LAPISABIEN

El arrebujado de madrugada

José Antonio es vivir entre cartones y una radio escuchando a Juanma Castaño. De lo demás, de la política, no quiere saber nada

Una mañana cualquiera

Viiñeta de Martí Morales con dos mendigos combatiendo el frío bajo un puente MARTÍN MORALES

Arranca ya el invierno espiritual. Crujen las manos del frío. La escarcha está a punto de visitarnos, y José Antonio sigue malviviendo en la puerta de la sucursal del banco, debajo de un cartel con una 'H' que es la de hipoteca. ... Que ironía. Embadurnado en varias mantas, siempre, por estas fechas, me voy acordando de él.

Se me viene a las mentes las horas nocturnas del día que lo invitamos bajo una lluvia tenaz a ducharse con agua fría, se había roto el calentador y lo solucionamos frotándole colonia con los omóplatos, tan góticos por otra parte. Soltó tizne en el plato de ducha, que es lo que la ciudad otorga a los que parecer no querer.

Cuando puedo, cuando la ciudad se pone bronca en lo meteorológico, lo ayudo. Le preparo un caldo con limón, arroz, algo de coñac del malo, para que esa criatura tenga en días malos algo que se le parezca a una familia. Y es que las familias, no lo vamos a recordar, forman el espinazo de lo que es una persona. No es caridad. Es justicia.

Se le ve por Princesa, no pertenece a una banda del 'mendigueo', sino que vende su parla, cuatro chistes, que caen bien entre la chavalería que por Moncloa tiene su asiento.

Hay que imaginar unas mantas heladas, y el cómo él necesita, más que comer, un café caliente en esos momentos en los que la ciudad se despierta. Y él ve, quizá, cristales ahumados en los coches, la ciudad con posibles, rodando hacia el océano de los edificios. Hay veces que lo comprendo.

José Antonio es vivir entre cartones y una radio escuchando a Juanma Castaño. De lo demás, de la política, no quiere saber nada. Ya llega la hora del sueño y José Antonio está más feliz.

Habrá recaudado algo, para vivir en ese malvivir que no hay que recomendar a nadie asumiendo el día como algo que va de «partido a partido». Al fútbol y otras artes ese dicho del Cholo les viene bien, a otras cosas de la vida, no tanto.

Uno lo ve y se le vienen mi cosas a la cabeza. Se siente un bárbaro por no acostarlo en el mínimo piso que habito. Dejemos 'Plácido' para siempre. Ya en Navidad le volveremos a ver. Sin lástima. Con humanismo.

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