Figo: «Sentimentalmente, Lisboa es la capital del mundo. Madrid, la de Europa»

Hay algo de cambio de planes mentales cuando a un antiguo atleta se le va a preguntar por la historia de dos ciudades, que quizá sean tres si contamos con Barcelona. Se le ve cómodo cuando la conversación fluye por torrenteras que le gustan; acaso Madrid, que es razón de ser del antiguo deportista si no se saca a Lisboa, su Lisboa, de la que deja caer maravillas mientras mira al infinito, degusta el jamón para beneficio de sus humores, buenos, internos, y se mete a hablar de Madrid. Una ciudad que ha visto cambiar, lógicamente, a pesar de que el fútbol siempre supone unas miradas y todo se ve desde las alturas de un avión, o de ese autobús que entraba en la rampa del Bernabéu en lo que la leyenda, la literatura, llaman «las grandes noches del Bernabéu».

Tampoco le duelen prendas para hablar de Barcelona, que Figo, si quiere, se mete en el barro de las redes de forma libérrima. Considera que Barcelona, la Barcelona que fue, ha perdido mucho. Por los temas que todos sabemos, y a él le preocupa mucho la inseguridad de una de las urbes que forjaron su vida.

A Madrid, eso sí, la ve en la senda de los grandes destinos. Y eso lo agradece, aunque quizá tanto cemento esconda las posibilidades de más y más deporte, que fue aquí y en Mondoñedo una de las reclamaciones cuando la pandemia. El entrevistador se fija en su forma de pegarle al embutido de marras, que debe estar de dulce a resultas de cómo se palmea las manos entre loncha y loncha. Sobre la tan cacareada unión entre españoles y portugueses bromea sobre una supuesta 'Madriboa', a todas luces impracticable. Perdió la 'saudade' al salir de Portugal y apenas sabe dos fados.

—¿Cuándo llega usted a Madrid?

—Llegué a España en el 95, pero a Barcelona. Lógicamente, antes había venido de paso. Llegué a vivir aquí en 2000.

—Durante su juventud, ¿qué imagen tenía de Madrid?

—Entre los 15 y los 20 estaba muy enfocado a mi carrera profesional. No era un destino que se pensara. En verano, para las vacaciones, se pensaba en Ibiza. Se aprovechaba la playa. Cuando lo tienes cerca lo vas dejando. Nunca fue un destino de visita inmediato. Lo mismo que la gente de Madrid no va a Lisboa. Y así fue. Nunca tuve oportunidad de visitarla durante un fin de semana.

—Escribe Trapiello, en 'Madrid', que hay partes de Madrid que le recuerdan a Lisboa. ¿Está de acuerdo?

—Lisboa es la capital del mundo. Ahí nos metemos en algo sentimental, pero Madrid sería la capital de Europa. Siempre asocio mi ciudad con el mar, con el río. Si no pienso en el río se pueden parecer. Si me centro en lo que son realmente, no veo muchas similitudes. Eso sí, Madrid es de las mejores capitales para vivir.

—¿Por qué?

—Por la diversidad. Tienes la movida, ofertas gastronómicas, culturales; además, creo que se ha gestionado muy bien con el Covid. Madrid ha crecido en detrimento de otras ciudades.

—¿Puede sentirse madrileño de adopción?

—De adopción, sí. Pero sabes que Lisboa es la capital del mundo.

—No seré yo, ni Pessoa, quien lo niegue. Pero cuando está en Lisboa, ¿qué se lleva de Madrid?

—La gente ve y sabe que Madrid es un destino prioritario hoy en día.

—Hombre, el Tajo por Aranjuez no es el de Lisboa. Y aun así, Madrid ha cambiado mucho. ¿Ha notado este cambio? ¿Obedece a algún motivo?

—Un poco antes del Covid. Creo que en detrimento de Barcelona, porque estaba en una posición de grandísima ciudad, pero ha sufrido mucho deterioro en política y seguridad. En el fondo, se trata de las ventajas que se dan a los ciudadanos lo que hace que una ciudad crezca. Yo creo que es positivo hacer sentir los beneficios de la seguridad, de la creación de empresas, ofertas culturales...

—Aquí somos muy de apretar las tuercas, de ver qué no nos/les gusta de este pueblo...

—Quizá la poca agilidad del tráfico. Se podrían mejorar las condiciones de las vías peatonales y para las bicicletas y coches. Esas serían las claves prioritarias. También habría que mejorar en la reducción de la contaminación.

—Si se llegara a una unión más cercana con Portugal, ¿cómo se compartiría la capitalidad?

—'Madriboa' (ríe). Es una cosa imposible. Cada uno tiene sus posiciones. Creo que el proyecto de ferrocarril era extraordinario. Ojalá se consiga en el futuro.

—Le pido un ejercicio de imaginación. Piense que aparecen en un lugar neutro un lisboeta y un madrileño, qué deberían ponderar cada uno de su patria chica.

—Al de Lisboa le diría que no te puedes perder el Prado, ni los museos, ni el arte; ni los espectáculos ni al Real Madrid en las noches de Champions o comer en un buen restaurante de un amigo mío, Paraguas. Al madrileño le diría que de Lisboa hay que disfrutar de su gastronomía, del tiempo, del centro de la ciudad. Creo que somos un pueblo muy hospitalario.

—Llevando lo que lleva vivido aquí, ¿un madrileño puede tener 'saudade' de estas calles? Piense lo que quiera la respuesta.

—Pues mira, no soy yo muy 'saudadista'. Curiosamente pasé esa fase del 'saudadismo' cuando salí de Portugal.