suroeste, cuando se vigiló la presencia de flebótomos, se han mantenido protocolos similares todos los años. Por ejemplo, contra el mosquito tigre. «Por otras comunidades como Cataluña y Valencia, conocemos que el mosquito tigre se ha instalado más allí, en el Mediterráneo. Por eso, monitorizamos los municipios más cercanos a la A-3 y la A-2». De esta forma, pueden saber si hay mosquito tigre en Madrid.
Zonas calientes
Además, existe una aplicación para móvil, 'Mosquito alert', a la que cualquier ciudadano puede enviar fotos de los insectos que vea y le parezcan fuera de lo normal. «Los técnicos del CSIC los analizan, e informan si se identifica entre ellos mosquito tigre», indica la directora general de Salud Pública.
Otro motivo de preocupación es el virus chikungunya, «también importado, y con cada vez más casos», recuerda Andradas. Claro que también hay vectores autóctonos, matiza, como la fiebre exantemática mediterránea que «transmiten las garrapatas infectadas por la bacteria rickettsia».
Presencia indeseable
Importados
Se ha detectado la presencia de vectores potencialmente transmisores de arbovirus (mosquitos y garrapatas), en la mayor parte de los casos importados. Los datos oficiales recuerdan un aumento muy notable de casos de dengue en 2022.
'Mosquito alert'
Además, existe una aplicación para móvil, 'Mosquito alert', a la que cualquier ciudadano puede enviar fotos de los insectos que vea y le parezcan fuera de lo normal. «Los técnicos del CSIC los analizan, e informan si se identifica entre ellos mosquito tigre», indica la directora general de Salud Pública.
Bacteria rickettsia
Hay vectores autóctonos, como la fiebre exantemática mediterránea, que «transmiten las garrapatas infectadas por la bacteria rickettsia. Tenemos una proporción de garrapata infectada por rickettsia en un 90 por ciento de ellas», explica Andradas.
Vigilancia silenciosa
La red de vigilancia actúa de manera «silenciosa y sin visibilidad, pero es fundamental», asegura la directora general de Salud Pública. Su trabajo se centra en controlar los vectores y evitar que se instalen.
Más allá de las carreteras que comunican con la costa mediterránea, otro frente en el que se combaten estos vectores son los cotos de caza: «Hay entre 10 y 15 vigilados, para revisar la presencia de garrapatas en los animales que se cazan, y no hemos detectado casos de estos insectos infectados por Crimea-Congo, pero sí por fiebre exantemática mediterránea», señala Andradas. De hecho, «tenemos una proporción de garrapata infectada por rickettsia en un 90 por ciento de ellas».
La red de vigilancia también se ocupa de las enfermedades en la fauna silvestre, «a partir de animales como jabalíes, conejos o liebres: estudiamos si tienen positividad a microorganismos que pueden causar dolencias a personas, como el toxoplasma».
El paludismo es otra de estas enfermedades que se transmiten por la picadura de un mosquito. Y hasta ahora, «todos los casos registrados son importados; ninguno es autóctono», remarca Andradas. Se vigila, en todo caso, por si la situación cambiara: «Las condiciones climatológicas que se dan harían posible casos autóctonos de paludismo o dengue; pero el riesgo es muy bajo», tranquiliza. Otras zonas de España, como Cataluña o Palma de Mallorca, sí que han tenido casos de dengue no importados.
Entre los factores que influyen en la transmisión de estas dolencias están también las migraciones de aves, que «llegan del norte y centro de África, se van instalando en zonas húmedas y a veces vienen ya infectadas con virus o bacterias propias».
Esos enemigos casi invisibles que acechan a nuestra salud son seguidos muy de cerca por una red de vigilancia «silenciosa y sin visibilidad, pero fundamental», como la define Elena Andradas. El trabajo consiste en controlarles, evitar que se instalen y, si lo hacen, «que sea con la mínima densidad».
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