EL MENTIDERO
De Bezos, Jessis y culebrones
Pensé en lo rápido que algunas personas descubren sus cartas, su verdadera cara
El Palco de la Moncloa, el abrigo chequista de Albares y el libro de la marquesa de Cubas
Madrid
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Iniciar sesiónLe comentaba a alguien ayer que Jeff Bezos estuvo de marcha por Madrid celebrando su despedida de soltero. ¿Y, dónde?, me preguntó. Le dije que en Gunila, Ten con ten, el Four Seasons y ese garito nuevo, Blondie Club, de la calle Lagasca. Ay ... qué pena. Lo llego a saber y hubiera ido, me contestó. ¿Qué pena? Entonces, comprendí que la persona con la que hablaba, en su cabeza, se hubiera plantado en alguno de esos sitios para ver a una de las tres personas más ricas del mundo, y no sé, ¿pedirle dinero? ¿arrimarse a él como una lapa para intentar ligárselo?
Me costaba entender ese primer impulso que había tenido al conocer la noticia. Como si eso de estar en una misma sala con una persona así de rica te acercara a su fortuna, obviando que estaría rodeada de escoltas y seguridad privada que no la dejarían acercarse a quince metros. Pero realmente añoraba no haber estado ahí. Entonces pensé en lo rápido que algunas personas descubren sus cartas, su verdadera cara, cuando un simple pensamiento se escapa por su boca de una forma inocente y casi infantil, pero que en realidad muestra el interés real que tiene, ya no en conocer a alguien por ser brillante, sino, simplemente, por estar trufado.
Quizá se piensa que el día de la boda del magnate en vez de un menú en su sitio de la mesa se va a encontrar un cheque al portador con seis ceros o que la piñata del postre está cargada de billetes de quinientos. Hay gente que vive por y para el dinero. Pero lo peor es que hay gente que sueña por y con el dinero. Y lo deben pasar fatal.
Taburete cantaba en el restaurante Fismuler para un pequeño grupo de privilegiados a los que Volvo, la marca sueca de coches, invitó a cenar y a gozar escuchando buena música. Lo de Nino Redruelo es algo que hacía tiempo que no se veía en la Villa. Entre los escalopes y las tortillas, el 'hereu' del buen hacer del restaurante La Ancha, está llenando Madrid de sitios donde se comen bien y se vive mejor.
En Marqués de la Ensenada cuenta con una azotea que es, posiblemente, la mejor de la Villa, y ahora hace conciertos, presentaciones y cosas que reúnen a la misma guapa gente que se vieron el día anterior y se verán mañana en cualquier otro evento en los que participan siempre los mismos. Bendita tribu. Se trata del Club Financiero Génova y es un lugar donde contemplar el cielo de Madrid, casi desde las mismas nubes que parecen haberse marchado. De momento.
Ayer dimitió el ministro de agricultura de Japón por hacer una broma diciendo que él no necesitaba comprar arroz. En este otro lado del mundo, una puta que se trabaja a un ministro consigue una nómina de una empresa pública al tiempo que van apareciendo mises por todo el territorio nacional que también se trabajaban al ministro y conseguían trabajo en empresas públicas. Al final, la madame va a resultar ser Koldo.
Aquí, sin embargo, este que escribe se cruzó el miércoles en Horcher, restaurante emblemático de la ciudad, con el bueno de Tezanos, que debía estar cocinándose alguna manera de hacerle entender a los españoles, que dar trabajo en empresas públicas a meretrices no sólo no preocupa al votante, sino que el PSOE ha subido tres puntos en intención de voto desde que han demostrado ser el gobierno más feminista de la Democracia. Y eso que estamos hablando únicamente de 'putes', que diría el asturiano aquel del vídeo. Al final va a resultar que la persona que se quería clavar en la despedida de soltero de Bezos es también un poco meretriz, dado el interés supremo de dejarse ver por allí. Y claro, esta conclusión me lleva a otra inequívocamente: va a tener razón Tezanos, porque a la gente, lo de las mises de nómina pública no solo les parece bien, sino que, pobres, de algún sitio tendrían que cobrar por tirarse al ministro.
Madrid, Madrid, Madrid, mentidero lleno de chismes y de rocanrol. Dentro de una semana empieza la Feria del Libro. No sé cómo de atentas han estado las editoriales, pero lo del trauma de ser empleada pública en Adif, Renfe o alguna de estas a cambio de un completo es el nuevo filón. Espero mi comisión, claro.
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